Cultura
Ver día anteriorLunes 1º de noviembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

María Luisa La China Mendoza recibió un homenaje ayer en la sala Manuel M. Ponce

Se es escritor aprendiendo a oír a los demás, aunque sea cuando hablan de ti
Foto
Carmen Parra y la escritora homenajeadaFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Lunes 1º de noviembre de 2010, p. a11

Se es escritor aprendiendo a oír a los demás, aunque sea cuando hablan de ti, expresó la escritora María Luisa La China Mendoza (Guanajuato, 1930) en el reconocimiento que se le ofreció por su obra y trayectoria este domingo en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en el contexto del ciclo Protagonistas de la literatura mexicana.

En el acto, en compañía de Carmen Parra, Joaquín Díez-Canedo, René Avilés Fabila y Miguel Sabido, se leyeron textos escritos para la ocasión por Vilma Fuentes y Beatriz Espejo. La autora de Con él, conmigo, con nosotros tres y De ausencia agradeció dicho reconocimiento, que le brindaron colegas, amigos y autoridades de Bellas Artes.

Sobre su obra, trayectoria y personalidad, la escritora dijo: Me califican de barroca; es cierto; el nacimiento en el cuadriculado, polifónico, laberíntico Guanajuato me preparó para la falta de mesura y lo demás lo intuyeron; entonces fue el demonio del ser con la demencialidad de la alegría, el vencimiento con el Sol y la Luna y las ganas de contar tal cual lo que pasaba debajo de mis balcones. Así fui lo que soy: esta mezcla de siciliana y carmelita descalza. Ahora, de vez en vez, me enfrento a tales disyuntivas: o Dios o Diablo; por eso lo escrito por mí es un estallido de luz con sus tormentas de lágrimas.

La China Mendoza detalló la razón de su reconocido estilo de hablar y escribir. Rememoró a su padre y a su madre, y su nacimiento “entre campanadas centrífugas y silbatos febriles, en plena revolufia y dentro de la educación más católica”, hasta cómo llegó a ser reporterita audaz, pintora de telones en el sur de Norteamérica, enviada especial al mundo entero sin saber idiomas, con un inglés deshilachado, menor al de Katy Jurado. Mis subidas a la tribuna (como diputada por el PRI) es otro cantar de pura valentía a calzón quitado. Soy una Pípila que come con cubiertos, apuntó.

“Estoy ante ustedes hablando sin piel, encuerada como los antiguos aztecas que se dejaban pelar y sus cueros iban a dar a otros cuerpos más necesitados. El tiempo de pedir la beca Guggenheim pasó a la historia, las ganas de casarme también, ni siquiera ser una de las ancianas coronadas que tuve en la vida que contemplar, una tras otra. No deseo tampoco el clásico traje Lapidus anhelado: con las medallas del Congreso de mi tierra me conformo.

“He escrito diariamente durante 56 años seguiditos, sin tropiezo, ni siquiera cuando mi madre moría o yo era tenazmente operada. Escribir me es natural, como hacer mi cama, jugar con mi perro y enamorarme neciamente. A mí no me hace falta anunciar: ‘voy a escribir la gran novela’. Ya la escribí, sin el final feliz operístico. Creo lo que me enseñaron; todo creo entre mis innúmeros tercos tatuajes. Católicos, nacionalistas, de justicia social –y así y todo– no merecí ni siquiera el premio Villaurrutia, negándoseme con la obscena crueldad de los enemigos inmerecidos.”

Sin embargo, concluyó la autora de De amor y lujo, su más reciente novela, estas fiestas son inesperadas y divinas, y no me ha sido privada la voz para dar gracias a los míos, inmerecidos, hermosos como leones de zoológico.

En su momento, Vilma Fuentes, Carmen Parra, Beatriz Espejo, René Avilés Fabila y Joaquín Díez-Canedo, en amplio reconocimiento, destacaron de la autora guanajuatense su generosidad, su inconfundible modo de hablar y escribir, con una pasión que va más allá de la curiosidad; mujer peregrina que viene de una larga peregrinación; su locura hace reír a los dioses y a los hombres, autora de novelas de bellísima prosa, ingeniosa, de imágenes novedosas, con palabras inventadas por ella y tramas extraordinarias, habla aprisa por temor a no decir los párrafos completos o a perder el cauce de las ideas.

Contemporánea de escritoras como Luisa Josefina Hernández, Julieta Campos, Elena Poniatowska y Amparo Dávila, La China Mendoza dijo ser una escritora integral que ha sabido ser leal a sus casas, causas y amigos.