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Con su actuación cerró las celebraciones por 60 años de sonero

Melón dejó constancia de su calidad y entrega en el festival Diego Rivera
Foto
Merry MacMasters y Luis Ángel Silva MelónFoto Luis Humberto González
 
Periódico La Jornada
Martes 15 de diciembre de 2009, p. a10

Suebede-bodebo-pepa-pore y Melón, acompañado de sus Lobos, soltó la descarga de Paloma, linda paloma ante un público heterogéneo, expectante, que se dio cita en el Museo Diego Rivera Anahuacalli al conjuro del anuncio de que el conocido sonero pondría punto final a las celebraciones por sus seis décadas de andar por los ritmos de raíz afroantillana.

Fue un domingo festivo hace un par de días, en la imponente edificación de la zona pedregalina de Coyoacán donde cada año, desde hace seis, con motivo del cumpleaños de Diego Rivera, se dan cita buenos músicos a la par de artistas plásticos para celebrar un aniversario más del natalicio del muralista.

Baile, actividad primordial

El baile fue la actividad primordial del segundo día del festival, y casi en sucesión tres grupos de géneros diferentes obligaron al respetable a invadir la tarima de madera, que no bastó para el gozoso cometido, por lo que la gran explanada pétrea fue incómodo sitio para eso de sacarle a las suelas.

Sabido y dicho está que Luis Ángel Silva Melón es el ejemplar alfa, no nada más para su jauría, sino para muchos soneros, de lo que el oriundo de Santa María la Ribera dejó constancia una vez más con su repertorio, que no por conocido deja de saborearse.

La infaltable Amalia Batista, casi el sello de Melón; Qué manera de quererte y, para darle variedad, el danzón, Almendra, anticipo de lo que pondría fin al sarao.

Lo antecedieron, ya cuando la calurosamente inusual tarde decembrina empezaba a pardear, el Monroy Blues, peculiar ensamble potosino; la cantautora española Mercedes Ferrer, quien llegó a alternar con Bob Dylan y los Doors, y el fino sonido del flautista Horacio Franco.

Posteriormente se presentó La Danzonera del Chamaco Aguilar. Su sonido se escuchó nitidamente por la buena batería de bocinas con que se contó para beneficio de todos los actuantes.

Recuento

En previa plática, la periodista Merry MacMasters y el musicólogo Rafael Figueroa ofrecieron conferencias acerca de la trayectoria de Melón, desde sus días con Los Diablos del Trópico y Los Guajiros del Caribe, a los de hogaño, cuando forma el grupo con atrilistas que ha preparado en los talleres que suele impartir.

Monroy Blues, grupo sui generis, podría decirse casi familiar, pues sus ocho integrantes están relacionados entre sí, ofreció una fusión del huapango con el blues, aderezado con la espléndida voz de Martha.

En su haber tiene nueve grabaciones, premios y reconocimientos de sus actuaciones en las ferias de Aguascalientes y San Miguel Allende.

Monroy rubricó su actuación con La bruja. De ellos, El abuelo Fermín, un armoniquista, que por ahí deambuló, y al que le dedicaron una de sus interpretaciones, dijo emocionado que hacer sincretismo de estas músicas es exactamente como hacer vino de varias uvas y que se pueda beber.

El Héctor, docente de música en una secundaria y conocido para los oyentes de Radio Educación –emisora que se encargó de trasmitir un segmento del festival–, alegró el comienzo de la tertulia y presentó su disco en el que rinde tributo a dos buenos maestros de la ironía: Renato Leduc y Margarito Ledezma, seudónimo que utilizó Leovino Zavala para la autoría de unos versos para distraer a su madre enferma.

Pies hinchados y cansancio muscular natural tras casi tres horas de darle duro a la bailada hicieron que la concurrencia comenzara el éxodo pasadas las 10 de la noche, pero con el ánimo enhiesto para celebrarle a Diego sus 124 años en 2010.