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Penultimátum

Pío XII, evaluación de fe

C

uando en 1967 el Vaticano anunció el comienzo de la causa para beatificar a Pío XII, más de uno lo consideró un grave error que causaría irreparables daños a la Iglesia y ofendería a millones de víctimas del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial y a quienes todavía sufrían las secuelas de esa negra época.

Los especialistas y las evidencias documentan cada vez más que quien gobernó la Iglesia católica de 1939 a 1958 guardó silencio ante la deportación masiva de judíos, gitanos y otras minorías raciales a los campos de exterminio establecidos por Hitler y sus secuaces entre 1939 y 1945. Ni siquiera expresó la más leve protesta cuando, en 1943, desde una de las estaciones ferroviarias de Roma, la Tiburtina, salían los trenes con cientos de personas rumbo a la muerte en Auschwitz.

Los sucesores de Pío XII afirmaron en su oportunidad que dicho pontífice no tuvo una actitud pasiva ante el Holocausto y la matanza de otros millones de personas por ser de raza inferior, vivir en el lado oriental, el comunista, o defender la República española. Alegan que hubieran sido más las víctimas, de haberse pronunciado públicamente contra el régimen nazi y sus aliados. Pero, aunque lo prometieron, no han abierto los archivos vaticanos a los especialistas para clarificar el papel del citado representante del Altísimo en la Tierra. En cambio, está comprobado su apoyo irrestricto a otro asesino por la gracia de Dios: Francisco Franco. Supo y no hizo nada para impedir la masacre de inocentes en Ucrania, Polonia, Alemania y otros países invadidos por los nazis.

Recientemente, el actual pontífice, quien militó en las juventudes hitlerianas, firmó el decreto que declara Venerable a Pío XII, paso fundamental en el proceso para declararlo beato. La reacción de la comunidad judía, de los historiadores, de quienes buscan la verdad sobre la actuación papal durante la Segunda Guerra Mundial y años posteriores, obligó a una pronta aclaración del Vaticano: Benedicto XVI alaba las virtudes heroicas de Pío XII y su ejemplar relación con Dios, pero ello no constituye una evaluación histórica de su acción, solamente se ha evaluado su fe.

Esa aclaración, que no convenció a nadie, es simplemente coyuntural: Benedicto XVI debe visitar por primera vez la sinagoga de Roma el próximo 17 de enero como parte del diálogo entre judíos y católicos. Además de los rabinos, encontrará a supervivientes de los campos nazis.

En busca de la verdad histórica, es importante no generalizar. Muchos sacerdotes en Alemania, en España y otros países europeos se opusieron activamente al nazismo y sus aliados, defendieron los derechos humanos y pagaron por ello con cárcel y con sus vidas. Pero ninguno ha tenido la suerte de ocupar un lugar en los altares.