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El futbol abre espacio a las mayorías en Sudáfrica, que lanza la consigna de Ke Nako

México apenas consiguió un famélico empate ante el anfitrión

Incomprensible, guardar a Guardado y mantener en la banca al Chicharito

Los Bafana Bafana y el Tri comparten el liderato del grupo A luego de la igualada sin goles entre Francia y Uruguay

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Festejo de los anfitriones tras su golFoto Reuters
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Rafael Márquez fusila al guardameta KhuneFoto Ap
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Siphiwe Tshabalala festeja su anotaciónFoto Ap
Enviado especial
Periódico La Jornada
Sábado 12 de junio de 2010, p. 2

Johannesburgo, 11 de junio. Lo mejor del famélico empate a un gol entre México y Sudáfrica fue el resultado posterior entre Francia y Uruguay. El Tri y los Bafana Bafana (muchachos muchachos) locales amanecerán mañana compartiendo el primer lugar de su grupo. Fuera de eso lo sensato es preocuparse por la selección y por el cabeza dura de Javier Vasco Aguirre. Vestidos hoy de negro, los futbolistas mexicanos dieron una muestra cabal de su falta de calidad. Para más Inri, con excepción de Rafa Márquez y de un soberbio Giovani dos Santos, el resto del elenco jugó prisionero del jet lag.

Ke Nako (llegó la hora, en idioma zulú) es la consigna del Mundial de Sudáfrica 2010. Dos ausencias marcaron una sencilla y emotiva ceremonia de inauguración. El futbol y el padre de la patria sudafricana, Nelson Mandela, hoy de luto debido al fallecimiento de una bisnieta de apenas 13 años. Ocurrió la víspera, al terminar el colorido concierto que tuvo lugar en el estadio Orlando, cuando el automóvil en que viajaba la menor se estrelló tras un lamentable error del chofer.

Ke Nako para Sudáfrica, para sus 49 millones de habitantes, para una selección que hoy jugó con puros negros. En la selección hay un solo jugador blanco, Matthew Booth, abucheado por la gran mayoría de los casi 85 mil espectadores cuando se oyó su nombre por la megafonía local. El entrenador del equipo, el brasileño Carlos Alberto Parreira, ni tan siquiera lo mandó calentar.

Casi dos horas duró el preludio festivo. Danzantes negros y blancos ocuparon la cancha para mostrar aspectos del rico flolclor sudafricano. Ceremonia tan austera como emotiva, celebrada puntualmente por los fanáticos locales. Las manchas verdes desparramadas en las gradas no sumaban más de 5 mil, pero fueron 5 mil gargantas que apoyaron al Tri sin desmayo. Los hinchas sudafricanos observaban a sus pares mexicanos con no poca admiración.

El futbol en este país es cosa de negros. El deporte rey es el rugby, donde los blancos eran los reyes hasta hace unos años. Hoy la negritud se abre espacios con el ovoide. También ahí llegó la hora para las mayorías de esta fascinante nación.

Sí, Ke Nako para un país que se esfuerza día a día en cerrar las profundas heridas que dejó el apartheid. Falta mucho camino por recorrer. En el trayecto del aeropuerto al hotel, unos 45 kilómetros, únicamente había negros trabajando en la calle. Ni un solo ciudadano blanco. Igual se ven negros manejando lujosos carros, pero son minoría. Siendo un país antiguo da la impresión de que la nación sudafricana está cocinándose a fuego lento. País con enormes riquezas naturales que contrasta con un brutal desequilibrio social. Unos cuantos ricos y ejércitos de pobres dan fondo y forma a esta rebelde nación.

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El portero Itumeleng Khune detiene un remate de Guillermo FrancoFoto Ap

La desgracia impidió que Nelson Madiba Mandela, el preso 466, llegara al Soccer City, un bello estadio con forma de olla. Pero 20 años atrás, el líder sudafricano pronunció un discurso histórico después de haber pasado casi tres decenios en prisión, y lo dio en el hoy Soccer City. Por eso su ausencia pesó tanto: todos queríamos ver a ese enorme hombre africano.

En ese estadio se jugará también la final el 11 de julio. Y a menos que suceda un monumental milagro, México no estará ese día en el Soccer City. Este equipo tiene muy buenos jugadores, pero da la impresión de que Aguirre está hecho bolas. Horas antes del encuentro la fanaticada mexicana ya sabía que en el once inicial no estarían Guardado ni el Chicharito Hernández, y se persignaban ante la presencia del Conejo Pérez en la portería.

No les faltó razón. El arquero falló estrepitosamente en el gol sudafricano y Guille Franco fue un auténtico desastre en el área rival. La entrada de Guardado y Chicharito por Paul Aguilar y Franco dio más mordiente y vivacidad al hasta entonces apagado Tri. Posteriormente el distinguido Cuauhtémoc Blanco –¡camello!, le gritaban los hinchas tricolores– entró a la cancha para dejar dos que tres pases de magnífica factura.

Cierto es que el Vasco rectificó finalmente, pero también es verdad que su cabezonería estuvo a un pasito de sumir a México en una profunda depresión. Guardado sacó a relucir su exquisita zurda y un excelente Márquez disfrazado de delantero fusiló sin piedad al arquero local. A menos que el televisivo técnico se avenga a dar explicaciones la perplejidad abrasó a la fanaticada nacional. Es incomprensible guardar a Guardado, es absurdo hacer calentar banquillo a un joven aguerrido como Chicharito, recientemente fichado por el club más rico del mundo, el Manchester United.

Seguro que Aguirre tuvo sus razones para olvidarse de ellos en el once inicial. Pero mucho se agradecería que las diera a conocer. Ni modo que haya que acudir al IFAI para que suelte la sopa.

Por suerte franceses y uruguayos no se hicieron daño en un partido que apuntó detalles de una recuperación del juego galo. Los uruguayos, buen equipo sobre el papel, dejaron mucho que desear y optaron rápidamente por levantar un muro delante de su portería. Ningún partido es igual, de modo que no es descabellado vaticinar que el Tri puede salir airoso de los dos duelos que restan. Regresar a casa sin llegar a octavos sería catastrófico.

Aguirre y sus bafana bafana tienen la palabra.

Ke Nako, México.