Política
Ver día anteriorMartes 20 de octubre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Ayer fueron mayores las filas de quienes acudieron por su liquidación

Quienes cobran se van de prisa con dos cheques por toda una vida de trabajo
 
Periódico La Jornada
Martes 20 de octubre de 2009, p. 5

Lo primero que le ocurre a un trabajador de Luz y Fuerza cuando ha recibido sus cheques de liquidación es una sensación de súbita prisa, de querer dejar atrás aquello y dar la espalda a las instalaciones que todavía muestran el logotipo de una empresa que ya no existe y donde dejó buena parte de su vida. Literalmente corren.

En los cuatro días que cumplió ayer el proceso de pago de los finiquitos ésa ha sido la actitud de decenas de electricistas. Y es apreciable en todas las oficinas ubicadas por el gobierno para realizar el trámite.

Así aguarden por ellos algunos compañeros de muchos años y hayan prometido contarles cómo les fue, una vez en la calle ya no se detienen: se alejan solos, con sus esposas o con algún pariente. Se pierden.

Quienes desde la acera de enfrente o mientras aguardan turno en la fila los ven partir, justifican ese apremio: Es mucho dinero, no pueden arriesgarse. Con esa cantidad quién sabe cuánto tiempo tendrán que sobrevivir..., comentan.

Algunos buscan dar una explicación a esa conducta y hablan de lo difícil que ha sido para sus compañeros acudir por el finiquito: Tenemos muchas presiones familiares. Cuando salió el decreto nos quedamos sin cobrar dos semanas devengadas, porque así era el sistema en Luz y Fuerza del Centro. La gente ya no tiene dinero, el sindicato no nos ha dado nada. ¿Pues qué van a hacer? Tienen que aceptar su liquidación.

Este lunes las filas de solicitantes fueron mucho mayores que el viernes. Incluso hubo oficinas, como la ubicada en Puente de Piedra, en Tlalpan, donde la recepción de documentos se inició antes de las 9 de la mañana. El proceso sigue lento. Casi siempre esperan más de una hora dentro de la oficina antes de ser atendidos y 30 minutos o más en realizar la gestión antes guardarse los dos cheques: el del finiquito y el correspondiente a la compensación ofrecida para aquellos que acudan antes del próximo 14 de noviembre.

Y además, dijo uno de ellos, se les hace firmar que su separación es voluntaria y no harán ningún reclamo posterior a la empresa ni al gobierno. Muchos, a pesar de haber obtenido vía telefónica el monto correspondiente a su antigüedad y salario, acuden sólo para informarse de viva voz sobre tal cantidad. Y a muchos simplemente no les cuadra la cifra liquidadora. No aceptan firmar su baja y salen manoteando, indignados ante lo que llaman doble injusticia: quedarse sin empleo y además con tan injusto finiquito.

En ese ambiente, frente a una de las oficinas liquidadoras, la labor de los sindicalistas para exhortar a sus compañeros a no cambiar la dignidad por unos centavos, como se lee en sus carteles, ha pasado a ser una arenga más de presencia que de persuasión real. Enojado, uno de quienes han estado ahí desde el principio del proceso comenta: Cada día son más de aquel lado (en la fila) y menos de éste. Mucha gente ya está flaqueando.

Los llamados operativos, aquellos dedicados a las instalaciones eléctricas (nuevas tomas, instalaciones, conexiones y demás) tienen una y mil historias que contar: desde las transas de negocios y fábricas que se conectaban directos al tendido eléctrico subterráneo para pagar menos por el consumo, o simplemente no pagar, hasta las numerosas oficinas y dependencias públicas, mercados y otras instalaciones a los que nunca se les ha cobrado.

Son estos electricistas quienes ahora lamentan no haber maliciado que algo fuerte se venía cuando desde mediados de año no les surtieron –de acuerdo con el contrato colectivo de trabajo– nuevos uniformes, botas y herramientas de trabajo.

Porque técnicos son también la mayoría de los más aferrados sindicalistas, los dispuestos a ampararse, los asiduos a las asambleas, y quienes en cartulinas verdes insisten: Compañero, no cobres: ¡aguanta!

A ellos ayer les llegó la información sobre los requisitos indispensables para tramitar el amparo, la hora para la próxima asamblea y la cita para la nueva movilización, esta vez hacia la Cámara de Diputados, mañana miércoles, cuando, les dijeron, comparecerá el secretario del Trabajo, Javier Lozano.

El mismo funcionario federal que con su ofrecimiento de becas para estudiar inglés a los trabajadores liquidados sólo les provocó más indignación. Cómo no encabronarse con él, ni la burla perdona.