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Este trabajo es mejor que nada, dicen los trabajadores que pasan horas bajo el sol

Laboran 12 personas como señales humanas en la línea 3 del Metrobús

La primera semana de servicio las indicaciones las dieron jóvenes con uniformes nuevos

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Sobre avenida Cuauhtémoc están las señales humanas que indican a los automovilistas que está prohibida la vuelta a la izquierdaFoto Carlos Ramos Mamahua
 
Periódico La Jornada
Jueves 17 de febrero de 2011, p. 41

Trabajar es mejor que no tener para comprar una botella de agua, aunque esto signifique estar parado horas bajo el sol, a centímetros del paso vehicular y sin prestaciones.

Estas necesidades han convertido a por lo menos 12 personas por turno en señales humanas. Hombres y mujeres que sostienen de pie durante varias horas un cartel con la indicación vuelta prohibida, con el sol a plomo y deshidratados, para no ir mucho al baño.

Sobre avenida Cuauhtémoc, donde ahora corre la línea 3 del Metrobús, desde Chapultepec al Eje 4 Xola, en cada crucero con sentido a la izquierda hay un trabajador de overol amarillo, chaleco naranja, con casco, parado en el límite del carril confinado y el flujo vehicular de la avenida.

En la primera semana de funcionamiento de la Linea 3 del Metrobús, este trabajo fue hecho por trabajadores con chalecos nuevos y brillantes, jóvenes y sonrientes, pero con el paso de los días su puesto fue tomado por algunos trabajadores que participaron en la construcción de esta propia línea.

Las gotas de sudor les caen por la cara quemada por el sol. Están acostumbrados al trabajo duro, porque es mejor tener esto a no tener nada.

Elías es una señal humana. No se queja de la labor. “Muchos automovilistas no saben todavía que pa’cá no hay vuelta” El overol amarillo, “pa’que no me vayan a atropellar”, apenas le cierra. No es de su talla.

Al preguntarle quién los contrató, contesta que a él lo escogieron para seguir trabajando cuando terminó de pintar las orillas de las banquetas y que es un señor quien le paga semanalmente, pero no sabe quién.

De lo que si me quejo es del sol, que quema mucho, y pues ni sombra hay. Sin embargo, reconoce que aunque tenga que estar parado varias horas, esquivando el paso del Metrobús, es mejor para él y su familia tener una fuente de ingresos.

Somos gente de trabajo, pero ignorantes, dónde nos van a contratar, se pregunta. Está duro. Quisiera un trabajo mejor, pero éste es el que tengo y aquí estoy, dice Elías, quien usa una franela debajo del casco para contrarrestar el calor y contener un poco el sudor.

Casi en el cruce con Eje 4 hay una mujer, que prefiere no hablar; teme que eso signifique que mañana la quiten de ahí. Se cubre el rostro con el señalamiento metálico para amortiguar las rayos de sol. Usa unos tenis muy gastados y llenos de pintura. Se aleja un poco, para que no se me entuman los pies.

A pesar de la ardua labor, otro trabajador más, un hombre de la tercera edad, quien no se identifica, dice: ahorita, donde nos toque; mañana, quién sabe si nos van a necesitar.