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El combo inglés empezó con la mítica Siberian Khatru y concluyó con Starship Trooper

El rock progresivo de Yes sacude la plaza de armas de Zacatecas

A la plaza de armas llegaron de todas las edades para escuchar al legendario grupo que interrumpió su descanso y llamó a Steve Howe para tocar en el festival, el cual se acerca a su fin

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Steve Howe en la guitarra, Chris Squire en el bajo y Alan White en la batería
Enviado
Periódico La Jornada
Miércoles 7 de abril de 2010, p. 7

Zacatecas, Zac., 6 de abril. El legendario combo inglés de rock progresivo Yes interrumpió un periodo de descanso para preparar su nuevo disco. Llamó al magistral Steve Howe, quien se hallaba de gira por Asia, para llegar a Zacatecas y armar un gran concierto en el Festival Cultural de la entidad que brilla por su diversidad.

Si cuando se presentan en cualquier parte del mundo atraen multitudes, el hecho de actuar en un espacio abierto, de entrada gratuita y con la producción que merece su espectáculo, es más meritorio para los organizadores del encuentro que en estos días entró ya en la recta final.

En una tarde de sol radiante, miles de personas de todas las edades llegaron a la plaza de armas. Resaltaban roqueros de pelo largo, con playeras negras, pantalones de mezclilla, uno que otro chaleco; otros, más jóvenes, como se diría en el argot taurino, francamente villamelones, pues nunca en su vida habían oído nada de Yes. Como que les sonaba una rola, algo que quizás oyeron en MTV o en un acetato de sus papás.

Expectativas

El concierto había despertado expectativa y a las seis de la tarde varias calles a la redonda ya estaban cerradas. Los arcos detectores de metales sonaban, pues algunos usan mucha plata que traen colgada. Como sabían que el pomo no iba a pasar llegaron con el alcohol en las venas previa visita a Las Quince Letras, la cantina con más de un siglo de historia.

La noche cayó. A las 20:15 se movieron algunas luces robóticas y la gritería comenzó: “Yes, Yes, Yes…” De Inglaterra para el mundo y ahora hasta aquí. La masa humana cerró filas y la lucha por el espacio comenzó. Unos empujaron; los más débiles abrieron cancha. Los más altos y fornidos con su actitud de me vale madre taparon la vista a los más chaparritos, que habían llegado con horas de anticipación. Se escucharon unos acordes. Siberian Khatru, la melodía mítica, rompió el espacio hasta topar con la pared catedralicia. El mismo Chris había dicho, en tono socarrón, en una conferencia de prensa anterior al concierto, que todo iba a estar bien, pero no sabía qué dirían y qué pensarían los que estuvieran dentro de la iglesia cuando se escuchara el rocanrol.

Y más porque se trata de rock progresivo. Y más porque Steve Howe se había aventado unos riffs ruidosos.

En dos pantallas se proyectó casi todo el concierto, a Steve Howe y su lira. El virtuosismo de éste dejó con la boca abierta a muchos de los asistentes. También antes del toquín firmó algunos discos para los fans, pero pidió que nadie lo saludara de mano. Cosas de superstición o de influenzas, pero tiene derecho a cuidar su medio de trabajo. Así llegaron hasta Dueño de un corazón solitario, que la sabían casi todos. Los coros se repitieron a lo largo y ancho de la plaza de armas.

En diferentes momentos cada uno de los músicos: Steve Howe en la guitarra, Chris Squire en el bajo, Alan White en la batería, Oliver Wakeman en los teclados y Benoit David en la voz, sorprendieron al respetable con sendos solos en sus instrumentos. Antes, en la rueda de prensa, el bajista había respondido a una pregunta en la que se habló del tiempo y de lo que extrañaban los integrantes del grupo de sus inicios, si las chelas o las grupies. Dijo que desde ahora entrarán en un proceso en el que ya no envejecerán, sino que rejuvenecerán.

Se sienten bien...

“¡I feel good, I feel good, I feel good!”, cotorrearon ante la pregunta de cómo se sienten. Digamos que respondieron con una melodía, en este caso el clásico de James Brown.

Los integrantes de este grupo se relajaron en esta ciudad, donde pudieron caminar sin ser molestados, ni para autógrafos. Recomendaron que todo el mundo debería conocer Zacatecas, a la cual definieron como linda y con historia. Los ingleses rara vez pueden pasar inadvertidos, pero ahora disfrutaron unos días de ser como la gente común.

Squire no lamentó que los discos de acetato ya no se produzcan ni que los cedés se vendan, pues eso no se puede detener.

Un fan, colado a la conferencia, dijo a Howe que según una revista él es el mejor guitarrista de todos los tiempos en todos los géneros. Howe, haciendo su cuerpo en la silla un poco para atrás, contestó: Eso es algo exagerado.

Sobre el avance del rock progresivo en tiempos de una tecnología boyante, el bajista respondió que el desarrollo sigue y sigue, y lo bueno de esto es que la tecnología puede congelar a la música.

En la plaza de armas se escucharon Machina Messiah, Heart of the Sunrise y Roundabout. Se despidieron. Se apagaron las luces. Y entre la penumbra el rock a la velocidad de la luz viajó hasta los oídos de los que se alimentan de la música para seguir jóvenes. Se despidieron con Starship Trooper. No dijeron adiós y, luego de una caravana muy a los inglés, prometieron volver a Zacatecas. Regresaremos, hasta luego.