Opinión
Ver día anteriorDomingo 20 de diciembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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A la Mitad del Foro

De olor a pólvora y oscurantismo

O

perativo militar y mensaje presidencial desde el frío de Copenhague: las fuerzas marineras se han cubierto de gloria. En Cuernavaca, al amparo de la noche y del silencio de autoridades locales asustadas, incapaces de reivindicar jurisdicción o soberanía alguna, el cuerpo militar cerró el cerco, combatió con fiereza y se desató un tiroteo impresionante durante 30 minutos, mientras circulaban vehículos y civiles en torno a la batalla.

Aquí pasó lo de siempre. Se impuso el estado de sitio ficticio; no hubo orden judicial, ni presencia de Ministerio Público. Es la guerra de Felipe Calderón, de las fuerzas armadas de la nación contra el crimen organizado. Nadie se queja. Hay que reconocer el logro que reclamó para sí y para la Marina el Presidente de México. Cayó uno de los capos, jefe de jefes, repetiría el amarillismo alimentado por el folclor musical y embelesado por la iconografía del narcotráfico mexicano. ¿Con esos truenos quién duerme? ¿Quién va a invocar nimiedades como la obligación de solicitar autorización del Congreso para suspender las garantías individuales?

El titular del Ejecutivo envía iniciativas de reforma política al Senado de la República y el recién restaurado federalismo se esconde bajo la cama. Relección sucesiva en municipios, así como de diputados locales, federales y senadores; ya vendrá la presidencial bajo el manto protector de Agustín Pro. Facultades de veto parcial del Presidente y para iniciativas preferentes; segunda vuelta en elección presidencial y candidatos independientes. Empoderar al pobrecito Presidente y alinear a los partidos: del pluralismo al personalismo participativo. Pero Carlos Navarrete, quien preside el Senado, adopta poses de valiente, engola la voz y asegura que Felipe Calderón se tendrá que esperar a que transcurra el tiempo de la Comisión Permanente. ¡No faltaba más!

Sea. Un triunfo y laureles de olivo para Felipe de Jesús el michoacano. Al fin y al cabo, a nadie se le va a ocurrir levantar arcos de triunfo para recibirlo a su regreso de la conferencia de Naciones Unidas sobre el cambio climático. Aunque ya empiezan los recuerdos del porvenir y los sicofantes aplauden lo que hará posible como anfitrión de la cumbre del año entrante, tras los tropezones de las potencias en Dinamarca: Estados Unidos ofreció dinero; China se aferró a la desdeñada soberanía; Brasil volvió a la esperanza (creo en Dios y podría hacerse un milagro, dijo el presidente Lula en Copenhague). Y la nieve cubrió a la vieja Europa, Norteamérica, Rusia y China. Se enfrió el calentamiento del clima, tiraron trozos de hielo sobre el invernadero de todos tan temido. En México se resolverá todo. Aquí salvarán a la humanidad del desastre climático, tal como la salvaron de la influenza pandémica nuestros creyentes conductores.

Los últimos arcos triunfales erigidos en México fueron derribados por estudiantes en tiempos de Miguel Alemán Valdés. Y ya no hace falta que un mozo de estribo viaje al lado del titular del Supremo Poder Ejecutivo de la Unión y le repita al oído: recuerda que eres mortal. Vicente Fox y Manuel Espino escupen para arriba. Agustín Carstens gobernará el Banco de México con el beneplácito de senadores del PRI, del PRD, los verdes y la morralla deslumbrados por los diplomas y los ascensos en las instituciones financieras bajo cuyo yugo padecimos hasta que llegó el fin del pasado, sin que se diera cuenta del diluvio que vino el apoderado del presidente Calderón. Para el del catarrito, el premio de su designación para sustituir a Guillermo Ortiz, quien asegura logró contener las espirales inflacionarias. Los senadores se inclinaron ante quien deja la Hacienda mexicana en las peores condiciones de la historia moderna. Ah, le dijeron que no iría ahí como mayordomo del Presidente. Y Carstens ratificó que él haría lo que diga su jefe.

Felipe de Jesús dice: relecciones sucesivas de diputados para que el ciudadano decida con su voto si premia o castiga a sus representantes. Trazados en la opacidad, los torcidos renglones de esa iniciativa reducen a los diputados al Congreso de la Unión a la condición de gestores de su distrito; en el mejor de los casos, a representantes de los intereses de sus electores. No hubo algún asesor, consejero, secretario, jurista, que dijera a los redactores de la iniciativa que los diputados al Congreso de la Unión son representantes de la nación, conforme lo establece expresamente el enunciado primero del artículo 51 constitucional.

La voz de los encuestadores es la voz de dios: hay demasiados diputados y nos cuesta mucho dinero pagarlos. Son 500: 300 de mayoría relativa, elegidos por voto directo de los ciudadanos, y 200 de representación proporcional, elegidos indirectamente, de acuerdo con su lugar en las listas de cada partido, distribuidos en circunscripciones dispersas en el territorio nacional. Para fortalecer el poder de los ciudadanos, proponen reducir a 240 el número de diputados de mayoría; y en busca de la cuadratura del círculo, reducir a 160 los de representación proporcional, los de las listas elaboradas por los partidos. Menos curules, menos dietas, a costa de menor valor al sufragio directo y menosprecio al poder constituido, la división de poderes, la norma constitucional: la Cámara de Diputados se compondrá de representantes de la nación.

Acertada la propuesta de restablecer la igualdad de representantes de las entidades de la Federación en el Senado de la República: los excesos del reformismo dieron tres senadores a unas y hasta cinco o seis a otras. En la república federal cada estado debe tener el mismo número de senadores; son iguales el más y el menos poblado, el más extenso y el de menor territorio: tanto vale Colima como Chihuahua; Campeche como Jalisco; Nayarit como Nuevo León. En la hora 11 abre el debate Felipe Calderón. Responde el sistema plural de partidos. Reivindica la primicia, entre otros, Manlio Fabio Beltrones. Hay que reivindicar el federalismo y rescatar la división de poderes: la iniciativa pretende dar a la Suprema Corte la facultad de presentar iniciativas de ley ante el Congreso, hacer las leyes y decidir sobre su constitucionalidad: juez y parte, monstruo de la sinrazón.

César Nava madruga y vuela a Boca del Río: cónclave azul en busca de candidato capaz de derrotar al PRI y evitar que los del PAN veracruzano repudien a Miguel Ángel Yunes. Cosas de brujos, de miedos al poder y a quien sabe ejercerlo. Fidel Herrera Beltrán es de los gobernadores que hacen política y hacen políticos; sabe sumar a su causa y restar apoyos a la ajena. Miguel Ángel Yunes conoce el precio de esos apoyos; Juan Bueno Torio se empantanó a su paso por Pemex, y Gerardo Buganza capitalizó su derrota.

Ya lo dijo el santo Papa... sólo Veracruz es bello. Y para colmo, la derecha panista ve a la distancia el encuentro en el Vaticano de Enrique Peña Nieto y el papa Benedicto XVI. Las izquierdas olvidan por un instante su combate intestino y dan la voz de alarma por la alianza de las fuerzas de la oligarquía y la Iglesia· ¿Quién pagó el viaje?, pregunta César Nava. Yo, con dinero propio, respondió Enrique Peña. Y los escudriñadores de intimidades dieron vuelo a las premoniciones.

Insoluble paradoja del voto útil y la dicha inicua de perder el tiempo; condena de noviazgo con bendición papal y presurosa aprobación a la unión antinatura del movimiento obradorista y el PAN: opacidad y oscurantismo en Oaxaca, o las bodas de Camacho.