Opinión
Ver día anteriorMartes 1º de febrero de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Días de duelo, ira y luchas
C

uesta poner buena cara al mal tiempo, como dice la conseja popular. El año se inició con la partida del Tatic don Samuel Ruiz, cuya vida y aportes fundamentales han sido ampliamente analizados en La Jornada y otros medios que no siempre fueron proclives al compromiso y proyecto que construyó con tantos y tantas otros y otras. Habría que destacar que junto a El Caminante su labor fue la de un sembrador, lo mismo dentro de la Iglesia, pero sobre todo y fundamentalmente en relación con la autonomía de los pueblos indígenas. Hoy resulta increíble imaginar siquiera la situación de los pueblos en Chiapas en los años en que don Samuel emprendió su caminar sembrando como opción de su fe la revalorización de la cultura e identidad indígena, base fundamental para el ejercicio autonómico que hoy existe en Chiapas y otras partes del país y el continente en confluencia con otros movimientos que se fraguaron en aquellos años y que en conjunto desataron un auténtico torrente social cuyos afluentes es difícil definir y tampoco se encuentra sentido a intentarlo.

Las exequias de don Samuel, como todo en su vida, despertaron polémica, sobre todo por el excesivo protagonismo oficial, lejos del actuar republicano que demandaría la formalmente vigente separación de la Iglesia y el Estado. Y es que don Samuel fue, entre muchas otras facetas, un embajador, un mediador nato y hábil para acercarse o alejarse del espacio oficial cuando la necesidad lo ameritara, siempre con la mirada puesta en la búsqueda de paz y dignidad para los pueblos. Ahí donde se necesitaba dar la cara por ellos ante el Estado don Samuel acudía seguro de que le tocaba cumplir esa delicada tarea. Uno de los procesos claves fue el de la presencia pública del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) a partir del 1º de enero de 1994, desde ese momento y los años siguientes el empeño de don Samuel fue la construcción de la paz, tarea nada fácil. Por fortuna, deja una red de compromiso pastoral, social y político, donde se perfila el liderazgo del obispo Raúl Vera, quien de inmediato asumió la presidencia del Centro Fray Bartolomé de las Casas, proyecto que requiere suma atención, pues sus tareas lo han colocado en el centro de amenazas e intimidaciones. Dentro de los pésames por la muerte de don Samuel es significativo que el EZLN expresara su valoración a la significativa obra del obispo de los pobres sin omitir que su relación también se marcó por desacuerdos, cuestión por lo demás normal en el tenso ambiente y panorama político en torno al movimiento zapatista. Buena decisión la del EZLN, así como la reivindicación de la iglesia social y el deslinde respecto a los abusos de otros sectores eclesiásticos, destacando en ello a las muchas y muchos que, entre otros, como los roncos, nos evoca a nuestro muy querido sacerdote jesuita Ricardo Robles, fallecido un año atrás.

2. Hablando de duelos, iras y luchas, también debemos señalar que en la muy herida Ciudad Juárez, al cumplirse un año de la matanza de 14 jóvenes y dos adultos durante una fiesta en Villas de Salvárcar, fue organizado un ayuno y diversas manifestaciones por sus familiares, la comunidad, el Centro de Derechos Humanos Paso del Norte, el Centro de Derechos Humanos del Migrante, el Centro de Pastoral Obrera, el Comité Médico Ciudadano, las Hermanas Siervas de los Pobres, el Pacto por la Cultura, la  Red Mesa de Mujeres, entre muchas otras. Desafiando a la constante amenaza de violencia exigieron justicia en la explanada del monumento a Juárez, una nueva expresión de voluntad ciudadana que se suma al grito de ¡No más sangre! Ya es tiempo de que se escuchen estas voces que son eco de un clamor social por que pare una guerra que supuestamente está dirigida a la delincuencia organizada y tiene como blanco a la sociedad sin distingos.

3. El parteaguas de enero llegó a Egipto, donde el viernes de ira y los días previos tomaron las calles miles de jóvenes que nacieron en la dictadura y construyen su ya basta desafiando el toque de queda y con al menos un centenar de muertos, en el marco de una muy compleja geopolítica, difícil de entender, sobre todo para nuestro continente, mal acostumbrado a no mirar más allá de sus confines. Ningún pueblo merece la opresión dictatorial; ojalá se confirme lo que afirmó el opositor Mohamed El Baradei, de que Egipto está en el inicio de una nueva era, al unirse en la plaza Tahrir a las multitudinarias protestas en El Cairo, pese al toque de queda.

En un panorama tan complejo asoman las fortalezas. Ahí están los ejemplos de don Samuel, de El Ronco, la ciudadanía organizada de Ciudad Juárez, la resistencia del SME y tantas y tantos otros a los que se suman hoy día los opositores egipcios. Qué importante es que la energía social se mantenga aun en el duelo, la adversidad y la injusticia, porque no podemos renunciar al horizonte de emancipación. Es un imperativo ético.