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Banquetes del centenario

E

n días recientes se presentó en la Universidad del Claustro de Sor Juana el libro Los banquetes del centenario: el sueño gastronómico del porfiriato, escrito por Rosario Hernández y Martha López, y editado por Rosa María Porrúa Ediciones. En su origen fue un trabajo de tesis para optar por la licenciatura en gastronomía, dirigido por José Luis Juárez López, historiador de la cocina mexicana.

Las autoras recorrieron numerosas fuentes que abarcan libros y publicaciones periódicas como las revistas Artes y Letras, Regeneración, Revista de Revistas, así como los diarios El Imparcial, El Debate, El Diario del Hogar y El País, además del Diario Oficial. También revisaron documentos que permitieron, entre otras cosas, reunir un conjunto de ilustraciones muy adecuadas. Al usar primeras fuentes, aportan interesantes datos que llevan a la reconstrucción de las costumbres culinarias de finales del siglo XIX y principios del XX, entre la clase acomodada porfiriana.

En 1910 la paz social estaba ya prendida con alfileres. Porfirio Díaz, como sabemos, había sido electo presidente por sexta vez ante el disgusto de muchos, la preocupación de varios y el beneplácito de una minoría. Era necesario que durante la celebración del los cien años del inicio de la guerra de Independencia, se demostrara al mundo que el país estaba en calma, a la altura de las naciones más cultas y que Díaz seguía siendo el hombre fuerte capaz de mantener las riendas. El propio dictador, se cita en el libro, pedía a los huéspedes: de vuelta a vuestro país, decid a vuestros gobernantes el puesto que ha alcanzado México entre las naciones civilizadas.

Desde mediados del siglo XIX la influencia francesa en la educación, en las artes, en la arquitectura y en otras áreas era innegable. En el afán de liberarse de la presencia de España, México buscó en Francia un nuevo modelo. Los franceses, por su parte, han sido excelentes promotores de su cultura en general y de su cocina en particular.

Se explica entonces que de los 60 banquetes, almuerzos, lunch, ambigús y días de campo que se ofrecieron a los visitantes extranjeros a lo largo de 30 días, todos los menús, menos uno, estuvieran escritos en francés.

Es el caso del banquete servido en Chapultepec a los periodistas que cubrían las fiestas. Se les ofreció Hors d’ouvre (entremeses), Créme fanchette, Oeufs a la Balzac, Supreme de sole a la Daumont, Timbal de poulard, Maréchale, Coeur de filet a la Dauphine, Dinde rôti, Salade asperges, Sauce holandaise, Gâteau magnau y Ananas a la orientale. Hubo Desserts (postres), Café-té, así como vinos y licores de ultramar.