Sábado 12 de junio de 2010, p. 32
En la clausura del Año Jubilar Sacerdotal, el cardenal Norberto Rivera Carrera envió un mensaje a su presbiterio en el que llamó a los clérigos a ser “apóstoles de la fe, capaces de no dejarse arrastrar por las seducciones del mundo”, a permitir que sea Dios quien dirija su vida y a practicar lo que predican.
Posteriormente, en la Basílica de Guadalupe, los instó a diferenciar entre “meterse en los planes de Dios y meter a Dios en nuestros planes” y les explicó que un ejemplo de ello es el “joven rico, el cual cuenta con Dios, vive sus mandamientos, es un hombre de bien, pero no está dispuesto a abandonar sus seguridades humanas para lanzarse a lo que el Señor le pide”.
En un año marcado por los escándalos de pederastia clerical, ante más de 300 presbíteros, religiosas y fieles, el prelado remarcó que la vocación sacerdotal “comienza en Dios” y “a nosotros sólo nos toca responder con generosidad, estorbar lo menos posible”.

Subrayó que “hoy más que nunca hemos de ser sacerdotes de oración y de fe para hacer frente a las situaciones adversas”, e insistió en que “el sacerdote no es señor de su Señor, sino su servidor”.
Rivera Carrera también los instó a ser capaces de “llevar las cargas de los demás” y les recordó que la “renuncia” a muchas situaciones está “sustentada en el amor del crucificado”.
El Año Jubilar Sacerdotal comenzó el 19 de junio de 2009, y fue convocado por el papa Benedicto XVI por el 150 aniversario de la muerte del cura san Juan María Vianney, patrono de los párrocos y modelo de santidad para todos los sacerdotes.