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En entrevista, tres especialistas resaltan el valor de quien dio todo a la causa independentista

Las mujeres deberíamos tener en mente a Leona Vicario, afirman historiadoras

Fue la más acaudalada del movimiento, señala Staples Dean

No se ha hecho la historia de aquellas que pelearon; en este bicentenario hay muchas ausencias, lamentó Ana Carolina Ibarra

Foto
Único retrato que existe de Leona Vicario, el cual se encuentra en el Museo Nacional de Historia
 
Periódico La Jornada
Lunes 13 de septiembre de 2010, p. a13

María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador (1789-1842) se lanzó al campo insurgente con extraordinario valor. Fue una mujer decidida y clara en sus convicciones, vivió enormes aventuras y renunció a todo por el movimiento de Independencia.

En entrevistas por separado, las historiadoras Ana Carolina Ibarra, del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autonoma de México (UNAM); Celia del Palacio, doctora en historia por la UNAM, y Anne Staples Dean, de El Colegio de México, coincidieron en afirmar que Leona Vicario fue la mujer más acaudalada que dedicó sus recursos a la insurgencia; sufrió situaciones inconcebibles, como terminar encarcelada y enfrentar los procesos judiciales de aquella época, sin consideraciones.

Respecto de la participación de Leona Vicario, Celia del Palacio señaló que fue un personaje excepcional por su valor, por la instrucción y la claridad que tuvo sobre la insurgencia.

Resaltó la disposición que tuvo de poner capital, tiempo y su esfuerzo al servicio del movimiento, para volverse parte de la conspiración de Los Guadalupes en la ciudad de México y convertirse en mensajera de los insurgentes.

Otro mérito que subrayó la autora del libro Leona fue el valor que tuvo para no denunciar a sus compañeros de conspiración ante la Inquisición en la ciudad de México, además de las condiciones precarias en las que vivió cuando las autoridades virreinales saquearon su casa.

Ejemplos de valentía

En todos los años que duró la guerra de Independencia, ya despojada de su herencia, Vicario parió a su hija en una cueva en medio de los montes, y cruzó parte del país en condiciones precarias. También fue valiente al enfrentar a personajes poderosos, como el presidente de la República en 1831, al exigir la integridad de su marido, Andrés Quintana Roo.

A diferencia de otras mujeres, señalaron las historiadoras, Leona decidió participar como insurgente por gusto y con mucha mayor libertad de decisión que la mayoría de las mujeres, debido a que creció huérfana y tenía sus propios recursos.

Anne Staples Dean señaló que Vicario “en esa época estuvo muy comprometida con las cuestiones insurgentes en el grupo de espías y Los Guadalupes y terminó como independentista dedicando gran parte de su fortuna para enviar medicinas y armas a Tlalpujahua.

Fue una mujer activa, promotora de la Independencia y la más acaudalada en el movimiento; en eso radica su mérito. Leona defendió la causa insurgente y en una ocasión dijo que las mujeres son capaces de los mayores sacrificios, que ellas son menos interesadas que los hombres y son capaces de entender una necesidad y una patria libre.

Ana Carolina Ibarra señaló que Vicario fue de gran ayuda para los insurgentes durante el tiempo que permaneció en la ciudad de México, sobre todo de quienes estaban alrededor de Ignacio López Rayón, en los campos de Tlalpujahua y la región del actual estado de México, porque les mandaba tinta y noticias de las reuniones que realizaba en su casa con el grupo de Los Guadalupes.

Ibarra resaltó que Leona siempre luchó por tener la pareja que quería: al ser huérfana, su tío la había comprometido para que se casara con el hijo del conde de La Valenciana, muy prestigiado y famoso; sin embargo no aceptó y siguió los pasos de Andrés Quintana Roo, a quien amaba.

Reiteró que Leona Vicario fue una mujer valiente, decidida y resuelta a caminar por sí misma. Fue clara en sus convicciones tanto amorosas como por la insurgencia; vivió enormes aventuras, como cuando la encerraron en el convento de Belén y luego escapa disfrazada de esclava negra.

De acuerdo con Ibarra, “las mujeres deberíamos tener en mente a Leona, porque fue firme y decidida; no estaba dispuesta a someterse a la tutela de otros.

La historia la registra un poco, pero todavía hay mucho que descubrir de ella y de su relación con otras mujeres insurgentes. Debemos rascar en los documentos, porque no se ha hecho la historia de las mujeres; noto este bicentenario con muchas ausencias.

Total libertad

Celia del Palacio, autora del libro Adictas a la insurgencia, consideró a Vicario como la primera mujer en México que defendió su derecho a pensar, en una carta que publicó en el periódico El Federalista: Por lo que a mí toca, sé decir que mis acciones y opiniones han sido siempre muy libres, nadie ha influido absolutamente en ellas y en este punto he obrado siempre con total independencia, y sin atender a las opiniones que han tenido las personas que he estimado, escribió.

Leona Vicario nació el 10 de abril de 1789. Fue hija de don Gaspar Martín Vicario, regidor perpetuo de la ciudad de México, peninsular con familia de gran abolengo que se casó en segundas nupcias con Camila Fernández de San Salvador, nacida en Toluca, descendiente de la nobleza alcohua.

Murió el 21 de agosto de 1842 en su casa, en los altos de la calle de los Sepulcros, a las nueve de la noche. Santa Anna decretó que se le hicieran funerales de Estado y se le nombró madre benemérita de la patria.