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Murió Leandro Corona, voz del arpa grande
 
Periódico La Jornada
Jueves 12 de noviembre de 2009, p. 7

Don Leandro Corona pidió que lo enterraran antes del mediodía y así ocurrió el pasado domingo 8 de noviembre, con sones ejecutados por más de 30 músicos en el panteón de Zicuirán, Michoacán.

Con la muerte de Leandro Corona Bedolla, a sus 102 años, se apagó una de las voces más agudas y profundas del son de arpa grande, música tradicional de gran parte de la Tierra Caliente de Tepalcatepec.

Nacido en Urapira en 1907, los vaivenes de la Revolución lo llevaron a vivir en Zicuirán, donde aprendió a tocar el violín observando a los conjuntos de arpa grande que proliferaban en aquel entonces. Solía caminar 25 kilómetros o más para asistir a una fiesta donde tocaban los conjuntos que más le gustaban, sobre todo Los Gualupeños, de Guadalupe Oropeo.

Además de ser el primer violín de 14 de los arperos más importantes de la región –incluyendo al legendario Antioco Garibay–, fue apreciado por su penetrante voz aguda con la cual jaraneaba los sones en estilo inigualable, lo que quedó plasmado en el disco que grabó con Antioco Garibay, La polvareda (Discos Corasón).

Incansable

Durante 80 años tocó en fiestas, sobre todo en las bodas, que antes duraban tres días. En los años 50 llegó a tocar sin parar hasta 22 días seguidos.

Leandro Corona cultivaba ajonjolí, maíz y frijol, pero cuando se trataba de tocar dejaba la parcela. En 1967 ofreció un concierto en el Palacio de Bellas Artes.

Alma de Apatzingán lo despidió con su música en el velorio, igual que Los Caporales, Los Marineros de Apatzingán y otros grupos de Zicuirán.

En el entierro tocaron Los Jiménez, conjunto moderno muy apreciado en la región. Uno de sus seguidores comentó: lo considero maestro irrepetible.