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Carlos Reyes Ávila recorre en Travesti las entrañas de una sociedad con doble moral

Escritor pide alejarse del morbo y ver sin prejuicios a los hombres vestidos de mujer

Hay muchos doctores, ingenieros o arquitectos que no son quien uno cree, manifiesta

 
Periódico La Jornada
Miércoles 16 de junio de 2010, p. a14

Detrás de la fachada de conservadurismo en algunas ciudades mexicanas, se esconde toda una atmósfera underground con los personajes rechazados por la gente de bien, donde respetables doctores, ingenieros y hombres de familia buscan muchachos jóvenes para ser, en la oscuridad, quienes de verdad son.

Ese mundo es el escenario de la novela Travesti (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/ Fondo Editorial Tierra Adentro), del escritor coahuilense Carlos Reyes Ávila (Torreón, 1976), quien hace un recorrido por las entrañas de una sociedad que sigue guiándose por la doble moral y se empeña en negar a los homosexuales y a los hombres que se visten de mujer.

“Originalmente esto iba a ser nada más un cuento, pero como no sabía nada del mundo de los travestis, me puse a hacer una investigación de campo de dos años y advertí que había muchísima información.

Por eso decidí hacer toda la historia en forma de novela, comentó el autor en entrevista con La Jornada.

De manera paulatina, Reyes fue ganándose la confianza de un mundo hermético, haciéndose amigo de personas que han sido muy lastimadas y expuestas socialmente con desprecio, en un trabajo literario que tuvo mucho de reportaje, y que se hizo acreedor al Premio Binacional de Novela Joven Frontera de Palabras/ Border of words 2009.

Lo que más me importa es descubrir la humanidad de todos estos muchachos que deciden optar por el travestismo, más que hablar de ellos con morbo. En esos círculos no se permite entrar a cualquiera, tuve que adentrarme con una actitud muy sincera y cambiar la postura del investigador al amigo, explicó.

Una vez dentro, en los salones relajados de la cantina gay París, y sobre todo en la pista de baile del bar La Rueda, donde el ligue es feroz, Carlos Reyes pudo ver en la práctica lo que el poeta cubano José Lezama Lima entendía por hipertelia: la exageración –hasta el límite más barroco– de los rasgos que caracterizan a un grupo.

Hombres que son más femeninos que cualquier mujer. Que esconden y exhiben al mismo tiempo sus atributos de ambos sexos. Que terminan por ser la peor competencia de las prostitutas viejas y feas que al principio los arroparon.

Pasear por el lado salvaje de Torreón, donde hasta los cholos más fanfarrones buscan a las vestidas, “para mí fue todo un shock; me cambió la imagen de la ciudad. Descubrir una realidad que está ahí presente, frente a nuestros ojos, en la plaza de armas, en los baños públicos o en el Soriana, pero que no vemos”.

Ignorancia y miedo

Parte del objetivo de la novela es, justamente, dar a conocer este mundo a los lectores, para que tengan referencias sobre él y no haya tanta ignorancia y miedo al respecto.

“Existe mucha hipocresía en la sociedad. Al emprender esta investigación documental y vivencial advertí que hay muchos doctores, ingenieros o arquitectos que no son quien uno cree.

Se piensa mucho que el travestismo es para gente degenerada, pero con mi libro más bien trato de preguntar: ¿qué tan degenerado eres tú?

Al escribir su novela, Reyes pudo darse cuenta de que el mundo de los travestis no es tan distinto al de los heterosexuales. Vale la pena enterarnos de ello. Los conflictos surgen a partir de la ignorancia, y si el público logra ver esto sin prejuicios, entonces se hará una idea muy diferente del gremio y tendrá una actitud menos radical y agresiva, señaló el autor.

En contraste con lo que podría pensarse, el libro fue bien recibido en Torreón y otras ciudades del norte del país. La crítica literaria y el público en general están muy abiertos a hablar de ello, y lo tomaron como algo necesario.