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Ver día anteriorDomingo 16 de enero de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El encanto de las plazas
U

n grato placer es sentarse en una plaza a ver pasar la vida. El Centro Histórico tiene 30 que ofrecen todo tipo de experiencias. Las hay pequeñas, grandes y majestuosas. En los años recientes muchas han sido remozadas y permiten apreciar la bella arquitectura que las enmarca. Una de ellas es Loreto, que luce dos templos muy distintos entre sí, pero ambos magníficos: Santa Teresa la Nueva y la que da nombre al lugar; totalmente diferentes en estilo y materiales, uno de cantera y el otro de tezontle con sus detalles de chiluca. De gran amplitud, conserva hermosas construcciones del siglo XVIII y como joya de la corona una elegante fuente, que estuvo antes en el afamado Paseo de Bucareli, obra del prestigiado arquitecto Lorenzo de la Hidalga.

A un par de cuadras se encuentra la de San Sebastián, que aun espera su plena recuperación, pero permite apreciar el lindo templo que la bautiza. Tomó su nombre de una de las cuatro primeras parroquias que hubo en la ciudad de México, en el siglo XVI. El interior muestra una severa decoración moderna con los muros laterales encalados en blanco, mientras el del altar mayor es en rojo sangre con un gran Cristo y como único vestigio de su rico pasado está el púlpito del siglo XVII, tallado en madera y con restos de fino policromado. Quizá es la única iglesia que conserva techo de dos aguas con viguería en el interior, que seguramente estuvo cubierta por un elegante casetonado, como se acostumbraba en el siglo XVI, antes de que llegara a México la moda de la bóveda y la cúpula.

Otra que destaca por su gran dimensión y belleza es la Plaza de Santo Domingo, que conserva varios de los mejores edificios barrocos de la ciudad, comenzando por la iglesia del mismo nombre, el antiguo palacio de la Inquisición y la que fue la Aduana Mayor. No desmerecen los portales que desde hace siglos alojan a los evangelistas que escriben cartas, contratos y le imprimen al momento invitaciones, tarjetas y demás en pequeña imprentas. Una fuente con una escultura sedente de Josefa Ortiz de Domínguez adorna el centro de la plaza. Hay que decir que no le hace justicia, ya que muestra a la enjundiosa heroína como una rígida ancianita. En el costado sur se yerguen las casonas del mayorazgo de Medina, en donde vivió el primer cirujano que hubo en la ciudad. Contigua a éstas se levanta la que se dice que fue la casa en donde vivió y murió La Malinche cuando estaba casada con Juan Jaramillo.

Algunas poco conocidas, como Santa Catarina, en la calle República de Brasil, a escasas tres cuadras de la de Santo Domingo, es poseedora de una rica historia. En ella se encuentra un elegante templo barroco, que le da nombre y que fue una de las tres primeras parroquias que hubo en la ciudad de México. Enfrente tiene un jardín sombreado por jacarandas, que en la época de floración tienden una alfombra violácea en los andadores y fuentes. Las edificaciones que la rodean son del siglo XVIII. En un costado se yergue un busto de Leona Vicario, cuya casa queda a un par de cuadras sobre la calle de Brasil. Actualmente es la sede del Centro de Literatura de Bellas Artes, lo que permite visitarla.

Con tanto caminar ya nos llegó la hora de comer ¿no se les apetece una sopa verde de mariscos? Si no se ha gastado el aguinaldo complemente con unos langostinos al mojo de ajo o si no, unas ricas sardinas asadas o el menú del día, que es abundante y de buen precio. Grato acompañamiento es un vino blanco seco. De postre no se pierda un pastelillo de La Vasca, uno de los favoritos es el bartolo. El lugar: el tradicional restaurante El Danubio, en Uruguay número 3.