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Comunicadores reflexionaron en la FIL sobre Internet y el futuro de la profesión

El periodista, crucial en la era de Facebook: Jon Lee Anderson

Su papel será importante porque las fuentes de las redes sociales no son comprobables, explicó el cronista de The New Yorker; lo acompañaron Julio Villanueva Chang y Javier Solórzano

Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 7 de diciembre de 2009, p. a10

Guadalajara, Jal. Las redes sociales en Internet sí pueden llegar a sustituir a las agencias noticiosas, pero el papel del periodista será todavía más crucial, pues muchas de las fuentes que se manejan en el intercambio a través de Facebook o Twitter no son comprobables, ni quienes ponen los contenidos en la red tienen la experiencia de contar o analizar lo que vieron, dijo Jon Lee Anderson, durante la segunda jornada del Encuentro Internacional de Periodistas que se realiza en la FIL.

Sin embargo, el periodista de The New Yorker consideró que el ciudadano común que utiliza las redes sociales es un poderoso instrumento de comunicación, particularmente porque en muchos casos representa el testigo presencial de un hecho que luego describe, no sólo a través de la escritura, sino utilizando los medios a su alcance, como video o audio.

La mesa redonda en la que también participó el peruano Julio Villanueva Chang y que moderó Javier Solórzano, reunió un buen número de estudiantes y periodistas atentos al tema Perfilando el poder: investigar y narrar, los retos del periodismo, en el cual los tres profesionales ahondaron en aspectos muy concretos de la labor cotidiana y su relación con la objetividad en el resultado final, la evaluación para saber qué datos delicados del entrevistado publicar, además de la relación con las fuentes informativas y la perversión en la que se puede incurrir.

La objetividad es la máxima; la utopía, la bandera nuestra. Por supuesto yo intento ser lo más objetivo posible, la mayoría del tiempo, pero hay circunstancias en las que uno tiene que incidir en la realidad. La realidad se te impone, y si no reaccionas como ser humano, estás perdido, dijo Anderson a pregunta de los asistentes, quienes, libro en mano, le increparon la opinión que el periodista estadunidense incluyó en una pieza periodística.

Reafirmó que, a la hora de escribir, uno de los pocos ángulos en los que ejerce la censura es cuando se trata de datos íntimos de los entrevistados, ya que le parece una cuestión burda que incluso podría resultar contraproducente para el efecto mayor que se busca con una nota bien documentada.

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Escena captada en la recta final de la FIL 2009Foto Héctor Jesús Hernández

Recordó que el deber es con el público, ya que cada vez es más común que la empatía entre periodista y entrevistado también sea un elemento que influya en la objetividad y en el resultado final del trabajo periodístico.

Los ponentes y asistentes debatieron en torno a cómo retratar con justicia y sin sesgo personajes que por su naturaleza pública generan opiniones encontradas, como Hugo Chávez, Saddam Hussein, Fidel Castro o Adolfo Hitler.

Anderson es reconocido por las crónicas biográficas que ha hecho de figuras como las anteriores, además de Augusto Pinochet, Gabriel García Márquez, el rey Juan Carlos o Hamid Karzai, entre otros muchos.

Dijo que la intuición es una herramienta útil para conocer a quienes protagonizan la información, porque, por ejemplo, a los villanos la corrupción se les ve en los ojos, pero advirtió que un buen periodista no debe quedarse sólo con la intuición como guía, sino que está obligado a investigar a fondo para evitar equivocaciones.

Por su parte, Julio Villanueva Chang, director de la revista Etiqueta Negra, dijo que en alguna ocasión un colega encontró una carpeta, en una librería de viejo, con fotografías poco conocidas de Hitler donde se veía al líder nazi abriendo un regalo o cargando, como un amoroso tío, a la hija de su ministro de propaganda, Joseph Goebbels. Se preguntó cómo integrar este tipo de información a la hora de trabajar un perfil periodístico y qué tanto puede alterar el punto de vista sobre determinados personajes.

Para Jon Lee Anderson, la respuesta está en un trabajo profesional que intente la objetividad y tome en cuenta los diversos factores y situaciones que rodean a las personas de las cuales se escribe o habla.

Aterrizando las reflexiones y anécdotas relatadas en la tarea del cronista, la mesa concluyó con la idea de que, más que narrar, se debe reflexionar en cómo un perfil o una crónica pueden describir a una sociedad en general.