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La historiadora revisa en un libro las nociones en varias épocas de la maldad consciente

De las perversiones, la guerra es la peor: usa el crimen como goce, según Roudinesco
 
Periódico La Jornada
Domingo 29 de noviembre de 2009, p. 7

Aunque no han sido estudiados de manera amplia, la perversión y los perversos siempre han existido en la historia de la humanidad, y se les ha explicado de manera diferente según la época, aunque invariablemente desde la condena.

Sin embargo, la perversión, ese goce consciente de hacer el mal, se observa como parte sustancial del individuo y de las sociedades: al lado luminoso de la humanidad se ha opuesto, persistente, un lado oscuro.

Al rechazarse el mal desde el bien éste de algún modo trata de alejar de sí mismo algo que le es propio. Ello sucede, en un ejemplo contemporáneo, con el combate al terrorismo: para luchar contra Al Qaeda y tratar de evitar atentados como el de las Torres Gemelas, Estados Unidos invadió Afganistán y creó cárceles ilegales, como la de Guantánamo. El antiterrorismo también es una forma de terrorismo y de perversión.

Ésa y otras reflexiones surgen de la lectura de Nuestro lado oscuro. Una historia de los perversos (Anagrama), de Elisabeth Roudinesco, historiadora francesa y estudiosa del sicoanálisis, que en ese libro analiza la noción de perversión, hace retratos de perversos, informa sobre las grandes perversiones sexuales y critica las teorías y prácticas acerca del asunto, elaboradas, sobre todo, a partir del siglo XIX.

La perversión constituye un fenómeno sexual, político, social, síquico, transhistórico, estructural, presente en todas las sociedades humanas, sostiene Roudinesco en el prólogo de su libro, y en una charla, en un café de la colonia Condesa, plantea: La perversión supone algo extremo, una especie de parte oscura que existe en la humanidad, el goce de hacer el mal, la erotización del mal. El mal, ciertamente, es una palabra que nos viene de los religiosos, pero no por ello hace falta retirarla.

Abunda en las aristas del tema: No es necesariamente perversa aquella persona que mata o hace la guerra. El acto de hacer el mal de manera espontánea no es necesariamente perverso. Para que sea perverso es necesario que haya conciencia de hacer el mal y gozarlo. No se trata de cualquier acto criminal.

En su investigación, Roudinesco diferencia las perversiones individuales del sistema político perverso. Cuando un sistema político es perverso, es decir, que pone en el lugar de la ley buena el mal, es la peor de las cosas. El nazismo representa el peor de los sistemas perversos, pues se trataba de introducir el crimen, el asesinato programado, como goce.

Al mismo tiempo, dice, el nazismo perseguía al perverso individual. “En nombre de una raza supuestamente superior, se perseguía a todas las razas ‘perversas’. En primer lugar, los judíos, señalados como los más perversos, como el mal.”

Hoy, señala, hay otras formas de perversión. En el plano sexual, el pedófilo ocupa el lugar del perverso extremo en las sociedades contemporáneas, sea pedófilo criminal o no, porque hay de ambos. Ocupa el lugar que antes ocupaba el homosexual. Esto es así porque en el siglo XX se establecieron los Derechos del Niño.

Destaca que fue en el siglo XIX cuando se inventó la transformación del perverso en enfermo. Antes de eso eran considerados como satánicos, recuerda.

Además la autora aborda las diferencias entre los sistemas perversos del presente y los del pasado, por ejemplo, el terrorismo actual de Al Qaeda y los anteriores.

“En las guerras siempre ha habido actos de terrorismo y muerte de civiles, en particular en las guerras de liberación. Pero los atentados del 11 de septiembre fueron planeados de manera premeditada, con rituales sexuales; elementos como el Paraíso, donde esperan mil vírgenes, se prepara el cuerpo y hay un goce en el acto del mal.

“La destrucción del World Trade Center fue un acto exhibicionista que se sirvió de la televisión para que todo el mundo mirara.

Es diferente el terrorismo individual en Palestina, donde se trata del modelo clásico de un pueblo desesperado que ataca y se defiende.

Luego de abordar el combate al terrorismo mediante el propio terrorismo, plantea: En la sociedad capitalista moderna, aquello que podría sistematizar la perversión es la idea de homogeneizarlo todo, de hacer todo igual, de que todo se vale, que todos los seres humanos son objetos idénticos.