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Regresa la ópera a Bellas Artes

El director plantea llegar al límite de lo dramatúrgicamente posible en ese género

La ópera es una convención ridícula y al mismo tiempo maravillosa: Mauricio García Lozano
 
Periódico La Jornada
Miércoles 15 de diciembre de 2010, p. 6

La ópera es una convención ridícula y al mismo tiempo absolutamente maravillosa, sostiene Mauricio García Lozano, integrante de esa generación de jóvenes directores escénicos interesados en renovar esa expresión artística en México, a quien se le encargó el montaje de Fidelio, que el día 19 tiene su última función en el Palacio de Bellas Artes.

“Es ridícula –explica– porque generalmente los libretos son chistosos, pero la amplificación de emociones que contiene y el vehículo de la música provocan que esas historias ridículas se vuelvan y sigan siendo para todos nosotros irresistibles.”

En entrevista, el joven creador asume que renovar el arte operístico es un imperativo.

Lo que debe hacerse es atinar a que esas historias que de pronto parecen ridículas sigan convenciendo, en un mundo cada vez más escéptico y exigente en relación con lo que se cree, indica.

Estamos en el mundo del cine, de la Internet, donde la realidad nos golpea de frente y la podemos encontrar en todos sus niveles todo el tiempo. Entonces, actualizar la ópera implica actualizarla a esos medios también.

Considera enriquecedora la incorporación de los directores teatrales al campo operístico, tendencia que, asegura, por lo menos tiene 20 años en el mundo.

El propósito ha sido buscar ablandar un género muy anquilosado, muy endurecido. Esto ha provocado enorme evolución en la ópera; la ha sacado de un encasillamiento, aunque también ha provocado la rabia y el furor de más de un operópata conservador, señala.

Pero de eso trata la vida y la evolución de cualquier arte y de la especie humana: ser capaz de enfrentar el conflicto de cambiar.

Concebir un montaje operístico carente de dinamismo escénico es ya imposible para el director; creo que no sólo yo, sino los cantantes contemporáneos están más dispuestos y abiertos a jugársela en la teatralidad y entrarle a todo.

Respeto a la música

Todos los que intervienen en un montaje operístico: cantantes, directores, músicos y el resto del equipo, destaca García Lozano, deben estar dispuestos a llegar al límite de lo teatralmente posible.

De esa manera, agrega, la ópera se sale del cartabón de un espectáculo duro y aburrido y tiene la posibilidad de convertirse en un hecho dinámico, con una estética contemporánea, con gente que sufre, goza, se duele, ama, se besa, muere en escena.

Eso busca el público: creerle a los cantantes. Muchas veces, lo más difícil de la ópera es creerles lo que dicen que son. Por ejemplo, que un Romeo a veces sea un gordazo de 60 años, comenta.

“La ópera está siendo cada vez más exigente con la verosimilitud de sus repartos y la ductilidad de lo que puede hacerse en escena, y me parece que hacia allá es donde nos movemos.

México necesita abrirse a entender eso, y llevamos muchas puestas en escena memorables que han abierto desde hace muchos años ese camino.

Si algo busca dejar muy en claro García Lozano es que la teatralidad nunca debe estar por encima de lo vocal ni lo musical.

Nunca haré algo que atente contra la buena comunicación musical, porque la música es la principal protagonista de la ópera. Y ser capaz de respetarla, es ser capaz de hacer un buen montaje.

Acerca de Fidelio, única ópera de Beethoven, el creador escénico puntualiza que se plantea un conflicto universal: la lucha entre la libertad y la opresión, presente a lo largo de la historia de la humanidad y que, por desgracia, todo indica que así se mantendrá.

La obra aborda la historia de un hombre encarcelado en un régimen totalitario y su esposa hace lo imposible por liberarlo, inclusive hacerse pasar por hombre e ingresar como guardia a la prisión.

Hay evocación a todos los excesos de opresión humana. alude a los nazis, las prisiones gringas: Abu Ghraib, en Irak, o la de Guantánamo, en Cuba.