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Guerra a Libia

Qatar comercializará el crudo en manos de opositores, creen

Rebeldes van por Sirte, bastión de Kadafi; buscarán llegar a Trípoli
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Rebeldes libios oran en un camino de Ras Lanuf, donde se ubica un importante complejo petrolero, cerca de AjdabiyaFoto Reuters
The Independent
Periódico La Jornada
Lunes 28 de marzo de 2011, p. 21

Camino a Sirte, Libia., 27 de marzo. La última vez que los rebeldes avanzaron tanto hacia el oeste fue hasta Bin Jawad, y terminó en desastre: sus combatientes cayeron en una emboscada asesina, perdieron 70 hombres y se vieron forzados a una retirada terrible que casi terminó con su campaña.

Pero este domingo, luego de una asombrosa barrida del terreno por el cual han combatido tan duramente y durante tanto tiempo, estaban de regreso.

Esta vez, luego que el poderío aéreo occidental destruyó casi todo lo que quedaba de los vehículos blindados y la artillería del régimen, el ánimo era muy distinto. Los rebeldes tienen la mira puesta en Sirte, lugar natal del coronel Muammar Kadafi y bastión de sus partidarios.

Luego de eso queda sólo un objetivo más: Trípoli. Este domingo en Bin Jawad no había enemigo a la vista. Y una excursión hacia Sirte desde Bin Jawad no reveló ningún preparativo obvio para detener el avance rebelde. Los pocos pobladores locales que han quedado señalan que las fuerzas del régimen huyen con los escasos restos de su equipo. En el otro lado del frente, vehículos militares, entre ellos dos tanques al parecer en buen estado, pasaron por el poblado desértico de Beni Walid, rumbo al oeste.

Más cerca de la propia Sirte, una pick up y unas camionetas Land Rover transportaban soldados, y un camión llevaba un emplazamiento antiaéreo móvil en la misma dirección. También se avistaron automóviles civiles con familias que al parecer llevaban sus pertenencias.

El cambio en el impulso del conflicto es palpable. Los rebeldes están de nuevo en posesión de dos complejos petroleros esenciales en Ras Lanuf y Brega, que manejan una proporción importante de los 1.5 millones de barriles diarios que el país solía exportar antes del levantamiento. El gobierno provisional opositor en Bengasi aseguró que Qatar, que se ha unido a la coalición occidental enviando aviones a Libia, comercializará ese crudo. Sin embargo, reanudar la producción será difícil en extremo hasta el retorno de los extranjeros que operaban las plantas, los cuales se fueron tras la insurrección.

Los rebeldes ya habían planeado antes atacar Trípoli, pero tuvieron que replegarse con rapidez a causa de su ineptitud y de la superior organización y disciplina de sus adversarios. Pero la forma en que los soldados del régimen se dispersaban este domingo parecía mostrar que no tienen ánimos de luchar contra las abrumadoras probabilidades en contra que representa la participación de fuerzas internacionales.

En el curso de 24 horas, las tropas de Kadafi han salido de Ajdabiya, Ras Lanuf y Bin Jawad, nombres que ya provocaban escalofríos entre los combatientes Shabaab luego de las cuantiosas pérdidas que sufrieron allí en implacables descargas de artillería y misiles. Ahora estaban de vuelta, si bien con poco de la fanfarronería de la primera visita, y con recelo de caer en una trampa.

Pero las razones del desánimo de las fuerzas de Kadafi son más que obvias. Por segundo fin de semana consecutivo se veían cuerpos quemados y desmembrados yaciendo entre la maleza del campo y en tanques y camiones humeantes. Lo que ha cambiado con relación al domingo pasado ha sido la cantidad de municiones y piezas de artillería que fueron simplemente abandonados.

Como los jets occidentales atacan convoyes que marchan hacia el este, controlado por los rebeldes, la capacidad del régimen de reabastecer a sus huestes está severamente limitada. En Washington, el secretario de la Defensa, Robert Gates, señaló: No hay duda de que su capacidad de continuar avanzando ha sido severamente degradada.

En tanto, la noche del domingo, luego de una semana de acaloradas negociaciones, la OTAN por fin acordó hacerse cargo de todos los aspectos de las operaciones militares en Libia.

También por segunda semana consecutiva, los rebeldes se quedan a tomarse fotografías con los equipos destruidos en vez de apresurar el avance; algunos incluso llevan a sus familiares a caminar entre cadáveres. Se hicieron docenas de descargas al aire para celebrar una victoria en la que los Shabaab han sido más testigos que participantes.

Unos cuantos líderes han comenzado a surgir luego del levantamiento del 17 de febrero, sobre todo entre los miembros desertores de las fuerzas armadas, quienes insistieron en que hay un nuevo realismo sobre la campaña y que se han aprendido las lecciones de los errores pasados.

El mayor Amar Bashir tomó parte en la primera batalla por Ras Lanuf y Bin Jawad, pero luego regresó a su casa en Tobruk, desilusionado por lo ocurrido.

“Era muy difícil tener cualquier planeación; teníamos grandes problemas de comunicación y logística. Sentí que no había mucho que pudiera hacer y me tomé un descanso –dijo–. Pero me sentí mal de estar en casa mientras otros luchaban y morían por la revolución, así que regresé para ofrecer mi experiencia.

“Había problemas –añadió–. Los Shabaab son muy entusiastas, pero no son soldados profesionales y algunos sencillamente no atienden órdenes. Lo vimos con lo que ocurrió en Bin Jawad la primera vez. No podemos darnos el lujo de que algo así vuelva a ocurrir.”

Hace tres semanas, las fuerzas de Kadafi abandonaron Bin Jawad. Algunos medios, entre ellos The Independent, encontraron a un grupo de residentes locales esperando con ansia en la puerta de la ciudad el arribo de los rebeldes. Informados de esto, algunos de éstos entraron en la ciudad y celebraron con disparos al aire, pero luego consideraron que la comida y el alojamiento que les ofrecían no era de su agrado y se volvieron a Ras Lanuf, donde había mejores instalaciones. A la mañana siguiente volvieron a Bin Jawad y se encontraron con una fiera y bien planeada defensa que los obligó a retirarse.

Denuncian abusos

Algunos de los Shabaab afirmaron que su derrota en Bin Jawad, y luego en Brega, se debió a la colaboración de grupos locales con el régimen, pero ha sido difícil hallar pruebas de ello. Lo que sí ha surgido son repetidos relatos de abusos cometidos por las fuerzas de Kadafi.

Alí Saad Mojuf, granjero de 23 años que es también el imán de la mezquita de su localidad, fue detenido en Brega y llevado a Sirte. “Me tuvieron allí siete días y me golpeaban a diario –recuerda–. Me pegaban en la espalda con las cachas de los rifles y con palos, sin piedad. Lo más doloroso fue cuando me pegaron en la planta de los pies. Todo el tiempo me preguntaban si sabía dónde se guardaban las armas. Insistían en que éramos de Al Qaeda. En Ajdabiya se llevaron a más de 50 Shabaab; a algunos los mataron después. Había dos hombres de Misurata; uno perdió el juicio por las torturas.”

Mojuf fue liberado un día después de que el aeropuerto de Sirte fue sujeto a ataque aéreo. “Se pusieron muy nerviosos con el bombardeo –refiere–. Quiero dar las gracias a Francia, Estados Unidos e Inglaterra. Me ayudaron a quedar libre y creo que lo que hacen ayudará a liberar a Libia. No queremos que tropas extranjeras permanezcan en el país, pero por ahora debemos tener su ayuda”.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya