Sociedad y Justicia
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Experta asevera que al año unos 40 mil menores son devueltos, la mayoría sin sus padres

Niños repatriados padecen abandono escolar y familiar

El fenómeno no ha sido analizado a profundidad por las autoridades, señala Sandra Llamas

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Las cifras de menores migrantes repatriados son alarmantes. En la imagen, un grupo de indocumentados fue detenido en 2004 antes de llegar a Estados UnidosFoto Alfredo Domínguez
 
Periódico La Jornada
Lunes 13 de septiembre de 2010, p. 40

Alrededor de 40 mil niños son repatriados cada año de Estados Unidos a México, la mayoría de ellos sin sus padres, lo que ha provocado fenómenos de desintegración familiar y deserción escolar crecientes, advirtió la académica Sandra Llamas, especialista en temas de política internacional de la Universidad Iberoamericana.

En entrevista con La Jornada, la profesora explicó cómo en los recientes cuatro años algunas instituciones oficiales han comenzado a investigar cómo ocurre el proceso de reinserción de los menores, luego de la experiencia frustrada de migrar a Estados Unidos con sus padres u otros familiares.

Los números son alarmantes. La cantidad de niños repatriados a México, quienes en su mayoría son deportados sin sus padres, se ha incrementado a más de 40 mil al año, y de este problema no se ha hablado con profundidad, señaló.

De acuerdo con estadísticas del Consejo Nacional de Población (Conapo), entre 2007 y 2009 hubo 106 mil menores repatriados desde Estados Unidos, lo cual da un promedio de 35 mil anuales, pero esa cantidad en realidad es más cercana a los 40 mil, según estudios del investigador Antonio Meza Estrada, quien ha analizado el fenómeno sobre todo en Oaxaca.

El problema ha tendido a incrementarse, y a lo mejor en 2010 esta cantidad ya aumentó. Los reportes del Conapo indican que la mayoría de los niños regresa sin sus padres, y muchos son recibidos por sus abuelos o empiezan a buscar otros familiares en varias entidades del país, lo cual les genera altibajos económicos y deserción escolar, explicó Llamas.

Por desgracia, las instituciones encargadas de proteger a la niñez –entre ellas el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), aunque no solamente–, no han atendido el problema, en un momento en el que los menores afectados necesitan atención sicológica y médica, además de apoyo para que su proceso educativo no se trunque.

La cuestión de volver a México y tocar las puertas de las escuelas es muy difícil. El niño está abandonado y para registrarlo otra vez, en algunos planteles les exigen documentos que no tienen, como el acta de nacimiento, lo que viola los artículos 3 y 31 de la Constitución y la Convención de los Derechos del Niño, que entró en vigor en el país en el año 2000, señaló.

De esa forma se genera un problema grave de rezago escolar, porque suelen inscribir a los menores en grados que ya habían cursado, egresan cada vez con mayor edad o, en el peor de los casos, desertan y se vuelven niños de la calle, caen en redes de explotación infantil o se unen a pandillas.

Aunque no es privativo de una sola región, el fenómeno se presenta con más frecuencia en los estados de México, Puebla, Veracruz, Chiapas y Oaxaca, donde se registran los índices más altos de pobreza.

Estos huérfanos de la migración, lamentó Llamas, se hacen invisibles para la gente, y en ello hay responsabilidad de las instituciones públicas, pero también de la misma sociedad, que muchas veces no crea redes de atención adecuada para las víctimas de este fenómeno.

“Al niño se le ha quitado su infancia, se le ha abandonado. Debemos hacer algo ante esta situación, porque si continúa, puede crecer el número de jóvenes en las bandas o que ya no se insertan en la educación, como los ninis”, advirtió.