Opinión
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¡No temas! ni trates de entender
M

e parece muy propio el tema para la llamada semana santa. Me refiero a la posición de la Iglesia católica y de los legionarios de Cristo en particular en relación a los miles de casos de abuso infantil por sacerdotes de esa religión.

Para los católicos esta semana es, se supone salvo para quienes disfrutan las aglomeraciones en las playas, un periodo de reflexión, de recogimiento, de sacrificio si es necesario y, para las niñas y señoritas de los colegios de los legionarios, de evangelización en pueblos del país con camisetas que, además de llevar una efigie de Jesús crucificado, dicen Be not afraid! (¡No temas! Ver fotografía en La Jornada, 28/3/10, p. 14.)

La bendición de las jóvenes misioneras no fue en Texas o en Ohio, como pudiera creerse, sino en la Basílica de Guadalupe, y el encargado de dicha ceremonia fue el cura Rodolfo Mayagoitia, director territorial de la Legión de Cristo. El no temas ¿qué quiere decir en el contexto de las denuncias públicas de pederastia que tuvo que asumir el papa Benedicto XVI? ¿Que tal vez las querrán linchar en los pueblos donde van a hacer su misión evangelizadora? ¿Que las insultarán diciéndoles cosas como hijas de Maciel? ¿O se trata simplemente de enseñar inglés a partir de una frase que podría parecer críptica para muchos?

Leí el comunicado sobre las presentes circunstancias de la Legión de Cristo y del Movimiento Regnum Christi del 25 de marzo de este año, firmado por Álvaro Corcuera, director general de la congregación, y por otros 15 consejeros y directores en diferentes países. Asimismo, leí la carta del mismo Corcuera a los miembros y amigos del Movimiento Regnum Christi de la misma fecha. La carta se envió a muchos junto con el comunicado. Y fue reproducida en colegios y universidades.

Esta carta es muy interesante por el mensaje entre líneas que plantea. El personaje central es María, la madre de Jesús de Nazaret, de Cristo. Y escojo dos párrafos muy elocuentes (las cursivas son mías):

“¡Cuántos acontecimientos vinieron a trastornar la vida de María, sin que Ella pudiera comprender! Desde el anuncio mismo del ángel, pasando por un sinfín de imprevistos, contratiempos, percances, contrariedades, y al final, el desenlace trágico, ciertamente anunciado, pero igualmente incomprensible, tan contrario a lo que razonablemente cabría esperar del destino de uno que es nada menos que el Hijo de Dios. Ella, ¿qué hacía? ¿Cómo reaccionaba?

“[…] Las meditaba. Desde la fe. Las meditaba sin entender. Las platicaba con Dios, sin pedirle cuentas ni explicaciones. Sencillamente sabía que todo formaba parte de sus designios, que Él sí sabía qué y por qué hacía. Y eso le bastaba. Aunque no entendiera nada. Meditaba todas las cosas, no para quedarse en un lamento estéril ni para compadecerse de sí misma. Para tratar de comprender mejor el plan de Dios. Para pedirle fuerzas para aceptarlo. Y para entregarse dócil, humilde y gozosamente a su realización.”

Los énfasis en cursivas son la clave del mensaje del director general de la Legión de Cristo y de su actitud machista. No se trata de entender, si la misma María, madre de Dios, no entendió nada ni su sorprendente concepción sin el concurso de José ni la cruel muerte de su hijo. Se trata de aceptar, pues Él (con mayúscula, porque se refiere a Dios) sí sabía y sabe por qué hace las cosas. Si escogió a un delincuente y drogadicto –nunca debidamente juzgado– para fundar y desarrollar la Legión de Cristo y el movimiento Regnum Christi al que pertenece o pertenecía Marta Sahagún, es por algo que formaba parte de sus designios.

El mismo Corcuera lo explica en su carta:

“Pienso que ésa es la fe que Dios nos está pidiendo. Quizás nunca llegaremos a comprender el porqué de tantas cosas que han venido a la luz. Ni por qué Dios eligió un instrumento así para poner en pie la Legión de Cristo y el Regnum Christi. ¿Por qué la Legión y el Regnum Christi no podrán presentar la figura del fundador igual que otras congregaciones y movimientos? Dios lo sabe. Hemos de aceptarlo con fe. Y con fe y humildad reconocer que, a pesar del misterio tan grande, Dios es más sabio que nosotros. Una vez más se verifica su advertencia: ‘Mis caminos no son vuestros caminos’ (Is 55, 8).”

De esta manera el legionario Corcuera no sólo justifica a Maciel como fundador y director general de la congregación por varios años, además de sus perversiones y pecados, sino que está demandando perdón para el depravado, pues así lo escogió Dios. No se trata de entender, sino de aceptar y continuar como si nada hubiera pasado. Todo el asunto se resume en el hecho de que Dios, como enseña el catecismo, puede sacar un bien de las consecuencias de un mal, incluso moral, causado por sus criaturas.

En síntesis, lo que dicen es gracias Señor por habernos puesto a Marcial Maciel y por sus víctimas inocentes durante cinco décadas. El bien de esos males fue la Legión de Cristo y el Regnum Christi. De las víctimas de los pederastas, propios de la congregación y ajenos, no dijo nada, no hay en la carta de Corcuera ninguna mención ni solicitud de perdón, mucho menos una propuesta de indemnización que bien pudiera pagar la legión con los muchos millones de dólares que tiene (no de gratis se les conoce como los millonarios de Cristo).

Lo que hay es una justificación y un llamado a no tratar de entender los designios de Dios ni su habilidad para escribir recto sobre renglones torcidos. Maciel debe ser perdonado, fue un mal para producir un bien, borrón y cuenta nueva. Adelante con el negocio que engrandecerán los padres ricos de los niños y jóvenes que estudian con los legionarios y los benefactores que tienen fe en los extraños designios de su dios.