Opinión
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Ruta Sonora

Trish Keenan (Broadcast): 1968-2011

E

l viernes 14 de enero dejó de existir a los 42 años, víctima de influenza H1N1, la hermosa Trish Keenan, vocalista de Broadcast, dueto de culto de los pasados 15 años, originario de Birmingham, Inglaterra. Los blogs se colapsaron, en Twitter fue primera tendencia, pero sobre todo, los amantes de la música perdimos una voz afelpada, onírica; una mente creativa, contemporánea, deliciosa, emblemática de la primera década del siglo XXI, dentro del electro-pop alternativo actual.

Surgido como quinteto en 1995, pero vuelto dúo en 2005 (con James Cargill, multi-instrumentista) Broadcast saludó al mundo hasta el 2000 al editar el álbum The noise made by people, con el prestigiado sello Warp. La crítica lo aclamó y los equiparó con la banda también inglesa de post-lounge noventero Stereolab, por compartir influencias, provenientes del pop espacial de los años 60, pero Broadcast fue marcando su estilo, aun más viajado y reposado, con un canto aparentemente abúlico, como el que impuso décadas atrás la alemana Nico con Velvet Underground, pero más agudo y a veces infantil, naïve, y con mayor experimentación sicodélica, influenciada por los combos sesenteros The United States of America y White Noise.

El uso de sintetizadores y aparatos analógicos que suelen emitir frecuencias imperfectas, los ecos mil, de sonidos provenientes como de sueños de polvo de estrella, las orquestaciones colmadas de misterio, sus espectrales paredes de sonido, hicieron que miles alrededor del mundo convirtieran a este dueto en un favorito subterráneo de la electrónica sutil, pleno de hipnótica y atrayente beldad, para lo cual las letras existenciales, así como las melodías y por supuesto, la voz embriagante de Keenan, jugaron un papel primordial.

Su trabajo también puede escucharse en la rimbombancia etérea de Ha Ha Sounds (2003), un recorrido de melódicas constelaciones y pasillos interestelares de oscura pero tibia temperatura, y en Tender Buttons (2005) que en contraste ofrece una propuesta austera: cajas de ritmo, guitarras acústicas y teclados suaves, capaces de hacer del ruido una caricia de peluche negro, aunque también contiene temas coloridos, afines al electro de esos días, emparentado al cuarteto Ladytron (a su vez, fanáticos de Broadcast).

La cima de su creación llegó en 2009, tras andar por distintos caminos sonoros, cada vez más alejados del pop y más cerca de la música contemporánea, al editar el EP Mother is the Milky Way y el álbum Broadcast and The Focus Group investigate witch cults of the Radio Age, los cuales ejercitan la imaginación de manera bella y a la vez aterradora. Para crear éste, se unieron al artista Julian House para generar una experiencia surreal, colmada de sampleos mágicos, inconstantes guitarras, clavicordios deslavados, flautas pánicas, cámaras de eco que parecen derretirse, estática, gritos apagados, graznidos, agua, viento encapsulado, canto de ninfas… y terciopelo auricular cuando Trish aparece con su voz nebulosa y angelical.

Foto
Trish Keenan

Se trata de un álbum conceptual que pareciera ser el soundtrack de un experiencia onírica, entre pasajes aparentemente inconexos, los cuales van explorando las posibilidades del misterio. Sobre el mismo, dijo Keenan para la exigente revista The Wire (misma que erigió tal disco como el mejor de 2009, así como la Ruta Sonora entre lo mejor de la década): Lo paranormal es más poderoso cuando no se asume como tal, y no se exhibe como obviamente tenebroso u oscuro. Por su parte, Mother is… pareciera un extracto de aquel: un paisajito minimalista, con una brizna más de propósito melódico. Cuando se publicaron ambos, se anunció que para 2010 editarían un nuevo disco, lo cual no sucedió, pues la gira que promovía dichos álbumes se extendió un año más de lo planteado.

Y fue justo durante el cierre de esa gira, que en diciembre pasado Broadcast se presentó en Australia, donde Keenan adquirió la influenza: tras dos semanas de terapia intensiva, falleció de neumonía agravada por el virus. La delicia sideral de su canto deja un hueco insalvable, dentro de una banda de sonido único, la cual parecía expandirse a musicalidades cada vez más ignotas y que con esta muerte quizá no siga adelante, aunque lo más seguro es que Cargill pronto edite dicho álbum pendiente. Descanse en paz Trish Keenan, quien como en su canción Until then, debe estar explorando: Si yo clamo que todo me pertenece, estaré en un error, nadie de nosotros posee nada; hay un lugar que nunca he explorado, otro mundo que no hemos conquistado aún: hasta entonces, ninguno de nosotros puede considerar que algo posee.