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En Los puentes de Königsberg, David Toscana aborda dos tipos de destrucción

“Declaran la guerra al narco, pero no a crímenes como el tráfico de menores”

Equipara las historias de niños en redes de prostitución con el abuso sexual que sufrieron las mujeres en la antigua ciudad alemana durante la Segunda Guerra Mundial

 
Periódico La Jornada
Lunes 30 de noviembre de 2009, p. a14

En su más reciente novela, el escritor David Toscana compara el problema de robo y tráfico de menores en México con el abuso sexual que sufrieron las mujeres durante la Segunda Guerra Mundial en Königsberg, antigua ciudad alemana.

Los puentes de Königsberg, editado por Alfaguara, une a Monterrey con la ciudad europea, que, según él, sufrió la mayor destrucción durante la guerra.

En entrevista, Toscana explicó que el robo de niños ha alcanzado proporciones alarmantes en Monterrey, pero las autoridades no le dan la importancia que merece. “Existe la guerra contra el narcotráfico, pero no hemos declarado la guerra a otros crímenes, como al que quizá sea el más horrendo que existe: llevarse a un pequeño y meterlo en la red de prostitución.

La guerra es un drama y también existen otros que no utilizan bombas, como el tráfico de niños. Este problema me llamó la atención desde la infancia, porque en el periódico siempre aparecían anuncios de padres que habían perdido a un hijo.

El autor recordó que en 1960 la prensa daba mayor importancia al robo de un radio que a la desaparición de una niña: Los padres pagaban un inserto para encontrar a sus hijas; generalmente la imagen que aparecía en el periódico era de la pequeña en el día de su primera comunión, vestida de blanco y en posición de oración.

El escritor manifestó que el problema del tráfico de menores siempre ha existido, y parece que la gente atiende esta situación y después se olvida, pero las autoridades no le han dado mayor importancia.

En la novela, los personajes son pedófilos que sueñan con niñas y hablan de ese deseo por estar con ellas, aunque nunca cometen un crimen.

En la ciudad de Königsberg, el autor mexicano encontró una de sus pasiones, el caos, así como el drama de las mujeres de esta localidad con la llegada del ejército ruso.

Los puentes de Königsberg –dijo Toscana– refleja simplemente un problema, pero su intención no es la denuncia, ya que como escritor no me toca sentenciar, juzgar o moralizar, sino contar ciertas cosas.

En la novela, personajes desquiciados que viven en la ciudad de Monterrey, pero que creen estar en Königsberg a punto de ser invadidos por el ejército soviético porque ya pasaron todos los países aliados sobre ellos y descargaron sus bombas, empiezan a sentir la angustia de lo que es la guerra y su inminente derrota.

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Las personajes con mentes trastornadas son los favoritos de David ToscanaFoto Jesús Villaseca

A su vez, las mujeres de la historia tienen la certeza de la suerte que les espera con el ejército Rojo, que tenía fama de apropiarse de las mujeres cuando llegaba a un pueblo.

Los siete puentes de Köningsberg, con el dilema que entrañan y la obsesión que pueden despertar en una mujer y un muchacho, unen a Monterrey con la ciudad europea, a cuyos habitantes se les conocía en latín como regiomontanos.

Para el desarrollo de la historia, el autor utilizó la última etapa de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, y la destrucción de los habitantes de Königsberg, quienes a la larga cambiaron de nombre y de país. “Los soviéticos destruyeron la ciudad europea y también los vestigios de la cultura germana que existían al finalizar el conflicto bélico.

Königsberg es el símbolo de la destrucción. Lo único que quedó fue la tumba de Kant; ésa fue la parte que respetaron los rusos en lo que ahora es Kaliningrado, explicó el escritor.

Otro tema que interesó al autor, además del tráfico de niños y la destrucción de la ciudad alemana, fue imaginar que todo en la historia tiene la posibilidad de convertirse en otra cosa: Monterrey en Königsberg, el presente en el pasado y los personajes en otros.

Seres atormentados

Sobre el oficio de la escritura, que permite a los autores convertirse en diversos seres, explicó que la mejor novela del mundo trata precisamente de este tema: Don Quijote, en el que un hombre se convierte en otra cosa, con la libertad siempre presente.

“En la obra de Miguel de Cervantes está la maravilla de la libertad, no sólo de Don Quijote, sino de la palabra. Es una gran novela porque en el momento en el que el protagonista se convierte en lo que quiere ser su palabra es libre; por eso son tan apasionantes los discursos del Caballero de la Triste Figura, que son además bellísimos, porque siempre navegan entre la razón y la locura, y una palabra que está entre cuerda y loca es maravillosa.”

Finalmente, David Toscana expresó que le atrae más una novela con libertad estética y no lo que falsamente se conoce como realismo, donde el lenguaje se tiene que ajustar a los diferentes personajes.

Reconoció que en sus obras funcionan bien los personajes trastornados, porque así el discurso es más libre.