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El PT tendrá mayoría holgada en el Senado y 60% de escaños en la Cámara de Diputados

Comienza en Brasil disputa de Serra y Rousseff por el apoyo de Silva

Tenemos más proximidades que diferencias, asegura la candidata oficialista a la presidencia

El aspirante de la Social Democracia alaba a la abanderada que obligó a la segunda vuelta

La aspirante del Partido Verde se tomará dos semanas para decidir a cuál de los dos apoyará

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Dilma Rousseff, del Partido del Trabajo, disputará la segunda vuelta electoral con su contrincante del Partido de la Social Democracia Brasileña, José Serra, y ambos buscan el apoyo de Marina Silva (al centro), quien obtuvo 20 por ciento de la votación en la primera rondaFoto Ap y Reuters
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Periódico La Jornada
Martes 5 de octubre de 2010, p. 19

Sao Paulo, 4 de octubre. La penitencia de Heimar de Oliveira dio resultado. Marina Silva era una niña de 16 años cuando llegó a la ciudad de Río Branco a trabajar de empleada doméstica en casa de Heimar. Aunque enferma de hepatitis y malaria, Marina, quien procedía de una aldea de recolectores de caucho, trabajaba duro y comenzó a aprender a leer y escribir. En castigo por lavar mis jeans sucios, Marina me impuso ganar cinco votos por día para ella, ha dicho Heimar.

El hogar donde trabajó Silva se convirtió en la pasada campaña en una de las casas de Marina, que se esparcieron por el país. La trayectoria de Silva –y su encendido rechazo del aborto– abonaron a la causa de quien captó los votos de quienes rechazaron sufragar por alguno de los dos punteros. De este modo Marina Silva, con casi 20 por ciento, se convirtió en el factor que obligó a la segunda vuelta electoral.

Primera en salir al ruedo tras darse a conocer los resultados, Silva se negó a declarar su apoyo a los candidatos que quedaron en la contienda, mientras los dos aspirantes que van a la segunda vuelta comenzaron a disputarse los favores de una política de verde de corazón rojo, como la define una revista brasileña, pues la ex candidata del Partido Verde fue hasta hace poco militante del Partido de los Trabajadores (PT) del presidente Lula.

La misma noche del domingo, José Serra, candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) –a cuyos miembros se conoce como tucanos–, felicita a Marina Silva y exalta su personalidad. En la víspera de la primera vuelta, el líder moral tucano y ex presidente Fernando Henrique Cardoso había ofrecido sus servicios como puente entre su partido y la candidata verde.

La prensa brasileña da cuenta, además, de que desde antes de las elecciones los tucanos mantenían discretos contactos con los verdes para discutir una alianza en la eventualidad de una segunda vuelta.

Los rojos no se quedan atrás. En Brasilia, Dilma Rousseff, candidata del PT, reconoce que Silva le quitó votos y se deshace en elogios: Tenemos más proximidades que diferencias, dice.

En los periódicos de mayor circulación comienzan a desteñir a la candidata verde de corazón rojo. “Ella le viene muy bien a un electorado que un día votó por la izquierda, pero que gustaría de un discurso más ‘moderno’… Un discurso menos centrado en conflictos de clase…”, escribe el profesor Vladimir Saflte en Folha de Sao Paulo, al resumir los argumentos que se repiten aquí y allá en busca de acercar a Silva a Serra.

Pasarán 15 días antes de que Marina Silva anuncie si se decidió por Dilma o Serra. Aunque también es posible que no se decida por ninguno, si calcula que es lo más conveniente para sus aspiraciones presidenciales en 2014.

Si decidiera por Rousseff probablemente entraría en conflicto con la dirección del partido al que se afilió apenas en esta campaña. El presidente del PV, José Luiz Penna, es aliado del partido de Serra. De hecho, los verdes fueron en coalición con los tucanos en varios estados del país.

El resultado que tuvimos (ella y William Leal, su candidato a vicepresidente) es mucho más grande que nuestro partido, suelta Marina Silva esta tarde, quizá anticipándose a una jugada de los dirigentes del PV que son aliados de Serra.

La candidata también informa que los dos contendientes de la segunda vuelta ya la han llamado y que anunciará su decisión en dos semanas.

