Opinión
Ver día anteriorJueves 19 de noviembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La Muestra

Norteado

N

orteado puede ser la persona despistada que marcha sin rumbo fijo, pero también aquella que tiene puesta la mirada obsesivamente al norte, aclara en una entrevista Rigoberto Perezcano (XV en Zaachila, estupendo documental de 2002), a propósito de su primer largometraje de ficción.

Andrés (Harold Torres) es un joven oaxaqueño muy norteado, pues al poco tiempo de llegar a Tijuana para cruzar indocumentado la frontera se anota un primer fracaso al ser detenido por la migra y regresado a México, y luego pierde la brújula al trabajar en una tienda de abarrotes al lado de dos mujeres de las que termina encariñado.

Esta historia, inspirada en un cuento de Edgar San Juan, la refiere Perezcano con una inusitada economía de recursos narrativos, con base en pinceladas que en pocos minutos presentan la travesía de Edgar de su pueblo natal a la frontera, su padecimiento en el desierto donde es detenido, y su breve paso por un albergue tijuanense para inmigrantes fallidos, en espera todos de un nuevo intento.

Norteado no es una película más sobre la migración de indocumentados; es ante todo una comedia romántica que maneja de modo festivo y con enorme picardía el dilema de un hombre que en el intervalo de otro intento de cruzar la frontera queda atrapado entre dos afectos femeninos.

La miscelánea es el epicentro de la acción, y sólo cuatro personajes animan el relato: doña Ela (Alicia Laguna), la dueña del local que decide contratar a Andrés, pues en la tienda faltan brazos fuertes y un poco de calidez masculina; su joven empleada Cata (Sonia Couoh), cuyo carácter atravesado y arisco cede ante el encanto del joven norteado, y don Asensio (Luis Cárdenas), hombre solícito que de pronto siente invadido su territorio y sus vagos intentos de seducir a la joven. Las mujeres comparten la suerte de haber sido olvidadas por sus hombres, que cruzaron la frontera en busca de mejores oportunidades.

El director presenta el cuadro de cuatro personas solitarias y sus azarosos esfuerzos de entendimiento afectivo. La descripción en corto de lo que para muchas personas significa vivir en la frontera una experiencia de incertidumbre, riesgo y desamparo, aparece como algo romántico y lúdico (con música pegajosa de Los Relámpagos del Norte y su éxito El disgusto), impresión a la que contribuye el lirismo discreto de una fotografía muy sugerente de Alejandro Cantú y la partitura de Claro de Luna, de Debussy.

Cabe destacar el trabajo de actores con mayor experiencia teatral que fílmica, que ofrecen aquí caracterizaciones contenidas y muy atractivas. Perezcano imprime un tono casi documental a ciertas escenas, sobre todo las iniciales, y seduce inmovilizando a cuadro a las parejas como si se tratara de un álbum de familia.

No es finalmente otra cosa este recuento de amoríos extraconyugales, tan breves como sustanciosos, en un novedoso arreglo doméstico que prepara con cariño y generoso desprendimiento al joven Andrés para un nuevo cruce, muy ingenioso, hacia esa tierra prometida que a la vez depara formas todavía más imprevistas de solidaridad afectiva.

Norteado es una de las mejores sorpresas fílmicas de este año. Un trabajo de ejemplar sobriedad artística.