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Alfredo Zúñiga enfrentará este sábado al regio Gerardo Piñón

Un campeonato, una casa y un pollo rostizado, sueño inmediato del Diablito
 
Periódico La Jornada
Jueves 3 de diciembre de 2009, p. a15

El Diablito está nervioso. José Alfredo Zúñiga, cuyo mote en el boxeo invoca al mal pero de una manera risueña, tamborilea los dedos, mueve las piernas, se pone en guardia y tira algunos golpes al aire. Dice que así es él, que nunca se está quieto.

En una casona de Polanco están a punto de iniciar la presentación del cartel en el que disputará el campeonato latino del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) contra el regiomontano Gerardo Piñón, este sábado en el Deportivo de los Trabajadores del Metro.

Está inquieto, pero se tranquiliza porque sus aspiraciones son firmes: quiere ser campeón, terminar una casa para su familia y comerse un pollo. Uno rostizado y acompañado de un refresco de cola de dos litros.

Será lo primero que haga luego de coronarse con el cetro latino, porque de que le gana a Piñón, no tiene duda, afirma convencido.

Hace seis meses anunció a su esposa que dejaría su natal Matamoros, Tamaulipas, para venir a la ciudad de México a cumplir su sueño de ser campeón.

Obviamente –relata– su mujer se puso mal, pero le explicó que haría ese sacrificio para mejorar la vida de la familia. Le aclaró que no los estaba abandonando y terminó por convencerla.

Después de cinco peleas ya les estoy armando su casa. Tengo el terreno y espero terminarla. Todo lo que hago es para que ellos estén mejor, señala.

Esta es la oportunidad que esperaba. Quiere ocupar el trono que dejó el ex monarca Édgar Sosa y que tiene desolado al promotor, el doctor Fausto Daniel García, quien busca un nuevo campeón. El Diablito quiere ser esa nueva esperanza para él.

No será fácil, dice el joven peleador, pero está acostumbrado a ir a contracorriente. En marzo pasado enfrentó al número uno de la clasificación en peso paja, al capitalino Gánigan López, y lo derrotó desafiando todos los pronósticos.

Sin embargo, sólo pudo mantener la victoria unos meses, pues el ofendido regresó a cobrar la humillación. Lo noqueó en el tercer asalto. Así es el boxeo, puede darte todo, quitártelo y dejarte sin nada, reflexiona.

Cuenta los días que faltan para conquistar el campeonato que le abrirá las puertas del éxito. Imagina una casa con tres habitaciones, repasa los regalos que comprará en el metro Pino Suárez, el pollo rostizado que se comerá él solo.

Faltan dos días para la pelea, dos noches más en las que mirará las fotos de su esposa e hijos mientras intentará conciliar el sueño.