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El desarraigo como destino
 
Periódico La Jornada
Miércoles 21 de octubre de 2009, p. 6

Joseph Roth fue uno de los grandes literatos que enriquecieron la literatura con su mundo perdido, y soñó, infructuosamente, con una promesa de redención. Formó parte de una generación literaria despojada de sus raíces territoriales y espirituales, que asumió el desarraigo como un destino.

La definición del novelista austriaco fue realizada por la socióloga Gilda Waldwan durante su participación en el coloquio Dibujando el rostro del tiempo: Joseph Roth a 70 años de su muerte, que se desarrolló en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Waldman explicó que Roth fue un gran cronista de la desintegración del imperio austro-húngaro, profundamente ligado a la cultura alemana: “Llevó siempre en el alma sus raíces judías ancladas en la cosmovisión de las pequeñas aldeas judías de Galitzia, Rusia, Polonia, Lituania y Rumania. Su vasta obra literaria constituye, por un lado, el nostálgico ajuste de cuentas con el derrumbado mundo del imperio –del cual nunca formó parte cabal– y, por otro, el doloroso duelo por la desintegración de las comunidades judías de Europa Oriental y de quienes en ella vivían”.

En opinión de la socióloga, la literatura y el desarraigo están profundamente relacionados porque, más allá de que el desarraigo sea parte constitutiva de la historia literaria, el escritor mismo constituye la voz más límpida de los desterrados y desposeídos de nuestra época.

“Los personajes de Joseph Roth –dijo Waldman–, exploradores hasta el límite de su propio yo fracturado, sólo se encontrarán en la patria perdida de la memoria, donde reside también la esperanza de redención. Ubicado en la irreversibilidad del tiempo, la literatura es, para el escritor, memoria que cristaliza en la palabra para recuperar un pasado escamoteado por la violencia de la realidad.”

En su intervención, el escritor Héctor Orestes Aguilar, al igual que Javier García Galiano, se refirió a la biografía de Roth, que David Brosen, germanista de la Universidad de Washington, escribió en 1974.

A partir de anécdotas aisladas, Brosen intenta armar un rompecabezas, pero no sabemos exactamente qué pasó. Esta biografía se convirtió en una obra canónica, a la que todos los críticos culturares recurren a falta de una obra más completa.

Orestes Aguilar detalló que en 1993 comienzan a surgir libros sobre Roth, que lo convierten finalmente en un mito, ya que había pocos documentos históricos confiables. Asimismo hizo un recuento de los volúmenes relacionados con el novelista austriaco escritos por Wolfgang Müller Funk, Claudio Magris y Heinz Lunzer.