Opinión
Ver día anteriorMartes 20 de octubre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ni luz ni fuerza
E

l país marcha de vagón de cola de la crisis internacional. No saldremos por no-sotros mismos porque a Hacienda la maneja un varón cuyas neuronas se han mineralizado. De pronto en Estados Unidos ven brotes verdes o subiditas del Dow Jones, se entusiasman los financieros y dan por muerta a la crisis. Unos días después las noticias son... Bueno, las cosas no son tan sencillas; la crisis será larga. El consenso es amplio: la diferencia es que unos la ven de larga duración y otros de larguísimo plazo.

Cuando la economía vecina salga de la crisis, México empezará a salir de la misma de la manita del imperio. Algunos de los analistas más serios, como Stiglitz o Krugman, han considerado la posibilidad de una crisis estadunidense a la japonesa: de 10 años o más. Es imposible saber qué clase de país de páramos económicos, productivos, sociales, educativos tendremos para entonces, pero serán gravísimos, inimaginables, si no cambiamos el rumbo.

Una cosa es absolutamente clara: ningún gobierno panista va a cambiar el rumbo. Tampoco sabemos qué ocurriría con el PRI de hoy o con el PRD de hoy, pero sí sabemos qué con los panistas.

Los colegas del pensamiento único neoliberal del varón que gobierna la hacienda pública mexicana han roto con su pasado. Los gobiernos de Europa y el de Estados Unidos han aplicado medidas radicalmente distintas a la ortodoxia en que creían a pie juntillas hasta hace poco, pero Carstens ve en México un caso particular, tan especial, que no puede bajo ningún concepto salirse de los carriles por los que ha transitado y se desplaza hoy rumbo al precipicio.

Los panistas no saben qué hacer con la economía a corto plazo. Ni qué decir de lo que tienen en la cabeza para imaginar un país que se enrumba hacia el desarrollo, que pone las bases para alcanzar una autopoiesis socioeconómica que nos saque de la postración. Pero pedir esto a los panistas es como aspirar a que un fanático cristero creyera, de hoy en adelante, en el Corán.

Nuestros problemas de desarrollo son abrumadores, y sólo un acuerdo nacional racional y un par de generaciones caminando en la dirección adecuada podrían hacer algo por nuestro futuro.

La compañía de Luz y Fuerza fue diagnosticada inviable tanto financiera como productivamente desde hace décadas. Pero las conveniencias políticas del poder la mantuvieron contra viento y marea, con todo y su sindicato. Esto ocurrió con Carlos Salinas. No es, sin embargo, éste el mayor de los obstáculos para el desarrollo. Cuestiones peores ha hecho la clase política con Pemex, con la educación y sus respectivos sindicatos, pero ahí están sostenidos por las conveniencias políticas. Lo mismo ocurre con los monopolios privados como Telmex o las televisoras: juegan contra el desarrollo y contra el futuro de la sociedad mexicana.

La liquidación de Luz y Fuerza del Centro nada tiene que ver con una visión de desarrollo. Únicamente se trata de cuestiones de conveniencias y políticas del poder.

Dígame usted: en este país, que se mueve exclusivamente por intereses políticos de corto plazo, sin mediar en la lucha política interpartidista el futuro del país, ¿qué van a hacer los panistas si tienen frente a sí una alianza cada vez más profunda entre Martín Esparza y Andrés Manuel López Obrador? Naturalmente, buscar por todos los medios acabar con el SME. ¿Y el resto del edificio corporativo? ¿Y los petroleros? ¿Y la maestra? ¿Y Slim? ¿Y Azcárraga? ¿Y Salinas? Y...

Del lado del PRI Beltrones está también en favor de liquidar Luz y Fuerza con todo y SME. No todos los del PRI han manifestado su opinión, pero si todos los capos en este partido también ven al SME como una fuerza favorable al PRD no harán otra cosa que defender sus cotos políticos futuros e intentar derrumbar los del PRD. Por lo pronto, los priístas se ocuparán de enterarse –si es que no lo saben– si es verdad o no que Esparza presuntamente ha venido financiado las corre-rías políticas de AMLO.

Qué partidos, qué políticos, con acuerdos sobre qué arreglos institucionales será posible construir un futuro cierto para México. El edificio de nuestra sociedad requiere ser reconstruido desde sus cimientos. ¿Qué debe ocurrir socialmente para que las fuerzas políticas actúen? ¿Asonadas sociales aquí y allá?, ¿asaltos masivos a supermercados? Porque no es difícil sospechar que la sociedad no se quedará indefinidamente viendo que los políticos hablan y hablan, sin parar, se atacan y meten zancadillas, y cualquiera puede estar de acuerdo en que eso es la política, pero también espera acuerdos y resultados convenientes para las mayorías. Por supuesto, en primer lugar los desheredados que suman cada vez más millones.

Éste es un país de libre mercado, pero hemos de convencernos –aunque es dudoso que los panistas se sumen– de que hay 50 asuntos decisivos de la sociedad que el mercado no puede resolver. Ni la salud ni la educación ni la suficiencia y la justicia fiscal ni el equilibrio en la distribución del ingreso van a ser resueltos por el mercado, por más que nos lo juren Slim y todos sus colegas capitalistas.

Hoy por hoy, además, para este país sin desarrollo es preciso que la industria petrolera, la producción de energía eléctrica y su distribución, la construcción y administración carretera, la ampliación sustantiva de las comunicaciones las lleve a cabo el Estado. Sí, requerimos una nueva economía mixta, acertadamente supervisada.