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Bravo desperdició un penal, Leandro Augusto salió lesionado y Palencia fue expulsado

Contra viento y marea, Pumas mantiene lo invicto en la fecha 11

Efraín Flores envió un esquema defensivo, que no varió pese a tener un jugador más

Reconoce que a Tuzos le faltó ambición

Los auriazules no cejaron en sus intentos ofensivos

 
Periódico La Jornada
Lunes 21 de marzo de 2011, p. 2

Pelear en desventaja tiene un acento romántico; nada es más seductor que rebelarse contra lo que parece inevitable. Con el aura del héroe derrotado, Pumas se volvió un equipo orgulloso que desafió el error de un penal desperdiciado por Martín Bravo, la desgracia de una lesión de Leandro Augusto y la expulsión rigorista de Francisco Palencia. Contra viento y marea, con 10 hombres sobre la cancha de Ciudad Universitaria, empató 0-0 con Pachuca para mantener lo invicto y el liderato del torneo.

Las cosas se le descompusieron muy pronto al conjunto auriazul, que salió en plan muy previsible: el objetivo desde el principio era buscar el arco, ya sea desde los extremos o por adentro, pero siempre con vocación de bucaneros. Un plan que el técnico del Pachuca, Efraín Flores, contrarrestó con eficacia al plantear un equipo de defensas: tapaba con cuatro, cinco, seis, siete, los hombres que fueran necesarios para resistir los embates del rival. La idea, por demás cautelosa, era prevenir que el barco hecho astillas no recibiera otra derrota.

Mano de Leobardo López

A los 10 minutos, el defensa central Leobardo López no encontró otro recurso para proteger su arco que una mano que provocó un penal.

Hace falta una carga de confianza y coraje para levantar la mano a la hora de cobrar la pena máxima, y Martín Bravo sintió que esa era la oportunidad de aumentar su cuenta de goles. El argentino se colocó en el manchón, midió la puerta y disparó con más entusiasmo que puntería, porque la pelota se fue unos centímetros afuera del palo derecho de la meta defendida por Rodolfo Cota. Bravo se llevó las manos a la boca, incrédulo, quién sabe si para atajar las maldiciones por un error imperdonable o por ofrecerse a cobrar el castigo.

Ese primer mal augurio anticipaba un temporal para los universitarios. Leandro Augusto se desempeñaba de manera afortunada por el eje izquierdo, cuando lo normal es pelear desde la media cancha; aportando agilidad y penetración al ataque felino. Justo a él, todo un referente del equipo, de pronto le sobrevino la desgracia; sin jugada ni choque de por medio sufrió una lesión. A Leandro lo lesionó Leandro; salió cojeando y fue relevado por David Cabrera.

Mientras, ambos equipos se mantenían fieles a sus misiones originales: si el trabajo de quien ataca es aportar la emoción, el de quien defiende es arruinar el espectáculo. Ayer Pumas fue el animador y Pachuca el aguafiestas.

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Acción por la que Palencia fue expulsado, al barrerse sobre Raúl MartínezFoto Víctor Camacho

Con el candado tuzo la pelea por la pelota terminó en la media cacha. Ahí se trenzaron por varios minutos los jugadores; demasiados hombres, suficientes para enfriar el entusiasmo de los universitarios, que de pronto ya no podían avanzar más allá de tres cuartos del campo. Pumas entonces perdió electricidad, Pachuca era su aislante.

En la delantera empezó a decaer el empuje; Bravo se volvió un jugador temeroso que dejó de tocar hacia adelante y empezó a tartamudear con la pelota. Ante el pulso tembloroso de Bravo, Palencia cobró mayor peso en la última línea del frente.

El veterano jugador, habitualmente cortés, metió la pierna contra Raúl Martínez. En una tercera señal de mal agüero para el cuadro local, el árbitro Miguel Ángel Flores vio una entrada digna de roja directa: Paco se fue de la cancha; el conjunto felino se retiró al descanso con 10 hombres.

El técnico auriazul Memo Vázquez decidió entonces que la obligación de su equipo, aun con un jugador menos, era la de seguir contra la portería de Pachuca. Con 10 jugadores tratarían de conseguir lo que no pudieron con 11. En el banquillo de al lado, Efraín Flores decidió mantener el cuadro comprimido de la media cancha hacia atrás, desaprovechó así la ventaja numérica, como si temiera abrir un espacio que pudiera costarle una nueva derrota a su escuadra.

La única apuesta, si acaso, fue sacar a un jugador de medio campo, Luis Montes, por uno en el ataque, Hérculez Gómez. Del lado de Pumas salió Bravo y entró Juan Carlos Cacho.

Al final del encuentro, Flores tenía el semblante serio, consciente de que el equipo a su cargo está en reconstrucción. No sólo en rendimiento deportivo, sino en lo físico y emocional, expresó.

Flores no eludió su malestar, en primera instancia –admitió– pareciera que Pumas perdonó al rival al fallar el penal, pero por lo que exhibió Tuzos durante el partido no le queda duda de que a sus muchachos les faltó ambición.

En cambio, Memo Vázquez aseguró que se va tranquilo, porque mantener invicto un equipo con 10 jugadores no es fácil. Pumas no ganó pero, en determinadas circunstancias, un empate puede ser tan sexy como una victoria.