La guerra sucia de Internet

En los debates, Marina Silva se declaró, una y otra vez, en contra del aborto. Dilma Rousseff también, pero a los ojos de los grandes medios, y de los muy influyentes jerarcas católicos y evangélicos, su discurso era ambivalente. En la guerra sucia de Internet, cuya autoría naturalmente nadie asumió, según el análisis de los votos por preferencia religiosa, Silva le arrebató a Rousseff buena parte de los votos de los jóvenes educados, aunque esos electores decepcionados tampoco quisieron dar su voto a Serra. El otro segmento donde Rousseff perdió electores fue el de las mujeres de clase media y baja, que negaron su voto a la candidata oficialista, dicen los primeros análisis, debido a la guerra sucia que se dio contra la candidata por el tema del aborto.

Aunque la sociedad tiene fama de rendir culto a la desnudez y la pachanga, en temas como el aborto se muestra mayoritariamente conservadora.

Los petistas temen que esa guerra reaparezca en la segunda vuelta. Se refieren a las búsquedas de Dilma + aborto, que en septiembre crecieron mil 500 por ciento. O a videos de Youtube que fueron vistos cientos de miles de veces. En algunos de ellos, los menos que se llama a Rousseff es excremento del infierno y otras linduras. Otros fueron abiertamente difundidos por ministros evangélicos, con llamados a votar por un candidato que diga sí a la vida.

Y ese candidato era Marina Silva.

Participe en las discusiones de las redes sociales. Defienda a Dilma de las mentiras de adversarios que no tienen argumentos para atacar a nuestra candidata. Alerte a sus amigos contra las mentiras y promesas de última hora de quien nunca defendió al pueblo, llama desde hoy el comando de campaña de Dilma Rousseff.

Decepción en el PT

El problema del PT fue que la amplia ventaja de su candidata un mes antes de la elección creó gran expectativa. No lograr la victoria en la primera vuelta provocó decepción en el oficialismo.

El sociólogo Emir Sader, cercano a Lula, dice que la izquierda obtuvo el mejor resultado electoral de su historia.

Y no le falta razón.

Pese a no llevarse la primera vuelta, el PT y su aliado, el Partido Movimiento Democrático Brasileño, sumados a los senadores que permanecen en sus cargos, tendrán holgadamente más de las tres quintas partes de esa cámara necesarias para realizar reformas constitucionales.

En la Cámara de Diputados, el Partido de Lula y sus aliados tendrán 60 por ciento de los legisladores. En tanto, el partido de Serra y su principal aliado, el partido DEM (Demócratas), perdieron 34 bancas.

Además, el PT y otros partidos de izquierda, sus aliados, obtuvieron las gubernaturas de Río Grande do Sul, Bahia, Pernambuco, Ceará, Espírito Santo, Sergipe y Acre. En el Distrito Federal (Brasilia) van a disputar la segunda vuelta, con buenas posibilidades, al igual que en Pará.

Señoras y señores, con ustedes, esta noche, los candidatos a la presidencia de Brasil: Fernando y Luiz… No, no es así, porque los candidatos son Serra y Dilma pero, al menos del lado del PT, la estrategia de batalla rumbo al segundo tiene un punto principal: comparar los gobiernos de Cardoso y Lula. La apuesta petista es dejar claro al electorado que los tucanos pudieron tener éxitos macroeconómicos, pero nunca se preocuparon por los pobres de Brasil.

“Nosotros los malos versus ellos los buenos”, había resumido el ex presidente Cardoso la víspera de la elección.

La otra pata de la estrategia lulista es convener a Marina Silva, a quien también quieren los tucanos.

Tengo un gran aprecio por Marina, dice, al comparecer ante los medios, el ganador de la gubernatura de Sao Paulo, Geraldo Alckin. Los antiguos compañeros de partido de Silva no se quedan atrás.

La pregunta es si será Dilma Rousseff o José Serra quien consiga convencer a Marina Silva de sumarse a su candidatura. Los candidatos de la segunda vuelta parecen dispuestos a todo. Incluso, parece, a lavar los jeans sucios de la seringueira de piel verde y corazón rojo.