Si la democracia mexicana continúa por el despeñadero del abuso de la pobreza comprando votos por espejitos –billetes de 500 o mil pesos–, si el transfuguismo es mérito y no inconsistencia, si derrotar al PRI es consigna generalizada de las fuerzas políticas o fácticas y desde el poder del Estado, el riesgo de que la década de la alternancia culmine en confrontación social existe, advirtió la presidenta nacional del PRI, Beatriz Paredes Rangel.

Al encabezar la ceremonia del 61 aniversario del natalicio de Luis Donaldo Colosio, la dirigente partidista sostuvo que la corrupción del voto mina la credibilidad de los procesos electorales para el recambio de poder, y la unilateralidad antidemocrática del poder público representa la antesala del autoritarismo, no fue para esta regresión que muchos demócratas, destacadamente Luis Donaldo Colosio, propugnaron la transformación del sistema político mexicano.

Acompañada por el presidente de la Fundación Colosio, Marco Antonio Bernal, y delegados de este organismo de todo el país, además de amigos, familiares y compañeros del ex candidato presidencial, Paredes Rangel aseveró que la alternancia no significó la reforma del poder, por el contrario, representa la regresión centralista que minimiza a estados y municipios en el ejercicio de los programas públicos federales; la concentración de facultades so pretexto de la seguridad, y forma parte de la regresión democrática, la incapacidad de concebir la evolución del Estado mexicano plural y progresista que requiere un país heterogéneo con más de 110 millones de mexicanos.

En su discurso, Paredes Rangel planteó el debate que tendrá que darse en el PRI ante los grandes desafíos para la vigencia de los partidos democráticos en el momento actual: ¿a quiénes va a representar el partido? y ¿cómo va a conciliar en su interior los intereses de sus integrantes, a veces afines, a veces encontrados?

Paredes cuestionó si el PRI seguirá siendo una gran alianza de trabajadores, campesinos, propietarios rurales y sectores medios emergentes o reconocerá la nueva gama que caracteriza la enorme estratificación de la sociedad mexicana y hasta el deseo de los poderes fácticos de carácter económico y mediático por ejercer también el protagonismo político, ¿cuál será entonces su nueva naturaleza?, ¿qué coalición interna de sectores sociales, grupos y corrientes políticas alcanzará la hegemonía?

La dirigente destacó que durante su gestión al frente del tricolor optó por reconstruir la alianza con el movimiento obrero, decisión que no sólo correspondió a la conciencia histórica del papel que las organizaciones obreras tuvieron en la construcción del partido, sino a la convicción de que el enorme segmento social había sido desatendido y castigado en etapas recientes por el modelo económico general y no encontraron suficiente respuesta en ninguna organización partidaria.

Subrayó también que los partidos históricos se encuentran ante la disyuntiva de reducirse a fungir como maquinarias electorales y operadores de candidaturas que resulten rentables electoralmente, o si los partidos políticos deben ser articuladores de movimientos sociales, con procesos permanentes de formación de cuadros y con la identificación de candidaturas que proyecten los ideales que ostenta el partido, esto ante a la perversión de las prácticas electorales por el mercantilismo y desprestigio de la política, que han generado confusiones y han llevado a otros partidos a victorias pírricas.