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Por desconocimiento o miedo, algunos se resisten a pasar ahí la noche en época de frío

Por la crisis, crece demanda en el albergue Coruña del IASIS

Además de personas en situación de calle, acuden pintores, plomeros y albañiles desempleados

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Larga fila para recibir cena y alojamiento en el albergue CoruñaFoto Carlos Cisneros
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El Instituto de Asistencia e Integración Social proporciona cenas y alojamiento a personas en situación de calle, en el albergue CoruñaFoto Carlos Cisneros
 
Periódico La Jornada
Jueves 31 de diciembre de 2009, p. 23

Para algunos es ya una costumbre ir cada noche al albergue Coruña en busca de una cena caliente y una cama donde dormir. Son alrededor de 900 hombres que abandonaron el hogar por problemas de adicciones, principalmente, para vivir en la calle y que diariamente acuden a este centro para pasar la noche.

Otros por desconocimiento o miedo se resisten a acudir a este albergue, y prefieren dormir a la intemperie en plazas, estaciones del Metro o al resguardo de edificios como el Palacio de Bellas Artes, motivo por el cual, brigadas del Instituto de Asistencia e Integración Social (IASIS) del Distrito Federal realizan recorridos nocturnos para tratar de persuadirlos de las ventajas de ir al albergue al menos por una noche.

En este caso, también son personas adictas al alcohol y a solventes, porque de otra forma no aguantarían vivir en la calle, dice José Luis, quien durante dos años vivió y durmió en la vía pública, quien ahora, junto con otras 12 personas, fue contratado por el IASIS para invitar a estos jóvenes y adultos a pasar la noche en el albergue y así protegerse del frío que se recrudece en la temporada de invierno; quien mejor que los que hemos pasado por esa situación para convencerlos, dijo.

Algunos tienen hasta dos años asistiendo diariamente a dicho centro, como Jorge, de 57 años de edad, quien luego de una operación de hernias quedó incapacitado para ejercer su actividad de pintor de casas. Estamos aquí por errores, no por buenas gentes, dice al recordar que su afición al alcohol lo obligó a abandonar a su familia.

Yo soy yo y mi circunstancia, dice por su parte Ángel, citando a José Ortega y Gasset, al explicar que luego de separarse de su esposa, estudió artes plásticas, para después emigrar de Tlayacapan, Morelos, a la ciudad de México, pero la falta de oportunidades y una enfermedad que lo dejó casi ciego, lo arruinó al grado de verse obligado a vivir en la calle. Para sobrevivir declama poemas, canta canciones y hace dibujos al carbón, que le dejan algún dinerito para un refresco, el baño o comer un taco.

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Para algunos ya es costumbre ir cada noche al albergue Coruña en busca de una cena caliente y una cama dónde dormirFoto Carlos Cisneros

Setenta y cinco por ciento de quienes acuden a este albergue provienen de otras entidades de la República, principalmente del estado de México, así como de Veracruz, Oaxaca, Chiapas y Guerrero, señaló José Raúl Mejía Jiménez, director del centro, quien agregó que el número de personas que se atiende en este lugar se ha incrementado, principalmente a causa de la crisis económica, pues se trata de quienes ofrecen sus servicios como plomeros, pintores y albañiles en la vía pública, que han dejado de ser contratados. Incluso muchos rentaban cuartos, pero ahora ya no tienen la posibilidad de pagar.

Según cifras del IASIS, alrededor de 2 mil 700 personas viven en situación de calle, de allí los recorridos para tratar de convencerlos de ir al albergue. Zenón pasa las noches en las inmediaciones del Palacio de Bellas Artes, pero se niega a aceptar la ayuda, aquí estoy bien, dice, y allí se queda, con sólo una cobija –que le entregó el personal del IASIS– y una mochila negra al lado, mientras la camioneta se enfila al albergue Coruña, con siete personas que sí aceptaron pasar la noche allí.