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El filósofo recibió el primer Premio Internacional Alfonso Reyes del Colmex

Comunidades indígenas, espacios para realizar la utopía: Luis Villoro

En Oaxaca, Michoacán y Chiapas se ensaya una organización diferente, dice

Una democracia comunitaria eliminaría toda forma de exclusión de cualquier persona o grupo, asevera el académico

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Luis Villoro, ayer, en el auditorio del Colmex, donde recibió el premio Alfonso ReyesFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Viernes 8 de octubre de 2010, p. 4

Al recibir el primer Premio Internacional Alfonso Reyes, instituido en el contexto del 70 aniversario de El Colegio de México (Colmex) para reconocer la trayectoria de destacados humanistas, el filósofo Luis Villoro sostuvo ayer que la realización de la verdadera utopía se encuentra aquí y ahora, entre algunas comunidades de la América indígena.

En particular, se refirió a la manera que esas comunidades tienen de organizarse en términos sociales, políticos y económicos, opuesta totalmente a la visión de la modernidad occidental, la cual ha causado tantos males a la humanidad y al planeta mismo.

Esa manera de organizarse es la democracia comunitaria o republicana, explicó, una de las dos formas de democracia que existen; la otra es la liberal, extendida actualmente en la mayoría de los países occidentales.

El académico y profesor emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dictó la conferencia magistral Dos formas de democracia: liberal y comunitaria, como parte de la ceremonia de recepción del mencionado galardón, el cual consta de una medalla, un diploma y 350 mil pesos.

El acto tuvo lugar en el auditorio Alfonso Reyes del Colmex, con la presencia del presidente de esta institución educativa, Javier Garciadiego, quien informó que entre los postulados para esta primera versión del galardón se encontraban John Elliot, Jorge Semprún, Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, Noam Chomsky, Mario Vargas Llosa (distinguido ayer con el Nobel de literartura 2010) y Alfredo López Austín.

Ya en su intervención, la cual duró cerca de una hora, Luis Villoro expuso las características de las democracias liberal y comunitaria, así como las diferencias que existen entre ellas, con el propósito de argumentar porqué muchos –entre ellos él– juzgan superior a la segunda.

Afirmó que la democracia liberal, al ser una expresión del capitalismo moderno, es causante y responsable de los males que padece el mundo actual.

Citó a los filósofos Jurgen Habermas, David Held y Will Kimilcka, quienes sostienen que la globalización capitalista ha conducido a Occidente a una explotación inicua de los trabajadores, a amenazas sobre el medio ambiente natural y a injusticias globales en una sociedad mal estructurada.

Prosiguió: “Frente a los males del capitalismo, me parece que el único remedio sería caminar hacia un orden diferente, y aun opuesto, al capitalismo mundial. Porque la hegemonía de la cultura occidental moderna en el capitalismo se ha acompañado de efectos nada deseables, tales como la depredación de la naturaleza por la tecnología, la primacía de una razón instrumental frente a la ciencia teórica y, en el orden social y político, el individualismo egoísta contra la primacía del bien común.

¿Cuál podría ser la alternativa? Cualquiera que fuere tendría que ser una que eliminara o, al menos, aminorara los males causados por la cultura pretendidamente universal del capitalismo moderno.

Fue en ese momento de su intervención cuando Luis Villoro aseguró que en algunos pequeños lugares de México se está ensayando otra sociedad, mediante una variante del republicanismo o comunitarismo.

Me refiero a algunas comunidades de Oaxaca, Michoacán o Chiapas, indicó. Allí se está ensayando la realización de una comunidad diferente. Es apenas un pequeño lugar, ¿pero acaso no sería una chispa que pudiera llegar a encender una hoguera?

Explicó que esa sociedad nueva está caracterizada, entre otros aspectos, por el comunitarismo, en contraste con el individualismo que permea todo el pensamiento occidental.

Una democracia comunitaria es la que trataría de realizar el bien común para toda la comunidad. Seguiría los principios siguientes de la sociedad: acercarse a la no desigualdad, a la complementariedad y la reciprocidad, basada, para ello, en una economía distributiva, señaló.

“Una democracia comunitaria eliminaría así toda forma de exclusión de cualquier persona o grupo. Frente a la desigualdad existente, se acercaría a la equidad y a la redistribución adecuada de los recursos. Al seguir y realizar estos principios, una sociedad se convierte en una comunidad. Se refleja entonces en la moral y el derecho. Frente a los derechos individuales, los derechos colectivos; frente al individualismo occidental, el ‘nosotros’ colectivo.”

Otra características de esa sociedad nueva es la relación de poder que se da en su interior, puntualizó Luis Villoro, quien ejemplificó con el caso de las zonas zapatistas de Chiapas, donde se instituyeron las juntas de buen gobierno.

“Éstas se conducen conforme a los siguientes principios: participación de todos los miembros de la comunidad en la elección, rotación del mandato, revocabilidad y rendición de cuentas. Estos principios expresan el lema zapatista del ‘mandar obedeciendo’.’’