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Ayudo a mi gente, mi pueblo, mi barrio, porque son parte de esto, asegura

Érik Morales, un tipo tierno que comparte las mieles del boxeo

Hoy peleará con el escocés Limond en la función especial por el bicentenario en la Plaza de Toros México

El próximo año El Terrible buscará un combate contra Juan Manuel Márquez

 
Periódico La Jornada
Sábado 11 de septiembre de 2010, p. a13

El Terrible Morales es un tipo tierno. Al menos eso piensa el escritor estadunidense James Ellroy en un emotivo relato en el que elogia al boxeo mexicano. Es un saber popular y memoria, escribe sobre este deporte en el que –dice– se sublima bravuconería y machismo, en el que se muere por amor y se vive para impresionar y apabullar a los rivales.

Con prosa veloz, a pasos cortos como peleador clásico, el autor de La Dalia Negra confiesa su fervor por los púgiles nacidos en estas tierras, y relata con entusiasmo el primer combate que sostuvieron Marco Antonio Barrera y Érik Morales. No oculta su simpatía por este último. Es tierno, dice: financia cenas de Nochebuena; no despilfarra el dinero, ahorra; regaló computadoras a una escuela en Tijuana. Érik es terrible, pero bondadoso.

Morales no conoce a Ellroy, pero sí recuerda que apenas coronado campeón del mundo en 1997 visitó su antigua escuela secundaria en Tijuana. Conversaba con un ex profesor, quien al tiempo que lo felicitaba por el título aprovechó para contarle un proyecto que traía entre manos: montar un laboratorio de cómputo. Sin presupuesto para hacerlo realidad, el proyecto parecía más un anhelo. Al día siguiente, Morales hizo tratos con el vendedor de las máquinas. Preguntó. Pagó.

Cuando informó a su representante lo que acababa de hacer, éste le reclamó alarmado: No seas cabrón, te vas a quedar sin dinero.

No le importó. El Terrible sólo pensaba en que su aportación había convertido a su ex secundaria, la número 41, en una de las primeras en tener laboratorio de cómputo, no sólo en Tijuana, sino en todo México.

–Sabes qué –le dijo al representante–, no hay problema, ahí luego veremos. ¡Chinguesumadre! –escupió en caliente.

Dice que sí, le valió madres, pero es que, asegura, comparte lo que el boxeo, ese énfasis salvaje del que habla Ellroy, le ha dejado en estos años. Con la gente, con mi pueblo, con mi barrio, porque ellos también son parte de esto, afirma Morales, quien no sólo logró ese título supergallo, porque más adelante conquistó el pluma y el superpluma.

En caída libre

Hace unos años dejó el boxeo porque todo en su vida y su carrera iba mal. En caída libre, dice El Terrible, y planea en picada con su mano, haciendo un silbido para ilustrar hacia dónde se dirigía. Cuando se fue, otros ocuparon su lugar. Barrera hizo pausa y también se bajó de los cuadriláteros. Juan Manuel Márquez se convirtió en el púgil mexicano más respetado en el mundo. Barrera regresó y fue muy criticado. Márquez sigue en la cima.

Gordo, pero con ambiciones, El Terrible pensó hace más de un año que aún le quedaban cosas por conseguir en el boxeo. Decidió convertirse en el primer mexicano en lograr un cuarto título en una categoría distinta, ahora como superligero.

Foto
Érik Morales –en imagen de archivo– tiene el propósito de coronarse como superligeroFoto Cristina Rodríguez

Sé que por ahí hay varios que tratan de hacer lo mismo. Aunque confío en que la historia se va a encargar de poner a cada quien en su lugar, dice convencido y con 20 kilos menos, esos mismos que hace un año le sobraban y hacían de su proyecto deportivo sólo un anhelo.

Regresó en marzo, en Monterrey, y asegura que la respuesta de la afición fue muy buena. La gente todavía quiere verme, ya sea por morbo o por lo que sea, pero quiere verme, explica El Terrible. Por eso, y por la certeza de haber sido uno de los peleadores más rentables a finales de la década pasada y a principios de ésta, él no se considera un cartucho quemado ni se siente obligado a tocar puertas, como vendedor callejero, rogando una oportunidad.

Entiendo que Juan Manuel Márquez está pasando por un buen momento en Estados Unidos; creo que juntos complementaríamos algo muy grande, comenta. El próximo año podríamos ver una pelea Márquez-Morales, que es la cuarta combinación más importante de los cuatro que estuvimos ahí: Pacquiao, Barrera, Márquez y yo.

Cine y deporte

Este sábado Érik Morales volverá a los encordados en su segundo combate luego de retomar su carrera. Enfrentará al escocés Willie Limond en la función especial del bicentenario en la Plaza de Toros México.

No sólo regresó al boxeo, sino que volvió con la decisión de recuperar su fama. Dos días antes de esta pelea, asistió a la presentación de la película sobre la vida del púgil galés Howard Winstone, en la que El Terrible personificó al legendario Vicente Saldívar. No cobró nada. Apenas aparece unos minutos en la cinta dirigida por Neil Jones, pero lo hizo porque también se rendía homenaje a un boxeador mexicano.

No es la primera vez que actúa. Apareció en una telenovela, en un anuncio filipino y en videos de música de banda. Conoce muy bien esa fascinación por los escenarios que seduce a los pugilistas. Pero no es lo suyo, aclara: Ni se me da ni me dan ganas de seguir haciéndolo. Lo suyo es el combate cuerpo a cuerpo. Lo suyo es recuperar lo perdido.

En el relato de Ellroy se dice que los boxeadores mexicanos son canijos porque mastican filetes. Sólo tragan la sangre, la carne la escupen. Morales ríe ante esa idea. Antes se hacían muchas locuras, comenta entre risas. Al menos él no lo hace. El Terrible es un buen tipo y –como dice el huraño autor de L. A. Confidential– en el boxeo un buen tipo es un asesino que limita su violencia al cuadrilátero.