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Son habitantes del municipio de Medellín, Veracruz, golpeado por Karl y la creciente del río Jamapa

Damnificados regresan a sus casas sólo para toparse con la desolación

La mayoría no se fueron a albergues, sino a hoteles o con familiares, y están enojados con la constructora

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Algunas vías de comunicación terrestre continúan inundadas en Medellín de Bravo, por lo que sólo vehículos de carga pesada pueden trasladar a personas damnificadas que buscan agua y alimentosFoto Miguel Ángel López Solana
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Un residente de Cardel, Veracruz, ingiere una bebida cerca de su casa destrozada tras el paso del huracán KarlFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 22 de septiembre de 2010, p. 36

Medellín, Ver., 21 de septiembre. Juan Simón Chalchi Virgen regresó esta mañana a su casa del Circuito Níspero, en el fraccionamiento Puente Moreno, para toparse con la desolación: lodo, ventanas rotas, enseres destruidos y todo su patrimonio bajo el agua.

Desde las 7 de la mañana, la policía local y de tránsito instrumentó un operativo para controlar el flujo de vehículos hacia este pequeño municipio vecino de Boca del Río, golpeado por Karl y la creciente del río Jamapa. Es una procesión de damnificados que se aprestaron a volver a sus viviendas apenas se enteraron, como Juan Simón, de que el agua había bajado y ya había luz y agua potable.

Decenas de personas limpian sus casas, sacan colchones, enseres, papeles, fotografías, cunas, roperos, refrigeradores, estufas, cabeceras de camas, juguetes: la vida personal expuesta.

En Puente Moreno, dice la señora Pitalúa, todos “somos vecinos de bien…” y acaso se refiera a que, a simple vista, la mayoría de estos damnificados son propietarios de camionetas del año y algunas de lujo, las cuales rescatan de entre patios anegados de lodo y agua estancada, motocicletas Honda o pequeñas lanchas deportivas o de recreación. Y no son los menos. Otra vecina dice: “Aquí casi todos somos profesionistas…”

Lidia de la Rosa Madrid también arribó por la mañana a Puente Moreno. Su esposo se niega a conversar. Está indignado. A nosotros no nos robaron nada, pero perdimos todo, dice.

A unos pasos de ella, la madre de Rodolfo Cano Torres, propietario de una papelería, dice que su hijo no está porque salió a trabajar, mientras se afana en sacar el lodo de la vivienda donde su hijo tenía el comercio: “nos saquearon todo, todo; se llevaron hasta la báscula…”, dice, y no puede reprimir el llanto.

Cientos de vehículos hacen fila para entrar a Puente Moreno por el único carril de circulación que queda liberado de grandes encharcamientos, donde a pocos pasos la corriente del Jamapa da cuenta de su potencial peligrosidad.

Rematan sus casas

La mayoría de estos damnificados no está en albergues, sino en hoteles o casas de amigos o familiares. Y casi todos están enojados con la constructora Medellín, de Luis Eusebio Barquín Gómez, de quien, dicen, no han sabido nada. Las casas aquí están cotizadas en más de 400 mil pesos.

Por toda esta área, vecina del río, comenzaron a aparecer decenas de letreros de: se vende terreno y casa, trato directo, ofrezca y se remata casa; algunas propiedades son rematadas hasta en 200 mil pesos.

En tanto, en la colonia popular Carranza, municipio de Boca del Río, y una de las concentraciones más grandes de la cabecera vecina a Veracruz, personas como Alejandra Benítez Hernández, viven de otra manera la emergencia que les dejó Karl:

“Me dice mi esposo, ¡qué bueno que salimos, que estamos vivos…!”, cuenta, porque con su pequeña hija Azul, de cinco años, más su recién nacida y el marido obrero incapacitado que apenas podía caminar, salieron por su propio pie:

“Ya cuando el agua nos daba más arriba de la cintura. Damos gracias a Dios de estar vivos. Sólo nos reímos cuando Azul nos pide regresar a casa porque quiere dormir en su camita y le decimos que sólo que sea la sirenita…” Su casa se inundó en menos de media hora y ahora sabe por vecinos que tiene más de dos metros de anegamiento.

En la Carranza, la situación es crítica. En Avenida 18, esquina Calle 8, que da paso a la 2ª y 3ª secciones de la colonia, se estima que quedaron un total de 250 personas que por diversas razones no salieron y prefirieron permanecer en los techos.

Unos duermen, otros vigilan

Durante días se mantuvieron con la ayuda de otros vecinos: les llevaban tortas y agua que se comían en lo seco en la confluencia de esas calles, “y regresaban nadando a sus casas…”, refiere con voz entrecortada Angelina, una chica que ha estado apoyando, con sus recursos y de amigos, a estos vecinos que montan guardia para evitar el saqueo y el pillaje. Unos duermen y otros vigilan.

Margarita Zavala llegó este día a recorrer el albergue de damnificados en el auditorio Benito Juárez de Veracruz y a visitar la Cruz Roja; dijo que después de ver y escuchar historias no tengo dudas de que los veracruzanos saldrán adelante.

Heriberto Félix Guerra, titular de la Sedeso, dijo que por orden del Presidente se vendrá a vivir a Veracruz por un tiempo, para vigilar de cerca que se preste la ayuda necesaria.