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Rinden homenaje en Nápoles a la prima ballerina assoluta de Cuba por sus 90 años

Me inclino ante la grandeza de Alicia Alonso: es la maestra, es el estilo, dijo Carla Fracci
 
Periódico La Jornada
Viernes 26 de noviembre de 2010, p. 4

Nápoles, 25 de noviembre. El teatro San Carlo vibró en un aplauso interminable, como una ofrenda depositada a los pies de la prima ballerina assoluta cubana Alicia Alonso, con un público que rindió tributo a sus 90 años inderrotables.

La sala, el pasado martes, era un hervidero humano y, en medio de ella, otra gran diva de la danza, la italiana Carla Fracci, se inclinaba en una reverencia profunda para recordar cómo conoció a esa leyenda viva que es Alonso, como la identifican los críticos.

Yo me inclino ante su grandeza. Gracias, Alicia, le dijo. En la danza no podemos mentir porque es fruto del trabajo cotidiano, es algo muy personal lo que ella puede decir con un gesto. Ella es la maestra, es el estilo.

El homenaje se inició con un recuento del paso de la directora del Ballet Nacional de Cuba por este importante coliseo fundado en 1737, el recuerdo de su actuación en esta misma sala en 1953 con el American Ballet Theatre y el montaje de su versión de Giselle para el San Carlo, en 1981, todos momentos memorables en su carrera.

Diálogo con los jóvenes

Alicia Alonso dialogó con los jóvenes que colmaron el teatro, a cuyo museo donó un par de zapatillas de punta de su colección privada, fotos de su interpretación de Giselle y El lago de los cisnes, libros y folletos relacionados con su vida y obra e imágenes de actuaciones imperecederas.

A la velada asistieron, entre otros personajes, la embajadora de Cuba en Roma, Carina Soto, y Giuliano di Celmo, padre del joven genovés víctima de un acto terrorista perpretado contra la isla, cuya vida inspiró una coreografía de Alonso, Elegía por un joven, Fabio di Celmo in memorian, de estreno aquí.

Una vez más, la fundadora del Ballet Nacional de Cuba reinó en Nápoles, al conjuro de su arte. A los 90 años todavía baila: lo hace en la continuidad de los bailarines que suben a escena.