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Un desprendimiento de retina lo puso al borde del retiro

Israel Vázquez cifra sus esperanzas en la nueva pelea contra Márquez
 
Periódico La Jornada
Domingo 10 de enero de 2010, p. a14

Cuando Israel Vázquez recibió la noticia de que podía seguir boxeando, el alma le regresó al cuerpo. Fue exactamente hace un año: el diagnóstico que le dieron los médicos le devolvió la esperanza luego de quedar al borde del retiro por una grave lesión en el ojo derecho, el saldo que le dejó el tercer combate que sostuvo contra Rafael Márquez, en una trilogía que es considerada una de las mejores en la historia de este deporte.

El Magnífico Vázquez ganó dos de esas tres peleas, pero los golpes le provocaron un desprendimiento de retina, por lo que fue sometido a cirugía en tres ocasiones y pasó por un largo y traumático periodo de recuperación. Por aquel combate, celebrado en marzo de 2008, cobraron apenas poco más de 500 mil dólares –cifra modesta para los estándares estadunidenses– y tuvieron que alejarse por más de un año para reponerse del maltrato que ambos se infligieron. Esa ausencia tuvo un alto costo en sus carreras, pues terminó por devaluarlos.

Con las facultades mermadas, pues aunque ganes en cada pelea algo se pierde –reconoce el propio Magnífico–, y con la cotización a la baja, ambos púgiles volverán a enfrentarse el próximo 22 de mayo, para cerrar una historia repleta de sangre, pasión y secuelas severas.

Estoy consciente del peligro que corremos con otra pelea, dice Vázquez vía telefónica, al reconocer que hay mucho en riesgo al volver a combatir con quien lo lesionó y estuvo a punto de mandarlo al retiro. Pero en este deporte sólo se gana arriesgando, dice El Magnífico con ese peculiar modo de hablar, arrastrando palabras, como suelen hacerlo los boxeadores viejos.

Pelearán más por recuperar el tiempo perdido y para volver a cotizarse, pues el dinero que recibirán por este cuarto episodio será prácticamente la misma cantidad que recibieron en el tercer pleito que sostuvieron. Es decir, que después de todo será como volver a empezar para ambos.

Es injusto, reclama Vázquez, ya que los empresarios tienen dudas de que este nuevo enfrentamiento no esté a la altura de los tres anteriores, que no sean tan cardiacos luego de tantos meses de inactividad. Pero en cambio, la gente sí está a la expectativa de este retorno, dice animado mientras la gente lo detiene en las calles de Los Ángeles –ciudad en la que radica– para felicitarlo y pedirle autógrafos; “se me pone la carne chinita cuando las personas me paran y me expresan su admiración.

Por eso queremos volver a pelear, porque este combate va a ser épico y despejará todas las dudas que quedaron en las peleas anteriores, exclama el púgil, cuyo ojo portará una lente de manera permanente. Completamente optimista, El Magnífico tiene muchas esperanzas en este combate, porque de resultar un éxito, se abrirán las puertas para que otra vez los pesos pequeños cobren buenas bolsas, pero para eso hay que arriesgar. Con esa disposición, regresó a los entrenamientos en enero y en julio ya estaba sobre la lona, pero aún le faltaba lo que consideraba su reto mayor: un verdadero combate, para recuperar la confianza y agarrar ritmo.

En octubre pasado regresó a los cuadriláteros contra Ángel Antonio Priolo, en Los Ángeles, en una pelea pactada a 10 asaltos. Al principio se sintió incómodo, un poco rígido por la falta de acción durante 18 meses, pero al paso de los minutos empezó a soltarse. Aunque notó que tenía problemas para manejar las distancias y que su golpeo ya no era tan poderoso como antes, noqueó a su rival en el noveno episodio, de una pelea que considera la más importante de su carrera, pues poco antes estaba casi seguro de que nunca más volvería a usar unos guantes.

Ya no maldice su suerte, como lo hizo durante su periodo de incertidumbre ante la posibilidad de no recuperarse de la lesión en el ojo, ya no considera que todo el sacrificio que hizo fue inútil. Otra vez quiere gloria y no le importa el precio.