Opinión
Ver día anteriorJueves 22 de abril de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Ciudad Perdida

En el GDF, un oficio con jiribilla

Control de daños con visos de campaña política

A

finales del mes pasado, el último día para ser exactos, desde la oficina del jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, y firmado por el coordinador general del gabinete de seguridad, Carlos Sainz, se informó a todos los titulares de las dependencias de la administración local, así como a los titulares de los organismos descentralizados y los órganos político administrativos de la ciudad, que cualquier acto que pueda congregar a más de 2 mil 500 personas deberá contar con la autorización del mismísimo mandatario capitalino.

Como se ve, la medida podría no tener otro objetivo que mantener el control sobre algunos actos que por su naturaleza resultaran, por ejemplo, peligrosos para la ciudadanía, cosa que desde luego resulta indispensable para evitar que se escapen de las manos de quienes los organizan. Prevenir, si ése fuera el caso, siempre será la mejor opción.

Sin embargo, el documento contiene ciertas consideraciones que no parecen ser para ese objetivo, es decir, para evitar conflictos, sino para ejercer un control político que tendría que ver más con la elección de 2012 que con la preocupación por lo que suceda en esos actos.

Basta echar una mirada al documento. Carlos Sainz exige a los funcionarios que le informen con la anticipación debida de cualquier acto que pueda concentrar a más de 2 mil 500 personas, a efecto de que sea agendada en las reuniones del gabinete de seguridad y protección civil del GDF, con el fin de que Marcelo Ebrard dé su autorización.

Hasta ahí las cosas podrían ser un tanto normales, a fin de cuentas el jefe de Gobierno debe tener las riendas de los asuntos que suceden en su entorno más cercano. Pero eso no es todo. Hay en el documento un listado de ocho puntos que deberán cumplir quienes pretendan celebrar cualquier acto público con un aforo como el que se ha mencionado.

La lista advierte que tendrá que informarse el nombre del evento; su ubicación; fechas y horarios, incluidos los del montaje, desarrollo y desmontaje; descripción general del evento; objetivo; impacto social; impacto político e impacto mediático.

Y lo que impacta son los impactos. ¿Cuáles deberían ser las condiciones para que Marcelo Ebrard autorizara un acto masivo cuya línea política no fuera otra que la de favorecer a un posible candidato a la jefatura de Gobierno?, por ejemplo. ¿Sólo se autorizarán aquellos en los que quien organice y participe sea el candidato del jefe de Gobierno?

Parece que no sería otra la intención del oficio de marras. ¿Por qué se pregunta a un organizador, cualquiera que sea, sobre el impacto mediático que podría tener el evento? ¿A quién o a quiénes está dirigido el mensaje? ¿Por qué no se instrumentó desde el comienzo del sexenio?

Las preguntas, desde luego, son muchas, pero además, aunque no se quiera, hacen pensar en que para el GDF la carrera por la jefatura de Gobierno ya se inició y de lo que se trata, también, es ejercer un control de daños que hasta la fecha no se tenía.

Es más, en los pasillos del edificio del gobierno central se dice que ya hay por lo menos un candidato en plena campaña. ¿Adivina usted de quién se trata? Cosa de echar un ojo a los últimos actos masivos y a quién se le han dedicado, así que ojo, mucho ojo.

De pasadita

Si algo deben tener en cuenta los pobladores del estado de Hidalgo es que la candidata que apoyan el PAN y Jesús Ortega es Vicente Fox, por donde se le vea. Ella, igual que aquel gobernante que todavía causa vergüenza a casi todos los mexicanos, es simpática, dicharachera y su tarea es hablar de sacar al PRI del gobierno del estado. Lo mismo decía Fox, y la desgracia vino con su gobierno. Ahora la parte más importante del PRD en Hidalgo no irá con Gálvez, la alumna de Fox; tampoco lo hará el PT, según nos confirman, y la mujer está desesperada. ¿Es mejor el PRI?, pregunta el preguntón. No, es peor Xóchitl Gálvez. Tantán.