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Su obra, poco difundida por abstrusa, publica The New York Times

Murió el compositor Milton Babbit, maximalista, exigente con el escucha
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Milton Babbit, en una de las imágenes que circulan en Internet
 
Periódico La Jornada
Domingo 30 de enero de 2011, p. 5

El compositor estadunidense Milton Babbit falleció anoche a los 95 años, informó The New York Times.

Alumno de Roger Sessions, llevó hasta las últimas consecuencias los descubrimientos de su maestro, también compositor.

La obra de Babbit se expande en capas estratificadas. El diario neoyorquino expone una de las razones por las que su obra, tan rigurosa como trascendental, no sea tan difundida: para muchos, la música de Milton Babbit resulta incomprensible y abstrusa.

Ciertamente pedía mucho al escucha. Su inteligencia musical era tan elevada que la lubricaba con la más fina ironía: se encargó de que sus aportaciones fuesen registradas en los manuales de música como la nueva racionalidad.

Tenía tal claridad de miras este compositor que cultivó con el ejemplo su convicción de que la música es una forma de conocimiento y que su práctica debe conjugarse en la hermandad y convivencia de las artes. Pero iba más allá: también con las ciencias, en especial, obviamente, las matemáticas, la física y la filosofía.

Su sentido del humor era implacable. Confrontada su música en público frente a la preferencia de las masas por obras en apariencia de menor exigencia para el escucha, como las de Philip Glass, Terry Riley, John Adams y los demás compositores minimalistas, Milton Babbit se burlaba de sí mismo y de los demás bautizándose nuevamente a sí mismo: Es que yo soy un compositor maximalista, no minimalista.

Gran impulsor de la música electrónica, sus múltiples aportaciones a la evolución de la música incluyen su puesta en vida de un sistema de escritura que tomó como punto de partida el dodecafonismo que inventó el austriaco Arnold Schoenberg, y lo llevó al extremo. Nuevamente su manera de nombrar las cosas entretejía el rigor con la ironía: dodecafonismo total, concepto que a su vez perfeccionaron, a mitad del siglo XX, el italiano Luigi Nono y el francés Pierre Boulez.

El corpus completo del catálogo que lega Milton Babbit es un caleidoscopio de asombros. En paralelo a lo que le sucedió a Conlon Nancarrow, cuya dificultad resultaba aborrecible para los ejecutantes, Babbit se refugió en obras para pequeñas dotaciones orquestales.

Ha muerto un grande de la música. Como es común con los que de veras valen, la historia tardará muchos años en registrarlo.