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La escritora afroestadunidense y Nobel de Literatura cumple 80 años

Toni Morrison no claudica en su lucha contra la injusticia bárbara del racismo

Desde hace cuatro décadas, con su narrativa, escarba en esa herida abierta de Estados Unidos

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Toni Morrison, en noviembre de 2005, durante la participación de la escritora estadunidense en la Cátedra Julio Cortázar, en la Universidad de GuadalajaraFoto Arturo Campos Cedillo
 
Periódico La Jornada
Jueves 17 de febrero de 2011, p. 6

Nueva York, 16 de febrero. Toni Morrison escarba desde hace cuatro décadas en la herida abierta de Estados Unidos. En todas sus novelas, la escritora negra, que el próximo viernes cumple 80 años, lucha apasionadamente contra el racismo.

Según sus palabras, una injusticia bárbara desgarra Estados Unidos. Los negros no tienen nacionalidad en este país, aseguró.

En Ojos azules (1970) bulle la ira de la negros contra los blancos y el odio contra sí mismos. En Una bendición (2008), su obra más reciente, Toni Morrison se centra en la vida de una muchacha, Florens, y su trabajo de esclava en una plantación de Virginia a finales del siglo XVII. Morrison se ha convertido en la fiscal de mayor dureza verbal de Estados Unidos.

Contra la literatura fast food

Cuando en 1993 se le otorgó el premio Nobel, el jurado en Estocolmo argumentó su decisión destacando que el arte novelístico de Morrison está marcado por una fuerza visionaria y una exactitud poética. Ella fue la primera afroamericana, y la primera nacida en Estados Unidos desde John Steinbeck en 1962, que recibía ese galardón.

Ella misma compara su talento épico con el arte de un chef.

Escribo de forma que el lector pueda gozar de mis palabras, las deguste, haga una pausa y finalmente se regodee en ellas.

Y cuando se le menciona que la complejidad de su idioma hace que el lector se vea obligado a releer el texto varias veces, a no ser que esté muy concentrado, la escritora replica: “That, my dear, is called reading” (Eso, querida, es lo que se denomina leer). Nada hay más ajeno a ella que la literatura fast food, de consumo rápido.

Los críticos comparan a Morrison con William Faulkner, tal vez el novelista más grande del siglo XX. Sus novelas, ya desde el Premio de la Crítica en 1977 (con La canción de Salomón) y el Pulitzer (Beloved, 1987), han tenido gran éxito y se editan millones de ejemplares en el mundo. Desde 1989 la escritora da clases de humanidades en la Universidad de Princeton (en el estado de Nueva Jersey).

La popularidad de Morrison va tan lejos que sus textos fueron musicalizados con motivo del centenario del Carnegie Hall, en Nueva York, en un ciclo de canciones. Andre Previn fue el encargado de poner la música.

Poética, emociones y simbolismo

El New York Times elogió la conjunción de la poética, las emociones y el simbolismo en su obra. La revista Time la llevó a su portada y la reina del talk-show Oprah Winfrey la invitó a su programa.

Morrison dedicó su novela Beloved a los 60 millones y más que fueron víctimas del comercio esclavista. El componente afroamericano es una sustancia esencial de Estados Unidos, su modernidad, dijo hace algún tiempo la autora al semanario alemán Die Zeit. Y la escritora pone el jazz de ejemplo de su aseveración: Era nuestra música cuando se la juzgaba como algo bajo, tonto, poco musical y primitivo. Tan sólo cuando Berlín y París se fijaron en el jazz, entonces comenzó a tomarse en serio en su país, Estados Unidos.

En The Bluest Eye (Ojos azules), la autora narra en 1970, cuando ya era madre de dos hijos y estaba separada, la vida de una muchacha negra, Pecola, cuyo deseo máximo en el mundo no es otra cosa que ese color de ojos.

En 1974 publicó Sula, en 1977 Song of Salomon (La canción de Solomón). Su cuarto libro, Tar Baby (La canción de los piratas, 1981), está ambientado en una isla del Caribe, pero sigue tratando la posición social y la identidad a través del origen negro de sus personajes principales.

Con la novela sobre esclavos Beloved, Morrison inició en 1987 una trilogía a la que seguirían ensayos y otros pequeños trabajos, así como su novela Jazz (1992) y su obra Paradise, de 500 páginas, considerada por la crítica como la más compleja pero también la mejor de la extraordinaria escritora.

En Love (2004), Morrison vuelve a hablar del amor, los celos y la dependencia en la community de unos urbanitas negros. En la actualidad divide su tiempo entre su vivienda en el centro de Nueva York y su casa en el pintoresco Hudson Valley, al norte de la gran manzana.