Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 7 de noviembre de 2010 Num: 818

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Donde la vista nos alcanza
RICARDO VENEGAS entrevista con RICARDO MARÍA GARIBAY

Carpentier, espacio y arte de birlibirloque
ORLANDO ORTIZ

El emigrante
LEANDRO ARELLANO

Tres encuentros con Tolstói

Estambul: el ojo de la abuela
LUIS RAMÍREZ TREJO

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Hugo Gutiérrez Vega

UNA CASA DE CULTURA

La difusión de la cultura artística y académica y su constante juego de relaciones e interinfluencias con la cultura popular, es una necesidad urgente y cotidiana de la vida social. Si no se atienden estos aspectos esenciales de la convivencia humana corremos el peligro de que se apoderen por completo de la vida cultural los señores y los capitostes de lo que Marcuse llamaba cultura comercial que, en nuestro país, se desarrolla y medra sin pudor alguno en el duopolio televisivo que empobrece nuestro lenguaje, abarata los sentimientos y manipula las conciencias con fines políticos y comerciales.

Por estas razones, la creación de Casas de Cultura es una tarea urgente que los poderes políticos deben emprender, incrementar y sostener, sabiendo que en ellas debe imperar un clima libérrimo en materia de libertad de expresión y de experimentación artística. Estas casas aspiran a recibir sobre todo a los jóvenes que tanto necesitan la atención y el apoyo de la sociedad y de los poderes públicos. Hay en nuestro país más de siete millones y medio de jóvenes llamados ninis, es decir, que no estudian ni trabajan. Esto no sólo es preocupante, es angustioso, pues hay en esta carencia una pesada carga de deshumanización, de deterioro de la vida civilizada, de escapatoria a través de la aventura indocumentada, de las drogas, el narcotráfico o el crimen organizado.

Estas deben ser sus casas, aquí deben acercarse a la cultura, enriquecer su espíritu, perfeccionar sus formas de expresión.

Afortunadamente, en nuestra ciudad se han dado pasos muy importantes en materia de defensa de los derechos humanos. La despenalización del aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo y la posibilidad de que esas parejas tengan capacidad de adoptar, nos coloca entre las ciudades de vanguardia en estos aspectos esenciales de la tolerancia y de la convivencia civilizada. Hace poco les decía a los muchachos de la Universidad de Guadalajara que la distancia que separa a su ciudad de la capital de la República no sólo es de 500 kilómetros sino de 410 años. Las Casa de la Cultura forman parte de este proyecto de modernización y atienden en parte la obligación que tiene el gobierno de mantener y acrecentar el derecho a la educación y a la cultura.

En un momento especialmente difícil de la vida de un país que padece una guerra no declarada que ha cobrado ya 30 mil muertos, que contempla con pavor la descomposición del gobierno federal, las envestidas de los dinosaurios eclesiásticos contra el Estado laico, la caída de la credibilidad del gobierno federal, la crisis de la educación pública empeorada por las torpezas de un secretario inepto y aliado del funesto caciquismo sindical, una Casa como la que ahora inauguramos podrá convertirse en un refugio de la inteligencia y en una despertadora de la conciencia social y de la solidaridad.

Vivimos un momento de grave deshumanización. Abrimos el periódico y nos enfrentamos a la helada crueldad que asesina a treinta o cuarenta personas al día, muchas de ellas siniestramente decapitadas; el neoliberalismo hace estragos en nuestra vida económica y social y consolida las peores formas de esclavitud contemporánea. Todo esto será estudiado y debatido en conferencias, seminarios y mesas redondas en esta casa que, además de sus compromisos artísticos, sabrá cumplir sus responsabilidades sociales y su propósito ético.

Mucho les agradezco que hayan escogido mi nombre para esta Casa enclavada en un lugar lleno de historia y de fuerza popular. Gracias a las autoridades de nuestra ciudad, al delegado de la Gustavo A. Madero y a sus funcionarios, así como a mis queridos maestros democráticos.

Les prometo que, en la medida de mis fuerzas, apoyaré los trabajos de esta Casa en la que prevalecerán los valores de la cultura democrática y de la libre expresión de las ideas. Este acto me sirve para reafirmar la idea expresada por Marx hace muchos años: “El arte es una dimensión esencial de lo humano.”

Creo que esta Casa nos ayudará a reencontrarnos con lo humano perdido y a defenderlo e incrementarlo. Este será nuestro compromiso moral con los jóvenes y niños de esta zona de nuestra hermosa, terrible y contradictoria ciudad. Será una nueva casa refugio para la cultura y la defensa de los valores humanos esenciales.

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