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El cantautor actuó en CU, en la Facultad de Química y en el estadio Tapatío Méndez

Tras larga espera, Serrat regresó a un nicho natural, la UNAM

Creo en la universidad como hacedora de hombres libres, aseveró el catalán

El músico es vigente porque mantiene los principios que defendió en condiciones complejas: el rector Narro

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El cantautor recibió el sábado la medalla Centenario, de manos del rector José Narro RoblesFoto Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Lunes 21 de febrero de 2011, p. a13

Ayer por la noche, ante más de cuatro mil seguidores, Serrat ofreció su segundo concierto en Ciudad Universitaria, en el estadio de prácticas Roberto Tapatío Méndez. Fue una despedida que, dijo el poeta, le daba mucha pena porque marcaba el final de su gira por el país, para volver a su España, que es como estar aquí.

El repertorio fue el mismo que el de un día anterior, en el concierto en la explanada de la Facultad de Química, aunque con variantes y emociones diferentes. Ayer recomendó a su audiencia –puma de corazón– que siguiera la profesión de artista porque así tendría posibilidades de hacer muchas cosas más que un hombre común.

Serrat reafirmó su origen, comentando al público que los catalanes hacen fiestas en catalán, se casan en catalán y... hacen el amor... como todos: con mucho esfuerzo y dificultades. Esto lo comentó para justificar que iba a cantar en esa lengua. Acto seguido, interpretó Palabras de amor.

Luego de terminar su lista de canciones, el cantautor regresó tres veces al proscenio, ante las peticiones de más piezas. Las damas, que le gritaban ¡te amo!, insistieron en que cantara Penélope, y así lo hizo. Emocionó al máximo. Con Cantares –la más coreada de la noche– demostró la fuerza de la voz poética de Antonio Machado.

Varios pensaron que se iba, pero regresó una y otra vez. El final se acercó irremediablemente con La fiesta, en una de cuyas lineas dice: Se acabó, el Sol nos dice que llegó el final, fue entonces cuando el público gritó ¡no! Se escucharon goyas por todos lados, y el listón de colores de la fiesta se colgó para declarar el fin de la visita de Serrat, en un hecho memorable, como lo fue en 1969, en el auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras.

Luz en Química

La luz de las letras aderezadas con exquisitas melodías brilló de nuevo en Ciudad Universitaria, el sábado.

Los goyas, en esta ocasión, fueron el contexto ideal para el regreso de Joan Manuel Serrat a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), tras una larga espera que se remontaba a 1969, cuando se presentó en el auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras. Su fama apenas se iniciaba, pero ya se escuchaban algunas composiciones basadas en la obra de Antonio Machado.

El sábado pasado, el cantante regresó a un nicho natural: la máxima casa de estudios lo homenajeó con la medalla Centenario, que el propio rector José Narro Robles le entregó en mano, luego de unas palabras.

Luces robóticas se movían al ritmo de los acordes y un ligero toque de piano provocó una gritería en la explanada central de la Facultad de Química, que con el concierto de Serrat inició los festejos de su 95 aniversario. En las primeras filas destacaban universitarios que han dado lustre a la institución: el premio Nobel Mario Molina, el ex rector Francisco Barnés de Castro y maestros eméritos de las más diversas disciplinas del conocimiento.

No cabía nadie más y las dos mil entradas se habían agotado días antes. Lo recaudado, dijo el director de Química, Eduardo Bárzana, será utilizado para el inicio de un programa de intercambio entre la UNAM y una institución académica de Cataluña.

Con emoción contenida, Serrat pidió al público que gritara un goya. Les dijo que lo hiciera con espíritu puma. Los del fondo, de las gradas más baratas, eran los más ruidosos y quienes lograron mejor el unísono. Los demás, enfrente, fueron opacados, pero al final todo se resumió en un aplauso. Serrat recordó el concierto en el Justo Sierra de 1969, y dijo que son tantos los que le han dicho que estuvieron ahí que podrían llenar el estadio Azteca.

En aquel tiempo, los teloneros de sus presentación fueron  los integrantes de un grupo de químicos y músicos que se hacían llamar Los Cuatro a Priori, que antes se denominaban Tierra y Libertad; algunos estuvieron tanto en la entrega de la medalla como en el concierto.

Es un orgullo para la UNAM y la Facultad de Química que estés aquí, en el 95 aniversario de esta escuela, dijo el director, quien cambió el nombre del poeta Antonio Machado por Pablo, pifia que los asistentes corrigieron sin faltar al respeto. Bárzana resaltó que en 1969 estaban aún frescos los terribles sucesos de 1968 y canciones como Cantares se volvían emblemáticas. Serrat respondió: “Hace 41 años pisé esta universidad por primera vez. Mucho tiempo. Eso de que sigo vigente es una virtud, es un acto de supervivencia (…) Siempre es muy agradable un reconocimiento, pero lo es mucho más cuando viene de una casa de estudios, de una universidad pública.

Creo mucho en la enseñanza. Creo en la universidad  como hacedora de hombres libres. La libertad solamente se adquiere a través del conocimiento y el conocimiento se allega a través de las casas de estudio. Quiero agradecer profundamente a todos los que trabajan en ese sentido y que nos hacen mejores y más libres.

Serrat dividió su concierto en dos partes. La primera, basada en los temas de su disco Hijo de la luz y de la sombra, en la que musicalizó poemas de Miguel Hernández. Un respeto manifiesto en forma de silencio se extendió lo largo del recital. La poesía  de Miguel Hernández con la música de Serrat se escuchó con atención, a veces con aplausos, a veces con gritos. El cantautor, a través de Hernández, habló de la soledad del poeta, del poeta en la cárcel, de las nanas de la cebolla, de las canciones de cuna, de ser negro y reconocer que la incultura es la no lectura, del dolor de un padre que se entera por una carta de su esposa que ésta vendió la última cabra tenían para poder darle de comer a su hijo.

Cuando Serrat dijo que la guerra es el negocio de los reyes y que siempre pagan los mismos, un grito inundó la plaza central de la Facultad de Química ¡Alto a la guerra! seguido de un ¡No más sangre!

Acabada la primera parte y tras una pausa siguieron los clásicos: desde Mediterráneo, Princesa, Cantares hasta tantas otras que los asistentes interpretaron a coro. Joan Manuel se despidió disculpándose por no poder complacer a todos, porque Dios no me dio el don de poder cantar varias piezas de manera simultánea. Terminó con La fiesta.

Asunto de ser

El rector Narro, quien dijo que decidió hablar al final para evitar que Serrat lo corrigiera, remató: “¿Por qué Serrat es vigente? Él dice que es sólo un acto de lucha por seguir en la vida. ¡No! Permítanme ahora ser yo el que corrija. No es solamente un asunto de estar, de permanecer: es un asunto de ser. Es un asunto que tiene que ver con la congruencia.

Serrat es vigente porque es congruente, porque ha sido consistente, porque como figura pública lo hemos podido seguir viendo, y claro que ha cambiado porque los seres humanos cambiamos, pero mantiene los mismos principios que defendía en condiciones muy complejas. Sigue vigente porque sigue enseñando con su canto, con su palabra, con su poesía, e incluso a través de la tristeza, que es como se puede encontrar parte de la felicidad. Bienvenido, y muchas gracias por hacernos partícipes en favor de los principios y los valores laicos de nuestra sociedad.