Opinión
Ver día anteriorLunes 9 de noviembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Aprender a morir

Correos y saqueos

A

este espacio llegó un correo en el que se invita a la ciudadanía a sumar su voz y exigir que antes del 15 de noviembre sea reducido el presupuesto destinado al financiamiento de los partidos políticos mandando cada quien un correo electrónico a los dichosos diputados, de manera sencilla y segura, desde el sitio que envía automáticamente esos correos: www.yabajenle.org.mx/

Lo anterior debido a que en 2010 los partidos políticos recibirán más de 3 mil millones de pesos, aunque sigan de cogotes de hule del sistema. El de los partidos es el único presupuesto público que está protegido constitucionalmente, a diferencia de los de educación o salud, hoy arbitrariamente disminuidos.

El colmo es que en Brasil un voto cuesta cuatro pesos, en Argentina cinco, en Panamá 68, y en México, faltaba más, ¡224 pesos! Un costo muy elevado para tan mediocres resultados. Esta campaña ¡Ya bájenle! Menos dinero a partidos políticos, se propone reducir en 57% el presupuesto de estos falsos luchadores por la democracia. Y sí. Aprender a vivir incluye aprender a pensar y actuar en consecuencia.

Nunca imaginé –comenta Lázaro Cázares– la alegría que me iba a provocar leer en La Jornada del domingo primero de noviembre que cuando menos en Brasil se atrevieron a multar a la empresa telefónica denominada Claro, propiedad (¿o por piedad?) de Carlos Slim, con cerca de mil 530 millones de dólares, por incumplimiento de las reglas de atención al consumidor, gracias a los buenos oficios del Sistema Nacional de Defensa del Consumidor, dependiente del Ministerio de Justicia de aquel país.

Esto prueba, añade Cázares, la evidente complicidad de los gobiernos federales de México, de Carlos Salinas para acá, con el monopolio telefónico y sus sistemáticos abusos a los indefensos usuarios. Tarifas exageradas, publicidad engañosa, servicios deficientes y demás beneficios que conlleva ser un monopolio autorregulado y por encima de la ley, exactamente como las televisoras privadas, sobre todo de conciencia social.

Tengo casi dos años, concluye don Lázaro, pagando por servicios pésimos o que de plano no recibo, como Prodigy Infinitum y llamada en espera, después de adquirir un teléfono de Telmex, mientras los empleados de Slim se echan la pelota unos a otros o me traen del tingo al tango, como si el usuario tuviera el tiempo para arreglar lo que a tan exitosa empresa le corresponde por obligación. Así, qué chiste hacerse millonario.