Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 13 de septiembre de 2009 Num: 758

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Conciencias que se alternan
ROGELIO GUEDEA

En la colina del norte
IÁSON DESPOÚNDIS

Borges: escribir después del romanticismo
GUSTAVO OGARRIO

Petróleo
ISAAC BABEL

El camino
ISAAC BABEL

La escritura como reinvención del cuerpo
ADRIANA CORTÉS KOLOFFON entrevista con ÁNGELA BECERRA

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


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Germaine Gómez Haro

Arquitectura vernácula de la Mixteca

La arquitectura vernácula es una de las más genuinas expresiones del quehacer artístico de la humanidad desde los tiempos más remotos. Es el reflejo de la preocupación del hombre por construir el espacio idóneo donde habitar y donde desarrollar sus actividades vitales, en cualquiera que sea la sociedad que le corresponde y de acuerdo con su cultura, modus vivendi y tradiciones autóctonas. El nuestro es un país de legendaria tradición arquitectónica y la creación vernácula es un capítulo fundamental de la misma.

De reciente aparición es el libro titulado De tierra y sol. Arquitectura vernácula de la Mixteca, auspiciado por la Fundación Alfredo Harp Helú y la Secretaría de Cultura del estado de Oaxaca en su Colección imágenes. Los autores –el arquitecto Juan José Santibáñez y el fotógrafo Estanislao Ortiz– nos ofrecen un recorrido visual por una de las zonas menos exploradas de la región, que abarca la sección occidental del territorio oaxaqueño y parte de Guerrero y Puebla. Este grupo étnico se distingue no sólo por su continuidad histórica desde la época prehispánica, sino porque a lo largo de todos estos siglos sigue dando como fruto toda una gama de notables artesanos y artistas, que conforman un impresionante mosaico cultural en la diversidad de sus lenguas, costumbres y creencias, muchas de ellas aún basadas en las cosmogonías mesoamericanas. Del pueblo mixteco –autodenominado ñu dzahui o ñu savii, “ Pueblo de las nubes”– tenemos mucho que aprender, y este libro es una breve pero sustanciosa muestra de ello.

El advenimiento de la modernidad ha traído consigo incontables beneficios, a la par de lamentables perjuicios. En lo que al patrimonio urbano y arquitectónico se refiere, hemos sido testigos de poblados enteros que han perdido su fisonomía original y adoptado una diferente que resulta, en la inmensa mayoría de los casos, mucho menos afortunada, si no es que verdaderamente reprobable. Los pueblos y ciudades tradicionales han perdido su carácter y personalidad en detrimento de maquillajes artificiales con tintes modernistas, que ni funcionan ni tienen ninguna cualidad estética. Aunado a este fenómeno, el deterioro del paso del tiempo y la falta de mantenimiento derivada de la escasez de recursos, así como la destrucción intencional producto de la ignorancia y la nula conciencia histórica de funcionarios ineptos que no han sido lo debidamente responsables en su resguardo, son motivo de la irreparable pérdida de nuestra tradición arquitectónica, especialmente la llamada vernácula o nativa.


Fotos: Estanislao Ortiz

El arquitecto Juan José Santibáñez y el fotógrafo Estanislao Ortíz, ambos de origen mixteco y apasionados de sus raíces, se dedicaron a lo largo de casi dos décadas a recorrer poblados y rancherías con el objetivo de documentar toda suerte de construcciones de carácter popular y, en más de un centenar de imágenes, nos muestran la elegancia de la sencillez y la majestuosa espontaneidad de los artesanos-arquitectos mixtecos, en ejemplos tan variados como iglesias, casas, bardas, bancas, muros, arcadas, celosías, techumbres, portadas, verjas, que hablan de ese estilo nativo que emociona por su mezcla de simplicidad y sofisticación. Como epílogo a este fascinante recorrido, el arquitecto Santibáñez nos invita a dar un vistazo a su casa en Huajuapan de León, resultado de la afortunada fusión de la tradición popular y el lenguaje plenamente contemporáneo que también utilizó en la Biblioteca Infantil y en la intervención contemporánea al edificio colonial que alberga el Museo Textil, ambos en la ciudad de Oaxaca. Sobre esto comenta el oaxaqueño: “Definitivamente he tomado todo de la arquitectura vernácula: materiales, ideas y sistemas, pero, sobre todo, su principio motriz: el amor.” El amor por las raíces, ese sentimiento natural que la modernidad y la vorágine globalizadora han arrancado a muchos creadores de todas las latitudes, fomentando estilos light, homogéneos y desabridos, de una monotonía letal.

Este libro, bellamente editado y profusamente ilustrado, es un valioso intento de rescate cultural, arquitectónico y urbano de una región que aún conserva ejemplos de técnicas constructivas tradicionales y el empleo de materiales autóctonos que varían de acuerdo con el medio geográfico y el ingenio inventivo de sus creadores. La Mixteca es una región llena de misterios y un campo abierto a la investigación no sólo arquitectónica, sino antropológica, lingüística y artística, y este libro contribuye a promover su rica tradición milenaria.