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Hoy se conmemora el décimo quinto aniversario luctuoso del académico y teórico del arte

Necesario, revalorar legado de Juan Acha para enfrentar la enajenación: De la Rosa

Pugnaba por que el creador fuera agente de cambio social, recordó el escultor en entrevista

 
Periódico La Jornada
Sábado 9 de enero de 2010, p. 5

El arte, más que simple manifestación personal, debe tener siempre sentido social. Uno no pinta, esculpe o escribe sólo para embellecer la realidad, sino para comprenderla mejor, hacerla comprender por los demás y después transformarla.

Éste, en resumen, fue el núcleo de la propuesta del académico Juan Acha (1916-1995), uno de los más importantes teóricos latinoamericanos del arte, cuyo décimo quinto aniversario luctuoso se conmemora este sábado, previo a una serie de homenajes que sus amigos le rendirán en 2010.

Nacido en la localidad de Sullana, en el noroeste de Perú, Acha inició su labor como crítico de arte en los años 50 del siglo pasado –pese a haberse formado primero como ingeniero químico–, y en 1971 se trasladó definitivamente a México, donde desarrolló casi toda su labor como teórico y profesor en diversas instituciones públicas, entre ellas la Academia de San Carlos.

Considerado como uno de los fundadores de la teoría artística latinoamericana, Acha era claro en sus planteamientos: el artista debe ser agente de cambio social, y consolidar una visión propia sobre su realidad y sus raíces, para así liberarse del yugo imperialista occidental en la cultura, afirmó en entrevista con La Jornada Rolando de la Rosa, discípulo y amigo del académico.

Sin llegar a adoptar una posición panfletaria, Acha afirmaba que las realidades de América Latina y los países occidentales industrializados eran muy diferentes, y pugnaba porque los artistas jóvenes se dieran cuenta de ello y evitaran caer en las trampas del arte puramente comercial, señaló el también artista.

De la Rosa, célebre en su momento por el escándalo que produjo en 1987 una instalación en la que combinó las figuras de Marilyn Monroe y la Virgen de Guadalupe, consideró que el trabajo de los creadores debe ser reflexionar sobre la realidad y plasmar sus pensamientos en obras entendibles, siempre didácticas, que a su vez provoquen reacciones y hagan progresar a la sociedad.

Defensor de un arte comprometido con los derechos humanos y la justicia social, que se opusiera a lo conservador y reaccionario, Acha impulsó al mismo tiempo los espacios donde se mostraban géneros alternativos, como la instalación, y trabajó de forma paralela como académico en la Universidad Nacional Autónoma de México por más de 20 años.

En opinión de De la Rosa, el vasto legado teórico de Juan Acha, entre ellos sus libros sobre producción, distribución y consumo del arte, deben ser revalorados en la actualidad, para enfrentar la enajenación y el racismo que imperan en México, incluso entre los artistas.

Con ese objetivo, un grupo de personas que conocieron de cerca las propuestas del teórico latinoamericanista, entre ellos los pintores José Luis Cuevas y Eloy Tarcisio, presentarán este año un ciclo de actividades en homenaje a Acha, entre ellas la lectura y discusión de sus escritos, la mejor manera de rendirle tributo.

Juan murió dando clase en (la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado) La Esmeralda. Hasta el último momento trató de formar seres propositivos, que aspiraran a ayudar a su sociedad. Por sus conocimientos, él habría podido estar en cualquier universidad de Europa o Estados Unidos, pero su vocación latinoamericanista lo mantuvo siempre en México.