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Ver día anteriorSábado 22 de enero de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Reivindicar a las fuerzas armadas
E

ste texto se redacta con el mayor espíritu cívico. Es una convicción vital sobre el gran daño y riesgo nacional que los desatinos de Felipe Calderón, en la mayor ignorancia e insensibilidad, han causado a la nación al socavar a sus fuerzas armadas (FA) en su imagen siempre respetada por el pueblo, a pesar de otros lances ilegales en que otros presidentes las han involucrado en el pasado.

Dentro de los trabajos que están en los pendientes de Calderón, y que no tiene mucho tiempo para efectuar, está la reivindicación de las FA. Tarea enorme, de necesidad nacional apremiante, además de obligada justicia, inevitable, de equidad restituidora. Calderón ha usado y abusado de ellas, las ha degradado ante el aprecio social, las ha mancillado, las ha transmutado, desnaturalizado y hasta en los sectores superiores las ha corrompido con múltiples ascensos y altísimos salarios, mientras la tropa y marinería viven en la angustia de la inminencia de la muerte. Pero no es un interés sectorial el que se enarbola, es un interés nacional inaplazable.

El Presidente, en su responsabilidad de comandante supremo, ofende a sus FA. Se apoya en facultades que escasamente le otorga la Constitución para sus designios: artículo 89 fracciones IV, V y VI, y sin embargo olvida el mandato clásico de los comandantes después del deber cumplido: velar por el bienestar de las tropas. Es un deber concomitante a sus exigencias que éticamente no puede dejar en manos de otros. Impone absurdos y no vela por sus subordinados y así acepta que:

1. Los escalafones están terriblemente atascados con generales (más de 655 en 2010) y almirantes (207 en 1997) de 197 mil mensuales, a partir de enero con su bono de riesgo. ¡Un millón cada cinco meses! Es una macrocefalia no sólo costosísima, sino vergonzosa. Sólo China, Rusia y EU tienen un número mayor. En EU, entre almirantes y generales suman sólo 973 para un ejército de 2.5 millones de elementos. Para acomodar a los nuestros, se han creado puestos de mando sobre mando y más arriba y más y más. Así se deforman peligrosamente las estructuras, todos reclaman su rebanada del pastel.

Hace pocos años había 33 zonas militares, hoy hay 46 y sobre ellas 12 regiones, más 23 guarniciones que nunca se supo para qué servían, un inmaterial Cuerpo de Ejército y van por más. La Secretaría de Marina, en su afán de conquistar territorio firme, es más audaz: siete regiones, 13 zonas y 14 sectores (Internet). Todo ello, jerarquías, sueldos y mandos llevan la firma presidencial.

Con lo anterior, que se ha operado en la oscuridad, Calderón cree que así se garantizan la entrega y lealtad de parte de las FA. Entrega y lealtad, ¿para qué? Para someterlos a cualquier orden como violar la Constitución y leyes secundarias: artículos 129 constitucional, 30 fracción IV de La Ley Orgánica de la Administración Pública Federal y primero de la Ley Orgánica de la Armada. Algunos compañeros se han desviado; aceptan todo, me comentó un general de división.

2. Como afrenta acude personalmente o envía altos representantes a las honras fúnebres de policías caídos, qué bueno. Acude él a pomposas ceremonias al cuartel general de la Policía Federal, donde llena de elogios a esa corporación que siente suya. En cambio se ignora cuántos militares han caído, sus grados y circunstancias, dicen que 200. ¿Le es vergonzante?

No se realizan honras fúnebres para los militares que dieron sus vidas, nadie conoció sus nombres, no hubo banderas nacionales en sus ataúdes como en los de los policías, no hubo reconocimientos ni se consoló a las familias. La historia no los registrará. ¿Por qué? ¿Le avergüenza la milicia y opta por acurrucarse en la policía que siente suya?

3. Las organizaciones de defensa de derechos humanos nacionales e internacionales con justicia acosan a las FA sin que tengan de parte del Ejecutivo una defensa sobria y explicativa en esos arduos terrenos. Ese campo no es su fuerte, que se rasquen ellos.

4. Las becas estudiantiles para hijos de caídos son de menos de mil pesos mensuales. Para Calderón eso vale un padre muerto.

5. La Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados la preside un policía con presuntos vínculos con los hechos de Atenco en delitos contra la humanidad.

6. Te comento que estoy tratando de tener una mayor tolerancia a la frustración. Recibimos la noticia de los ascensos y... pues no llegó el mío. Ya es la segunda promoción que no puedo ascender. Aunque un tanto frustrante acepto que el sistema es muy corrupto, oscuro y totalmente discrecional, se lamentó un capitán de infantería de Marina.

7. Se han dado más de 15 suicidios en las unidades en combate atribuidos a desesperación. ¿Por qué? ¿Qué lo explica?

La declinación del prestigio de las FA y su envejecimiento en muchos sentidos como instituciones han creado un peligro nacional muy grande. Las FA, para efectos tanto de la seguridad interior y más sería para la seguridad exterior, representan el último baluarte de la defensa del Estado. ¡Cuidado! Del Estado, que no del gobierno. Esto significa simplemente custodia de la existencia constitucional de eso que llamamos México.

El Estado democrático, en el concepto de democracia liberal o social, no puede existir sin FA. Éste será más fuerte en la misma medida en que lo sea su último baluarte. Y no es a lo que se aspira una fortaleza material que se exprese en grandes efectivos o modernos y cuantiosos armamentos y equipos. Su fortaleza está en la dignidad, la respetabilidad que hubieran ganado ante el pueblo.

Lo que es indispensable nacionalmente y así se desea son unas FA que sean fuertes en el respeto, la estimación y la confianza de su mandatario/beneficiario que es el pueblo. Que sean fuertes en sus fundamentos filosófico/jurídicos y en sus aspectos doctrinarios; vigorosos en su legislación que otorgue y limite facultades, que sean promotores de su propia modernidad y desarrollo; factores de la mejor relación con la sociedad; fuertes en su convencimiento de respeto a las leyes, a todas las que correspondan y siempre confiables y siempre fieles a sus principios. Y por supuesto, que sean profesionales y firmes convencidos del cumplimiento del sacro deber.