Opinión
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El chocolate en España

E

l chocolate fue uno de los muchos bienes que América envió a Europa. Al llegar a España, escribe María Mesatayer de Echague, mejor conocida como la marquesa de Parabere, los médicos concluyeron que era la sustancia más fría del mundo. Para paliar esa frialdad le agregaron canela, nuez moscada, pimienta, jengibre, cardamomo, almizcle y ámbar, entre otras especias y perfumes.

El chocolate llegaba elaborado desde México; una de las mezclas más apreciadas era la de Oaxaca. Cuando ya se hizo en España, se permitió en pasta, pero se prohibía venderlo como bebida. En 1614 los alcaldes ordenaron que nadie, ni en tienda ni en domicilio ni en parte alguna podía vender chocolate como bebida.

Años más tarde, en 1650, un procurador expuso que su padre era persona pobre y honrada, y que para mantenerse “ha tenido por trato y granjería elaborar chocolate y venderlo en bollos, cajas y pastillas, y asimismo para bebida en su casa (…)” Pedía licencia para que continuara con estas labores. Se le concedió el permiso para que siguiera elaborando chocolate, con la restricción de no venderlo como bebida.

Con altas y bajas, con permisos o sin ellos, el chocolate se arraigó tanto en España, que a finales del siglo XVII se le encontraba en todas partes. Es especialmente revelador un documento que cita la misma marquesa, y que se encuentra en el Archivo Histórico Nacional de aquel país. Ahí se comenta que el chocolate se ha introducido de tal manera, que apenas se hallará calle donde no se haya uno, dos y tres puestos donde se labra y vende; y a más de esto no hay confitería, ni tienda de las calles de las Postas, y de la calle Mayor y otras, donde no se venda.

A diferencia de México, si consideramos cierto lo asentado en ese documento, en España eran los hombres quienes elaboraban el chocolate en pasta, seguramente moliéndolo en metate como ocurría, por ejemplo, en Italia. Las mujeres lo vendían o revendían.

No dejaba de haber sus trampas en cuanto a adulterar el chocolate, lo que se facilitaba por venderse en pasta. Era frecuente que le echaran ingredientes que aumentando el peso disminuyen la bondad, y aun se hacen muy dañosos a la salud. Con achiote, una punta de canela, mucho picante de pimienta dan entender que es muy bueno y disfrazan los mucho malo que tiene,

Con esto y dulce, se disimulaba el pan rallado, harina de maíz y cortezas de naranjas secas y molidas y otras muchas porquerías que vienen a vender a ocho y a diez reales la libra. Eran tan duchos, que hasta las cajas falsificaban para hacer creer al comprador que el chocolate venía de las Indias.