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Veinte creadores organizaron Calma locura del color paciente, exlusiva colección de grabados

Artistas cubanos unen su talento y rinden tributo a José Luis Cuevas

Reconocen en su obra irreverencia vital, renovada juventud y alto compromiso estético, dijo Álex Fleites

Se exhibirá en la UV y luego la donarán al museo del pintor, en la ciudad de México

Foto
Entre los artistas que homenajean a Cuevas están Nelson Domínguez, Roberto Fabelo, Arturo Montoto, Eduardo Roca, Gilberto Frómeta, Ernesto García Peña y Vicente Bonachea, cuya pieza se muestra en la imagen
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 17 de mayo de 2010, p. 8

La Habana, 16 de mayo. Para rendir homenaje a José Luis Cuevas, 20 creadores cubanos realizaron una exclusiva colección de grabados, que después de exhibirse en la Universidad Veracruzana (UV) se convertirá en la mayor donación de arte que haya salido de Cuba hacia México.

La muestra se llama Calma locura del color paciente, un verso del soneto que el desaparecido autor cubano Severo Sarduy (1937-1993) le dedicó a Cuevas, dijo a La Jornada Álex Fleites, poeta, ensayista y crítico de arte, promotor y curador de la colección.

No hay fecha ni ocasión especial que haya impulsado este gesto. Simplemente se unieron las voluntades para rendir homenaje a quien es un referente obligado en América Latina, señaló Fleites.

Los artistas cubanos reconocen en Cuevas su irreverencia vital, su renovada juventud y el alto sentido de compromiso estético de una obra plurigenérica, siempre sorprendente, siempre inquietante, siempre incitadora, autorreferencial y satírica, de hondas resonancias existenciales, explicó el escritor.

El legendario Taller Experimental de la Gráfica de La Habana produjo la colección de 20 grabados, casi todos en metal. La cantidad de participantes sólo se limitó a hacer manejable la muestra, pero fácilmente hubieran sido un centenar, añadió Fleites.

Las firmas han salido de la primera fila del arte cubano contemporáneo. Hay dos Premios Nacionales de Artes Visuales, Nelson Domínguez y Roberto Fabelo, y autores reconocidos en el mercado internacional: Arturo Montoto, Eduardo Roca (Choco), Gilberto Frómeta, Ernesto García Peña, Vicente Bonachea, Ronaldo Encarnación, Orestes Gaulhiac, Eduardo Guerra, Aisar Jail, Luis Lara, Rigoberto Mena, Julio César Peña, Isary Paulet, Ángel Ramírez, Angel Rivero (Andy), Carlos del Toro, José Omar Torres y Rafael Villares.

Los grabados recrean, citan, aluden o de alguna forma son una reverencia a la obra de Cuevas. La muestra se exhibirá entre el 14 de julio y el 14 de agosto próximos en Jalapa, en la galería Ramón Alva de la Canal de la UV, que dirige Patricia Deschamps, y coincidirá con una exposición del artista mexicano.

El lote completo será cedido más tarde al Museo José Luis Cuevas, para convertirse así en la mayor donación de arte cubano a una institución cultural mexicana, dijo Fleites.

El escritor cubano recordó que las primeras muestras de la obra de Cuevas llegaron a la isla en las reproducciones que hacía El corno emplumado, revista bilingüe que editaron en México en los años 60 del siglo pasado; la estadunidense Margaret Randall, y el mexicano Sergio Mondragón.

Cuevas tiene una historia personal con Cuba. Su abuela materna Felicia Carbonell, hija de catalanes, nació en la población de Sagua la Grande, en la actual provincia central de Villa Clara. Por la guerra de independencia se fue de la isla a finales del siglo XIX y se radicó en Progreso, Yucatán. Cuando vino a La Habana en 2004, y donó cinco xilografías, el artista dijo a La Jornada que el nexo familiar le impulsó “‘una extraordinaria atracción” por este país.

Cuevas tenía sólo 22 años cuando vino a Cuba por primera vez, el 2 de diciembre de 1956, el mismo día que desembarcó Fidel Castro para subir a la Sierra Maestra. El joven artista expuso aquí 50 dibujos, conoció a pintores cubanos, entre ellos a dos de los grandes, Amelia Peláez y René Portocarrero. En el bar Floridita coincidió con Ernest Hemingway y Errol Flynn, con quienes tuvo su primera y única borrachera. En 1959, después del triunfo de la revolución, hizo una segunda visita, cuando en América Latina todos éramos fidelistas.

Como otros artistas del mundo, Cuevas firmó dos cartas de protesta contra el gobierno de La Habana por la hostilidad oficial contra el poeta Heberto Padilla (1932-2000), tras la premiación de uno de sus libros, en 1968.

Por ese conflicto, que distanció a la intelectualidad latinoamericana del gobierno cubano, Cuevas pasó 45 años sin volver a la isla. En su visita de 2004, el artista mexicano se declaró embajador de buena voluntad y prefirió dejar de lado la discusión política: Lo más importante es el rencuentro emocional que tengo con Cuba, dijo a este diario.

El pintor volvió en 2008, visitó la ciudad de su abuela y expuso 51 piezas en la Casa de las Américas, en la primera panorámica de su obra que han podido ver los cubanos directamente.