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“Somos un reality show del que todo el mundo está aburrido”, apuntó un soldado de EU

Nulo éxito han tenido las cintas inspiradas en la invasión a Irak

La gente no quiere enfrentarse a duras verdades, señala el crítico Stephen Farber

Desde la ocupación, en 2003, la industria fílmica del país árabe se detuvo por falta de financiamiento

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En una era de taquilleras sagas vampíricas, el público parece querer escapar de la realidad, no analizarla. Arriba, fotograma de Zona de miedo
 
Periódico La Jornada
Sábado 21 de agosto de 2010, p. 8

Bagdad/ Los Ángeles, 20 de agosto. El cine inspirado en la guerra de Irak tiene el mismo éxito en la taquilla estadunidense que Saddam Hussein habría tenido en una boda kurda.

Tanto las películas que indagan directamente en la contienda, su terrible impacto en el pueblo iraquí o los traumas que ha causado a los soldados estadunidenses y sus familias, ni una sola de las decenas de cintas filmadas hasta ahora sobre el conflicto podría considerarse un éxito de público.

En el mismo Irak, la guerra asestó un golpe mortal a la industria cinematrográfica nacional, que ya había sufrido un férreo control durante la era Saddam. Desde la invasión estadunidense, en 2003, la mayoría de las salas de cine iraquíes han cerrado. Únicamente en mayo se proyectó en un cine de Bagdad Son of Babylon, historia dirigida por Mohammed al Daradji sobre un chico y su abuela en busca de su padre, desaparecido desde 1991.

Apenas se han rodado un puñado de filmes desde la invasión estadunidense. En 2004, Uday Rashid intentó reavivar la industria cinematográfica con Underexposure, historia de un cineasta, un poeta y un soldado herido filmada entre los escombros de Bagdad. Le siguió Dreams, de Al Daradji, un año después. Pero aunque ambas películas lograron el reconocimiento internacional, no fueron exhibidas en los cines iraquíes.

El cine es una industria que necesita financiamiento, y éste, por parte del gobierno, se detuvo desde la ocupación. Creo que la invasión liderada por Estados Unidos es plenamente responsable de lo que ocurre ahora en el país, afirmó la actriz Awatef Naeem.

Shafiq Mahdi, experto en cine y teatro en Irak, se mostró un poco más optimista, al insistir en que el cine iraquí no está en una fase oscura. Sólo se le han apagado la luz, y necesita que alguien vuelva a encenderla, dijo.

Ciudadanos como Amjad Daoud, de 52 años, cuentan que no han llevado a su familia al cine desde mediados de los años 80. En esa época, nuestro estado mental no estaba preparado para ver películas, aunque la situación de seguridad era normal, y los cines mostraban las últimas novedades.

Cada vez que hoy veo las salas de cine me da nostalgia, porsu bonito pasado, ya que su presente está lleno de tristeza después de que muchas acabaran convirtiéndose en almacenes llenos de basura, añadió.

También muchos dirían que la oferta es basura. Lo cierto es que entre sagas de taquillazos y comedias de humor escabroso hay poco espacio para reflexionar sobre la guerra más larga que ha vivido el país.

Expertos del sector opinan que todo se debe a una causa muy sencilla: el conflicto, que va por su séptimo año, está demasiado cerca para que quienes van al cine puedan verlo como fuente de entretenimiento. En realidad, el rechazo a analizar la inmensa injusticia de la guerra significa que el conflicto ya apenas importa, ni siquiera como tema de cobertura periodística.

“Somos un reality show del que todo el mundo está aburrido”, apuntó un soldado estadunidense.

Un sentimiento de desidia que apenas sacudió un poco el éxito de Zona de miedo en los Óscar. El drama de un experto desactivador de bombas a las órdenes de un sargento que no considera los riesgos fue elegida mejor película del año, pero se celebró más que su directora fuera la primera mujer en conseguirlo que la valiente mirada arrojada sobre un conflicto que la mayoría prefiere ignorar.

En números

Aunque al menos fue rentable (ganó 16 millones de dólares en Estados Unidos y 32 millones en el mercado internacional, con un presupuesto de 15 millones). Muy diferente de lo ocurrido con Green Zone, la cinta de mayor nivel hecha hasta ahora sobre el conflicto.

El filme protagonizado por Matt Damon, que encarna a un antihéroe con principios en la historia de un soldado estadunidense que desobedece a sus superiores y acaba descubriendo cómo mintió la cúpula política sobre la guerra, costó más de 100 millones de dólares, pero sólo recaudó 35 millones de dólares en casa y 60 millones afuera.

Peor aún: la mayoría de los filmes que abordan la guerra de Irak apenas pueden soñar con cifras así. Cintas como Stop-Loss”, Battle for Haditha, Body of Lies, In the Valley of Elah y The Messenger se desplomaron en taquilla, pese a sus positivas críticas y premios.

La gente no quiere enfrentarse a algunas de las duras verdades de lo que ocurre allí, dice el crítico de cine estadunidense Stephen Farber. En una era de taquilleras sagas vampíricas y comedias facilonas hollywoodenses, el público parece querer escapar de la realidad, no analizarla.