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Rousseff y Serra difunden mensajes por televisión en busca del voto católico más conservador

Aborto, tema crucial en la campaña de los candidatos a la presidencia en Brasil

La guerra en Internet de la primera vuelta ahora está en los principales medios del país

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El contrincante, José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña, que ha emprendido intensa campaña para promover su postura antiabortoFoto Ap
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Periódico La Jornada
Lunes 11 de octubre de 2010, p. 37

Rio de Janeiro, 10 de octubre. Lula es un mito. Fernando Henrique Cardoso, un muerto que su partido acaba, por fin, de exhumar. Y tres ex presidentes son senadores. Sólo que a cuando a uno de ellos le preguntan sobre otro, responde: prefiero hablar de la lluvia. Eso dice Itamar Franco, ex presidente de la República y ahora, a sus 80 años, senador.

Es sólo Brasil en época de elecciones. Y las anteriores son chabacanerías frente al asunto crucial en el arranque del segundo aire: el aborto.

José Serra y Dilma Rousseff están de acuerdo sobre el asunto: el aborto es un tema de salud pública y su eventual despenalización debe ser debatida en el Congreso y no ser una decisión de la ganadora –o ganador– de esta contienda. O estaban. O parecía que estaban. Pero el miedo a perder el voto católico más conservador –no pasan de cinco, de 400, los obispos que han hecho campaña abierta contra Dilma– y a su hermano el evangélico han llevado a los candidatos a la presidencia de Brasil a acentuar frente a las cámaras su fe a toda prueba (y su obediencia, claro, a los jerarcas que condenan el aborto).

Cuando Serra fue ministro de Salud de Cardoso, los obispos católicos exigieron su dimisión porque no les parecieron las órdenes que dio a las clínicas públicas de atender a las mujeres víctimas de abortos mal hechos. Pero ahora se quiere parecer al Jorge Serrano Limón de estas tierras, quienquiera que sea.

En su tiempo gratuito en televisión, el candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) se presenta como un hombre coherente que siempre condenó el aborto y defendió la vida.

Con un fondo musical cursi, uno de los espots de Serra incluye a varias mujeres embarazadas, que se acarician la panza. Una voz profunda, como de anuncio de pañales, dice: Madre brasileña, un programa de Serra que protege la vida del bebé desde mucho antes de nacer.

Dilma Rousseff, candidata del Partido de los Trabajadores, cita la Biblia, llama a sus seguidores a denunciar y combatir los rumores divulgados en Internet y es mostrada en la mesa de una familia mientras habla de Dios y los valores cristianos. Día tras día rechaza que alguna vez haya estado a favor del aborto.

Serra insiste en haberse preparado toda la vida para ser presidente de Brasil, además de tener las mejores propuestas. Pero en esta contienda no le ha venido nada mal la guerra sucia en Internet: según las encuestas, el voto de los católicos está repartido entre ambos candidatos, pero no sucede lo mismo con evangélicos y espiritistas, que prefieren a Serra.

Lo que comenzó como una guerra en Internet ha saltado, en esta segunda vuelta, a los tiempos oficiales en televisión y a los principales medios del país, que respaldan, abierta o veladamente, a Serra.

La edición de esta semana de la revista Veja, por ejemplo, muestra dos Dilmas, una al derecho y otra al revés, con sus declaraciones contradictorias sobre el aborto.

Jesucristo y las intrigas

Un hombre flacucho, canoso y de larga cabellera acompaña siempre en primera fila a la candidata Dilma Rousseff. Es un genio, dicen. Se llama Marcelo Branco y es el jefe de un equipo de 150 personas que se encargan de alimentar las redes sociales y transmitir los eventos por Internet. El equipo que dejó pasar la guerra sucia y que ahora trata de revertir los rumores, las falsas declaraciones y mentiras que circulan en la red.

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Dilma Roussef, candidata presidencial del Partido de los Trabajadores, saluda a simpatizantes en la Bienal de Arte de Sao Paulo, ayer, durante un acto proselitista de cara a la segunda ronda electoralFoto Ap

Por ejemplo, dejó sin respuesta un correo electrónico con una supuesta declaración de Rousseff en la que afirmaba que su victoria ya no la paraba ni Jesucristo.

Por eso ahora, en el control de daños, Dilma Rousseff aparece en las pantallas durante la visita a una clínica que atiende a adolescentes y jóvenes embarazadas. Al lado de las muchachas, dice que en la primera vuelta había otros nueve candidatos y se diluía la posibilidad de saber de dónde procedía la guerra sucia. De aquí en adelante somos dos. Si continúa esa red de rumores e intrigas, sólo puede venir de mi adversario.

La candidata de Lula no se cansa de reunirse con obispos y pastores, de visitar clínicas de maternidad y hogares infantiles. Su equipo de campaña no deja de propagar informaciones que los grandes medios brasileños ignoran o publican escondidas en las últimas páginas. Por ejemplo, la declaración de un vocero de la conferencia de obispos de Brasil. Lamentamos profundamente que el nombre de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB, por sus siglas en portugués) y de la propia Iglesia católica, esté siendo usado indebidamente a lo largo de la campaña, siendo objeto de manipulación.

El comité de campaña de Rousseff también divulga un documento donde la Comisión Brasileña de Justicia y Paz, un órgano de la CNBB, alerta sobre la explotación electoral e indebida de la fe cristiana.

Contra plan nacional de Lula

Repartidos en todas las fuerzas políticas, una porción de los legisladores evangélicos aprovecha el viaje para imponer su agenda conservadora, que incluye no sólo enterrar cualquier proyecto de despenalización del aborto, por tímido que sea, sino también parar el Plan Nacional de Derechos Humanos (conocido como PNDH-3) elaborado por el gobierno de Lula.

Anthony Garotinho, uno de los pastores, que también es diputado, dice a la prensa brasileña que van a parar leyes que busquen dar derechos a los homosexuales. En la llamada bancada evangélica, que pasó de 56 a 68 miembros en una Cámara de 513 integrantes, también hay partidarios del gobierno. Uno de ellos, Eduardo Cunha, dice, en defensa de su candidata, que Dilma no va a presentar al Congreso propuestas contra la vida.

Los diarios publican los resultados de una encuesta que, a juzgar por la difusión que le han dado en los últimos días, son causa de orgullo nacional: Brasil es el país de América Latina con mayor libertad sexual. El dato se publica al lado de informaciones sobre las muertes por aborto clandestino, el mismo día que Franco le dice a Folha de Sao Paulo que el presidente Lula es sólo un mito. Y entonces se refiere a Getulio Vargas, quien acabó pegándose un tiro en el pecho, entre otras cosas por la fuerte presión de los medios, según se cuenta aquí: “Ya tuvimos un gran presidente que también fue ‘padre de los pobres’ y después fue derrocado, ¿o no?”

Por lo pronto, quien esté libre de pecado, que gane el primer voto.