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Soy un salvaje, un solitario decía de sí el director de El rayo verde y La rodilla de Clara

Falleció Eric Rohmer, uno de los exponentes de la nueva ola francesa

El realizador también incursionó en la literatura y la crítica; colaboró en Cahiers du cinéma

Fue un observador de los códigos de la sociedad moderna y del amor; privilegiaba los temas cotidianos

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Fotogramas de las cintas Les amours d’Astrée et Céladon, de 2007, con los actores Cécile Cassel, Andy Gillet y Stéphanie Crayencour, y La marquise d’O, de 1976, con Edith Clever
 
Periódico La Jornada
Martes 12 de enero de 2010, p. 9

París, 11 de enero. El cineasta francés Eric Rohmer, que exploró los devaneos amorosos y el desamor en filmes como El rayo verde y la saga Seis cuentos morales, falleció el lunes en esta ciudad a los 89 años de edad, informó Margaret Menegoz, de la casa productora Les Films du Losange.

Rohmer murió esta mañana, mientras dormía, indicó la presidenta de la empresa productora fundada por el cineasta.

Hacer películas no es para mí un trabajo. Es una pasión, así como otros pueden tenerla por el juego o por la pesca, dijo Rohmer en una entrevista reciente. Nunca sufrí decepciones con mis películas, y no tengo la impresión de haber fracasado con alguna, agregó el cineasta, cuyo verdadero nombre era Jean-Marie Maurice Schérer.

Durante su larga trayectoria, marcada por agudos retratos sociales, como en la saga Comedias y proverbios –realizada en los años 80–, Rohmer exploró el sentimiento amoroso en películas donde las conversaciones sobre temas banales y cotidianos gozaron de un papel estelar.

Los inicios

Nacido en Tulle, Corréze, el 4 de abril de 1920, Rohmer enseñó literatura antes de consagrarse a la crítica cinematográfica, sobre todo en las páginas de la revista Cahiers du cinéma, que marcó a varias generaciones del mundo entero.

Su primer guión para cine, Tous les garcons s’appelent Patrick (Todos los muchachos se llaman Patrick), fue llevado a la pantalla en 1958 por otro francés, Jean-Luc Godard, uno de los máximos exponentes de la nueva ola.

Creador independiente y artesanal, Rohmer, quien deja un inmenso legado a la cinematografía mundial, filmó en 1959 su primer largometraje, El signo del león.

En esos años fundó, junto con el realizador alemán Barbet Schroeder –realizador, entre otras, de La virgen de los sicarios–, Les Films du Losange, empresa que ha producido más de 80 películas.

Pero no fue hasta 1969, con Mi noche con Maud –cinta que inauguró la saga Seis cuentos morales– cuando Rohmer logró el reconocimiento y aplauso del gran público.

Defensor del quehacer clásico de Hollywood, fue un ferviente admirador de Alfred Hitchcock, a quien consagró un libro, que escribió junto con otro gran realizador francés, Claude Chabrol.

Como buen discípulo de Hitchcock, es necesario que haya suspenso en cada una de mis cintas. No me gusta que mis trabajos sean aburridos, afirmaba Rohmer, quien colocó los diálogos en el centro de sus obras, por lo que es considerado como el Marivaux o el Musset del cine francés.

Rohmer se convirtió en el más secreto de los cineastas de la nueva ola, corriente que irrumpió a finales de la década de los años 50 con realizadores como Francois Truffaut y Jean-Luc Godard.

Soy un salvaje, un solitario, decía de sí Rohmer, que, sin duda, fue uno de los grandes observadores de los códigos de la sociedad moderna, cuya exploración profundizó en sagas como Cuentos de las cuatro temporadas, en los años 90.

Con él descubrí el cine. Fue para mí como un gran personaje del Siglo de las Luces, destacó una de sus actrices favoritas, Arielle Dombasle, al enterarse de la muerte del cineasta, quien en 2001 recibió un León de Oro en el Festival de Venecia por el conjunto de su obra.

Le debo todo, afirmó otro actor, Fabrice Luchini, intérprete de La rodilla de Claire y de Las noches de la luna llena, realizada en 1984.

Eric Rohmer fue autor de comedias frescas y sentimentales, pobladas de muchachas en flor.

Asimismo, era un erudito que gozaba festejando la lengua y la literatura francesas y un etnólogo de la especie humana.

En sus películas le daba un lugar preponderante a la palabra. Sus intrigas se tejían en torno de la conversación y de los jugueteos del amor, por lo que los críticos lo compararon con escritores como Marivaux o Musset.

Largometrajes y más

En medio siglo de trabajo realizó 24 largometrajes, un documental sobre los hermanos Lumiére y programas escolares para la televisión.

Fue colaborador de las revistas Temps modernes y Arts, y jefe de redacción de la Gazette du cinéma en 1950, y de los Cahiers du cinéma, de 1957 a 1963.

Observador de los comportamientos amorosos y de la comedia social, Eric Rohmer organizó su obra en serie o ciclos de películas.

Con las Comedias y proverbio de los años 80, con películas como Les nuits de la pleine lune (Noches de luna llena) y Le rayon vert (El rayo verde) –ganadora del León de Oro de Venecia en 1986 y del premio Louis-Delluc– analiza los códigos de la modernidad y los extravíos del corazón.

Los llamados Cuentos de las cuatro estaciones, realizados en la década de los 90, prosiguen en la misma vena.

Con La marquise d’O (1976), Perceval le Gallois (1978) o L’anglaise et le duc (2000), filmados por fuera de las series, intentó experimentar con la pintura y la exploración de la historia.

Su última película, El romance de Astrea y Celadón –basada en una novela del siglo XVII, de Honoré de Urfé–, fue seleccionada para la Muestra de Venecia en 2007.

También escribió la obra de teatro Trío en mi bemol y la novela Elisabeth, publicada en 1946 bajo el seudónimo de Gilbert Cordier.